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El Ayuntamiento quita importancia al saqueo de 300.000 plantas tras la boda

El PP comprende que los ciudadanos quisiesen "tener un recuerdo"

El gobierno municipal, presidido por el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, del PP, considera "anecdótico" que, en los días siguientes a la celebración de la boda de los príncipes de Asturias, el pasado día 22, los ciudadanos arrancasen y se llevasen a su casa aproximadamente 300.000 rosas, geranios y tulipanes plantados en las calles, cientos de lonas y adornos de todo tipo, además de la alfombra roja que pisaron los novios, rota a tijeretazo limpio.

El primer teniente de alcalde, Manuel Cobo, rehusó ayer condenar esta actitud de cientos de madrileños y alegó que ese mismo "deseo de los ciudadanos de tener un recuerdo físico de un acontecimiento popular" se ha podido ver también con motivo de "competiciones deportivas, cuando se corta la red de la portería de fútbol o la cancha de baloncesto". "Me parece algo anecdótico. La imagen que ha dado la ciudad, en general, ha sido muy buena", concluyó.

Cobo dijo que ignoraba si la Policía Municipal recibió o no la orden de intervenir para evitar ese robo masivo de plantas y adornos. Pero insistió en que el 22 de mayo era "un día muy especial para España" y para muchas personas que siguieron la celebración de la boda. El pasado lunes, el concejal de Seguridad, Pedro Calvo, quitó también hierro al asunto e ironizó con el hecho de que muchos vecinos habían considerado "divertido llevarse un recuerdo del enlace", actuando "casi como un elemento reciclador".

Hasta el momento, sólo la concejal de Medio Ambiente, Paz González, ha dejado oír su voz de condena por lo ocurrido y ha recordado que los adornos florales habían sido concebidos para quedar ubicados de manera definitiva en las calles de la ciudad, algo que ahora será imposible.

En junio de 2003, apenas aterrizados en el Ayuntamiento, Ruiz-Gallardón y su concejal Pedro Calvo ordenaron proteger la estatua de Cibeles con una valla de cinco metros de altura para evitar que los jugadores y seguidores del Real Madrid celebrasen un día muy especial para ellos, la victoria en la Liga de fútbol, trepando por la imagen de la diosa. Alegaron entonces que la alegría de los hinchas tenía un límite: la protección del patrimonio público.

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