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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Claroscuro educativo

El Consejo de Ministros ha iniciado el proceso de reforma de la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) y anunciado la aprobación de un decreto que suspenderá su calendario de aplicación. Las reformas que han entrado ya en vigor se seguirán aplicando hasta su eventual modificación y la suspensión sólo se aplica a las que se iniciarían a partir del curso que viene.

La LOCE identificó algunos problemas que no tenían la importancia que hoy tienen, como por ejemplo la disparidad cultural y de preparación básica entre alumnos de educación secundaria debida a la ampliación de la edad escolar obligatoria y al aumento de escolares de familias inmigrantes. Pero propuso soluciones más que discutibles, con consecuencias que podían ser contraproducentes o inaceptables, y con una completa falta de sintonía y de diálogo con la comunidad educativa. Así, un sistema de refuerzo diferenciado en asignaturas básicas para seguir con aprovechamiento el resto del programa escolar, como la lengua o las matemáticas, parece más sensato que la división de alumnos en itinerarios distintos.

En cuanto a la reválida, aun cuando la selectividad en vigor sea objeto de frecuentes críticas y modificaciones, no es fácil diseñar una alternativa que responda al criterio de objetividad, que tenga en cuenta de forma ponderada el rendimiento académico previo del alumno junto con una prueba objetiva externa a los centros de enseñanza secundaria, y cuya organización sea viable y clara para el alumno y para los centros universitarios. La supresión de la prueba general y su sustitución por una reválida más un conjunto de pruebas específicas por centros y universidades parece una solución de difícil definición y casi imposible aplicación.

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Pero, junto con soluciones a problemas ciertos, la LOCE reformó algunos aspectos de la enseñanza secundaria en base únicamente a motivaciones ideológicas, sin que existiera ninguna demanda por parte de la comunidad escolar. Tal es el caso de la enseñanza de la religión, que ya estaba organizada con importantes concesiones a la Iglesia católica, como su inclusión en el horario escolar, el control del profesorado por parte de los obispos o la obligatoriedad de seguir una asignatura alternativa para los alumnos que no quisieran cursarla. Las religiones tienen gran importancia en la historia de las sociedades humanas. Por tanto, deben formar parte de los contenidos educativos, pero en asignaturas no confesionales, aceptables y útiles para los alumnos procedentes de todas las creencias, e impartidas por profesores que cumplan los mismos requisitos que el resto de profesores de secundaria.

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