El antropósofo solitario
Los movimientos artísticos en los que se encasilla el arte de la primera mitad del siglo XX, tales como el cubismo, la abstracción o el suprematismo, se asocian a nombres como Picasso, Kandinsky o Malevich, cuya grandeza polariza la atención del público y de los historiadores cobrando una dimensión gigantesca que eclipsa al resto de los artistas próximos quienes, junto a ellos, parecen meras comparsas. Pero los movimientos de vanguardia lo son no porque existan grandes generales sino porque existe una tropa de artistas que les siguen en la batalla contra el academicismo. Ahora, una vez establecida la cronología de la vida y milagros de artistas de la talla de Picasso, se rastrea en la obra y las ideas de algunos de estos segundones, como Serge Charchoune (Buguruslan, 1889-Villeneuve-Saint-Georges, 1975), que emergen con luz propia de entre la tropa de los olvidados. En una primera aproximación, la obra de Charchoune responde al perfil epigonal del pintor que se ha sentido atraído por diferentes tendencias vanguardistas, que posee habilidad para componer y asimilar el cubismo y la abstracción, y que se expresa con cierto lirismo, aunque sus composiciones, con tendencia a la simetría y el esquematismo, carecen de la originalidad y el riesgo de los grandes maestros y resultan algo forzadas o acartonadas. Además, en sus primeras obras, fechadas entre 1914 y 1917, se aprecia una fuerte influencia del art déco, en el empleo de líneas ondulantes, que parecen ilustrar las teorías de Van de Velde, y de figuras abstractas de colores planos, con un decidido carácter ornamental.
SERGE CHARCHOUNE
Fundación Mapfre Vida
Avenida del General
Perón, 40. Madrid
Hasta el 6 de junio
Sin embargo, tras el aparente convencionalismo de su obra se encuentra un pintor muy interesante que, aunque no logró destilar ninguna aportación novedosa, se convierte en un testigo fiel de una época, en cuya obra se detectan tensiones e indecisiones que, tal vez, en los grandes maestros quedan encubiertas tras el velo de la genialidad. Así, en la obra de este francotirador solitario se detectan dos temas importantes para comprender la época, cuales son la fuerte influencia de las ideas antroposóficas de Rudolf Steiner, que sacudieron a casi todos los artistas de la primera vanguardia, y el tema de la atracción por el ornamento. Al igual que otros artistas eslavos, tales como Kandinsky, Charchoune busca en el ornamento popular, en estampados o en azulejos, los motivos para construcciones cubistas o abstracciones de raíz musical. El término "cubismo ornamental" acuñado por él en 1922, cuando el cubismo ya había pasado, se puede emparentar con las "músicas para amueblar" de Erik Satie, otro gran místico próximo a dadá y también seguidor de las ideas teosóficas.
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