_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Se van o no se van?

Parece que no resulta nada fácil dejar el poder. No sé si es la erótica de la cosa, como insinúa el dicho popular, o si son otros los elementos propios de la psicología humana los que impiden a algunos disfrutar de las cosas sencillas, sin necesidad de estar todo el día en el candelabro. Pero lo cierto es que la mayoría de quienes ocupan cargos de relevancia y tienen en su mano la posibilidad de decidir sobre aspectos de la vida del resto de los mortales, tienen serias dificultades para cambiar de oficio, retirarse a un segundo plano, o simplemente jubilarse cuando llega el momento. Sucedió en su día con González, y ahora la historia vuelve a repetirse.

A diferencia de otros, Aznar había convertido su anunciada retirada en un elemento más de culto a su personalidad. Por fin un político capaz de irse, alguien que cumplía su promesa, que aceptaba sin estruendo la necesidad de dejar paso a otros. Aznar había logrado que incluso buena parte de sus adversarios reconocieran ese gesto: había cumplido su palabra. A otros se les había tenido que echar; él se iba por su propio pie. Lo que no nos había dicho Aznar era que esa palabra estaba condicionada a que las cosas se desarrollaran de una determinada manera. Estaba dispuesto a dejar su cargo, sí, pero siempre que su salida fuera por la puerta grande y le asegurara un lugar de gloria y esplendor en la historia. Aznar, el supuesto castellano sobrio, vivía obsesionado por su propia imagen: su salida debía producirse de tal manera que dicha imagen se agrandara.

En todas partes cuecen habas, y que lo de la retirada silenciosa y serena deber ser realmente complicado

Sin embargo, como reza la canción, "la vida te da sorpresas", y lo que Aznar había previsto de una manera, sucedió finalmente de otra. Al señalar con el dedo a su sucesor -decisión aceptada sin chistar por su partido-, al obligar a Rajoy a presentarse a las elecciones como si éstas fueran un plebiscito de la labor realizada por el propio Aznar, convirtió la derrota del PP en su derrota personal, agrandada por la siniestra manipulación de la tragedia que él mismo llevó a cabo en los días previos al 14-M. Si se hubiera ido realmente, si hubiera dejado que el partido eligiera al siguiente candidato con libertad, si no se hubiera implicado de manera tan escandalosa en las mentiras del 11-M para intentar ganar las elecciones a cualquier precio, la derrota del PP no habría representado necesariamente su propia derrota y la historia habría sido benevolente con él. Ahora, una vez derrotado, se aferra como puede a sus últimos días en el poder para seguir enredando. Es incapaz de marcharse.

Pero parece que en todas partes cuecen habas, y que lo de la retirada silenciosa y serena deber ser realmente complicado. Aquí entre nosotros, en el paisito, nos hemos desayunado ahora con la noticia de que el supuestamente jubilado Arzalluz vuelve a la palestra, esta vez como candidato a la asamblea nacional de su partido. Arzalluz podía haberse marchado tranquilamente, negándose a intervenir en lo que ocurriera tras su marcha, y la historia le habría perdonado sus exabruptos y equivocaciones de los últimos años, rescatando para su biografía política otros aspectos relevantes de su personalidad. Pero no supo hacerlo. Quiso seguir interviniendo y al apuntar con el dedo a Egibar, convirtió la derrota de éste en su propia derrota. Ahora nos cuentan que vuelve, apoyando a Zarraoa en las elecciones al BBB. ¿Por qué no disfruta tranquilamente de la jubilación? ¿Para qué arriesgarse a un nuevo fracaso? ¿Porqué no sabrán irse?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_