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Crítica:ESCAPARATE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La gran decisión

Manuel Cruz

En contra de lo que probablemente muchos pensarán, la confección de un diccionario de filosofía constituye una tarea en extremo arriesgada. Porque aunque a primera vista pueda parecer que en textos de este tipo -en definitiva, instrumentales- las reglas del juego están muy bien delimitadas tanto por los usos como por el género mismo, y que esta delimitación previa protege de cualquier tentación aventurera, cuando se examina la cosa con atención, se comprueba de inmediato la enorme dificultad que los mismos encierran.

Cualquiera que se haya visto obligado a utilizar tales herramientas habrá podido comprobar que el principal peligro -aunque no el único, por descontado- que se cierne sobre ellas es el del envejecimiento prematuro. Otra forma, si se quiere, de decir que el tiempo hace aflorar la multitud de decisiones que en su momento se tuvieron que tomar. Porque, efectivamente, un diccionario acoge abundantes decisiones, referidas a autores, temas, enfoques, estilo..., de cuyo acierto global y coordinado depende que un texto de esta naturaleza obtenga el elogio, más bien cicatero, al que en el mejor de los casos puede aspirar, el elogio de constituir un material útil.

DICCIONARIO ESPASA FILOSOFÍA

Jacobo Muñoz (director)

Espasa Calpe. Madrid, 2003

978 páginas. 54 euros

Jacobo Muñoz, quien ya editara, junto a Julián Velarde, aquel Compendio de Epistemología, con el que este diccionario mantiene un cierto aire de familia, no se ha equivocado en la mayor parte de las decisiones adoptadas. Así, merece una valoración inequívocamente positiva la selección de los colaboradores que, junto con el propio director, se han encargado de la redacción de las diferentes voces. Jóvenes universitarios, nacidos en la década de los sesenta todos ellos, tienen en común una solvencia profesional y una actitud crítica hacia los temas y autores encomendados que repercute de manera directa en sus aportaciones.

Idéntica valoración mere-

ce la decisión de explicitar la autoría de las diferentes voces. Es una decisión en apariencia formal, pero que expresa una determinación más profunda, referida a la imposible pretensión de objetividad, que este diccionario nunca finge. Las interpretaciones, y su eventual conflicto, no son una opción, sino el único lugar desde el que nos ha sido dado pensar. Asumir tal cosa implica asimismo aceptar la limitación histórica de la propia mirada, el elemento insoslayable de incertidumbre al que la temporalidad condena al ser humano. Pues bien, importa dejar dicho que ambos convencimientos, lejos de constituir el pretexto para un estéril agnosticismo (como suele resultar habitual), están puestos aquí al servicio de la actitud contraria, esto es, constituyen precisamente la condición de posibilidad para que cada colaborador dé a conocer su opinión en libertad.

Para terminar, un último elogio, disfrazado de objeción. Tal vez haya lectores que consideren que algunos de los pensadores a los que se les dedica en el libro una voz específica están sobrevalorados (sea por el mero hecho de haber sido seleccionados, sea por el tratamiento que se les dedica). Es, ciertamente, materia opinable, en la que preferiría no tener que entrar. Pero, en todo caso, que en este país -de siempre tan cainita y proclive a la envidia- el más grueso reproche que se le pueda hacer a un libro sea el de su excesiva generosidad intelectual constituye, sin duda, una excelente noticia (además de una agradable sorpresa).

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