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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Ermanno Caldera, hispanista italiano

La noche del 19 de febrero fallecía en Saluzzo (Italia) el profesor Ermanno Caldera. Había nacido en Turín el 16 de julio de 1923 y dedicó gran parte de su vida a la enseñanza y a dar a conocer nuestra cultura en su país. Especialmente interesado en el Romanticismo, en la literatura costumbrista y en e1 teatro españoles, ha dejado obras como Il teatro de Moreto (1960), Primi manifesti del Romanticismo spagnolo (1962), Il dramma romantico in Spagna (1974), La commedia romantica in Spagna (1978) y su revisión del periodo, titulada El teatro español en la época romántica (2001). Fue catedrático de Literatura en la Facoltà di Magistero de la Università di Genova y desde allí llevó a cabo distintos proyectos que no terminaron con el momento de su jubilación. Uno de los más importantes y provechosos fue crear la colección Tramoya en la que se publicaron comedias de magia de los siglos XVIII y XIX, un género de enorme éxito en la época pero desconocido en el presente, que recuperó para la comunidad científica internacional. Sin embargo, seguramente, su mayor logro fue el Centro di Studi sul Romanticismo Iberico en el año 1981, convertido luego en el Centro Internacional de Estudios sobre el Romanticismo Hispánico, desde el que convocó congresos que reunían periódicamente a los mejores especialistas en dicha época, lo que significó recuperar un periodo de nuestra cultura, cuyo interés languidecía.

Fue Ermanno hombre comprometido con el tiempo que le tocó vivir y, así, luchó en las filas antifascistas durante los años de la II Guerra Mundial, actividad que le llevó a conocer los campos de concentración. Era una experiencia que contaba sin darle demasiada importancia, pero recordando siempre que allí enseñó a leer a compañeros y que, gracias a otros presos, él aprendió alemán y árabe. Hombre viajero y de gran curiosidad que hablaba varias lenguas, era un ameno conversador y los que le conocimos recordamos su gusto por contar chistes y anécdotas, su gran capacidad de trabajo, su humanidad y el cariño con que trataba a los que le rodeaban. Amigo entrañable de sus amigos, afable y cordial, le gustaba ejercer como caballero galante de aquellas colegas y compañeras con las que compartía congresos, cenas y reuniones. Nos quedan sus libros, el recuerdo de su voz y de su imagen y esos correos electrónicos chispeantes llenos de humor, ambigüedad y juegos de palabras que enviaba en los últimos tiempos. Desde aquí te saludamos, Ermanno.-

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