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Reportaje:

Cantaores y actores despiden a la dama del Albéniz

Destacados miembros de la cultura homenajean a Teresa Vico, que fue durante 18 años, y hasta su muerte, directora del teatro Albéniz

Elisa Silió

A Teresa Vico sus amigos y colaboradores la llamaban La Brincos, por su energía, y Vicomandante, por su disciplina casi militar en el trabajo. La adoraban y ayer muchos abarrotaron el teatro Albéniz para recordar en Una tarde con Teresa Vico a la que fue su directora durante 18 años. Le gustaba decir de sí misma que era como "la cocinera de un gran guiso", y gerente "para poder meter la nariz en todo".

Vico, nacida en Albacete en 1937, falleció el pasado 26 de diciembre y ese mismo día sus allegados coincidieron en que había que hacerle un homenaje. Así que familiares, gente del teatro y periodistas se reunieron en el Albéniz para organizar el acto. El actor Pedro María Sánchez fue elegido director: "Había tantísima gente que quería participar que nos hubiese salido seis horas y yo he tenido que dotar de un discurso al espectáculo que es vital, luchador y reivindicativo de la vida como era ella". Sánchez, que cantó el bolero Sabor a mí, la conocía desde hace casi 30 años. "Era extremadamente tenaz, alegre, con buen gusto y culta. No es casualidad que por su teatro hayan pasado artistas tan importantes y diferentes. Le gustaba ver el teatro lleno de danza clásica y contemporánea, de jazz...", prosiguió.

Todos se volcaron en la gerente que decía llevar "150 años en el teatro", pues pertenecía a la saga teatral de los Vico. El personal, desde la taquillera al acomodador, recitaron poemas, y dos de sus cuatro hijos participaron: Eduardo leyó poesía y la pianista Karina Azizova interpretó varias composiciones de David. Otros amigos dijeron versos de san Juan de la Cruz y José Ángel Valente, José Luis Gómez, María Asquerino, Francisco Valladares y Juan Echanove, entre ellos.

En agradecimiento actuó la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, dirigida por Jordi Casas; y el Ballet Nacional de España, que interpretó un fragmento de Ritmos, con coreografía de Alberto Lorca y dirección de Elvira Andrés.

José Menese, una leyenda flamenca de amplia discografía, no quiso faltar pese a estar enfermo. "Tengo un ataque de anginas pero me he venido del campo, es mi ilusión", aseguraba el cantaor de 62 años. "Teresa era un referente en mi vida. Se habló de que cantara Los caracoles porque es un cante muy vinculado a Madrid, pero me acordé de que ella me decía: 'Canta por soleares que me gusta', y voy a hacer las dos cosas", contaba antes de la actuación. El artista grabó allí en directo el álbum En el Albéniz en 1995 junto al guitarrista Enrique de Melchor que también le acompañó ayer.

Al tesón de Teresa Vico se debió durante años la presencia veraniega del Ballet Nacional de Cuba y de otras compañías importantes en Madrid. La bailaora Lola Greco,

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embargada por la emoción, habla de ella con un hilo de voz: "Con su disciplina cariñosa yo he crecido como mujer en este teatro. Llevo 23 años de carrera y de ellos 22 con ella". Un vínculo tan fuerte que Lola bailó una coreografía especial de Córdoba, de Albéniz. "La he montado en dos días y no volveré a hacerla así. Es un drama danzado y expreso la rabia, la soledad y el quedarte desnudo del todo", explicó Greco que con Joaquín Cortés y Adrián Galia actuó en este escenario en muchas ocasiones.

"Hizo mucho por la danza. Nos quitaba problemas a los artistas que muchas veces nos sentimos insignificantes. También a los ídolos con pies de barro, como los llamo yo: Cortés, Amargo", añadió la bailaora. Este ultimo bailó un fragmento de Poeta en Nueva York, con el que estuvo en septiembre en cartel en el Albéniz y que le valió el premio Max de las Artes Escénicas como mejor intérprete de danza. Se subió también al escenario Miguel Ángel Berna, con Soy mudéjar.

El derribo de una puerta

Ese afán por facilitar el trabajo de las compañías del que hablaba Lola Greco le llevó al extremo de derribar una puerta y volver a levantarla para programar

Galileo. Su director, el italiano Maurizio Scaparro, tras visitar el Albéniz, había concluido que la escenografía no cabía y Vico no estaba dispuesta a dejarlo escapar.

Se la rememora por su etapa de gerente teatral, pero Vico tocó otros campos en su vida y en el homenaje quedó constancia de ello con la proyección de fotografías y de fragmentos de obras en las que intervino. En su juventud estuvo ligada al dibujo y pintura por sus estudios en la Real Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Incluso de 1958 a 1982 fue dibujante de diversas campañas publicitarias y de carteles y programas teatrales.

Además, recibió clases de interpretación en la Escuela de Arte Dramático de Madrid y trabajó con muchos directores de escena; Fernando Fernán-Gómez, en El alcalde de Zalamea; Domingo Serrano, en El alquimista y la nieve, La máquina misteriosa y La ilustre fregona; con Miguel Rubio en La dama del alba; y con José Caride, en Caballero de milagro. Se dedicó también a la producción en obras como Andalucía amarga, de Salvador Távora; Final de partida, con Miguel Narros; Champán y Viva el champán (1985-1986), con la compañía de Raúl Sender; Zarzuela, con la Compañía Lírica de Madrid Isaac Albéniz.

Decenas fueron también los que se unieron a la fiesta a través de la imagen. Nati Mistral lamentó no haberle hecho un homenaje en vida.

Luchadora por la libertad

Durante 18 años al frente del Albéniz, teatro de la Comunidad de Madrid, Teresa Vico tuvo que lidiar con Gobiernos socialistas y populares, y siempre salió indemne. Una labor que Joaquín Cortés, que no pudo estar, le reconocía en un vídeo: "Es de las pocas personas que se han enfrentado a las instituciones para que se nos diera, a mí también, la oportunidad de que se nos viera. El Albéniz siempre será mi casa". El músico catalán Lluís Llach fue más allá: "Una vez, después de unas elecciones que todos temíamos, le dije: "¿Quieres que en el escenario sea moderado, no como el cantante izquierdista que soy?". Y ella me dijo: "No, niño, vete tú con tus verdades enteras que yo iré a defenderme con las mías". El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que la trató en sus ocho años como presidente de la Comunidad, excusó su presencia en el homenaje por motivos de agenda. José María Flotats afirmó que Teresa era un legado que no se puede malgastar: "Con su extraordinario olfato artístico ha ido hilvanando programaciones de referencia para otros teatros públicos". Pilar Bardem se unió al reconocimiento. "Siempre que los cómicos la hemos necesitado, ahí ha estado. Propongo que el Albéniz se llame Teresa Vico".

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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