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Escritores de Colombia analizan la nueva literatura de su país

"El otro cartel de Colombia, el de la cultura", desembarcó ayer en Madrid. Once de sus más destacados escritores se reúnen esta semana en Casa de América "para decirle al mundo que Colombia antepone el arte y la creatividad a la violencia", afirmó la embajadora en España, Noemí Sanín Posada. La literatura colombiana después del boom es el título de este encuentro, que concluye el viernes.

En su primera cita, los autores plantearon sus posiciones frente a la literatura de su país y del continente. Y la iniciaron manifestando un agradecimiento: "A los patriarcas del boom, por ampliar las fronteras literarias y ayudar a redescubrir otros nombres clave como los de Juan Rulfo o Filiberto Hernández", afirmó Roberto Burgos Cantor, autor de El patio de los vientos perdidos. Y añadió que a la literatura colombiana la obra de Gabriel García Márquez le sirvió para solucionar problemas como el tratamiento del indigenismo, la historia o el localismo. Luego, una confirmación: "Las artes colombianas viven un momento de efervescencia. Un arte que reafirma el valor de la vida en un país violento como el nuestro", señaló Juan Carlos Botero (La sentencia, Ediciones B).

No ocultaron un orgullo: "Los grandes movimientos literarios han tenido allí uno de sus principales exponentes: el romanticismo con María, de J. Isaacs; las vanguardias con La vorágine, de J. E. Rivera, o la renovación con Cien años de soledad, de García Márquez", recordó Consuelo Treviño, autora de El ojo en la aguja (Asociación Cultural Mañana es Arte).

Pluralidad

Aceptaron una verdad: "Sin la muerte, Colombia no daría señales de vida. Es una frase fuerte, pero que se refleja en la literatura, ya que desde su primera novela, El carnero (1636), no hay ninguna obra importante que no gire en torno a la muerte", dijo R. H. Moreno Durán, autor de La conexión africana o Mambrú. Reconocieron un vacío: "Debemos a los lectores un trozo de historias donde la violencia no sea la protagonista", aseguró Alonso Salazar, periodista y autor de No nacimos pa semilla.

Expresaron una curiosidad: "No entiendo por qué España aún es racista con el cuento, un género que en América tiene mucha tradición", aseguró Juan Gabriel Vásquez (Los amantes de todos los santos,próximamente en Alfaguara). Establecieron una diferencia: "Aunque la presión del mercado es fuerte, la diferencia entre Colombia y España es que allá aún no he notado su tiranía ni la de los libros más vendidos. Hay otro termómetro para valorar la creación", según Santiago Gamboa (El cerco de Bogotá, Ediciones B). Hicieron una petición: "El mundo editorial debe romper con el circuito de que sólo los autores latinoamericanos editados en España sean publicados en el continente", pidió Mario Mendoza, premio Biblioteca Breve con Satanás (Seix Barral).

Son las voces de un grupo de autores que representan la pluralidad de la literatura de su país y que están unidos en sus obras por la presencia del humor, la experimentación y el juego literario.

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