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Signos

Un autor atrapado entre las bestias

El cordobés Salvador Gutiérrez Solís asume nuevos retos en su última novela

A Salvador Gutiérrez Solís (Córdoba, 1968) le gustan los más difícil todavía de la literatura. Piensa sin reservas que su ciudad natal vive un verdadero boom de escritores y sabe que su nombre está en el grupo de cabeza. Las buenas expectativas que permitían albergar sus primeros libros -La fiebre del mercurio, Spin off, La novela de un novelista malaleche- han quedado confirmadas en su última entrega, publicada por DVD bajo el título Más de cien bestias atrapadas en un punto.

"El génesis de esta novela es un relato corto que escribí seis años atrás", recuerda el autor. "Se titulaba De puentes y cuernos y vio la luz en la revista Recuento. En él, adquirí la técnica de escribir sin más puntos que el punto final, tratando de configurar una sinhistoria compuesta por muchísimas historias. Poco a poco me planteé la posibilidad de ampliar aquel proyecto a 200 páginas, y este es el resultado".

Una vez más, Gutiérrez Solís pone de relieve su cuidado a la hora de escoger los títulos de sus obras: "Siempre trato de buscar un título que sea un juego, un pequeño malabarismo que resuma el contenido de la novela. Más de cien bestias... quiere reflejar un punto ortográfico, y también geográfico, como es la granja donde se ambienta la historia y donde se encuentra el narrador", afirma.

La violencia, el dolor, las pulsiones humanas, dominan el argumento -o los cien argumentos- de principio a fin. "Hay un poco y un mucho de todo", asegura Gutiérrez Solís. "Hay violencia y dolor porque están en la vida, pero también veo un intento de escapar de la rutina, de buscar ese minuto de gloria al que, dicen, todos tenemos derecho. Además, hay un esfuerzo por respetar la tradición oral, esa comunicación de padres a hijos que se ha perdido. Aquellas pequeñas historias que se iban conformando como leyendas e incluso llegaban a ser épicas".

¿Gutiérrez Solís, novelista malaleche? Al cordobés le divierte la idea, pero no la asume del todo. "Un novelista tiene que tener momentos malaleche, momentos melancólicos, momentos apasionados", recomienda. "Debe acogerse a dos capacidades: o se aplica en el arte de mentir, o hace lo que yo llamo ejercicios de esquizofrenia controlada para plasmarlos sobre el papel".

Aunque la originalidad de sus planteamientos le ha facilitado cierto halo de outsider, la apuesta de Salvador Gutiérrez Solís es por la innovación. Para ello, se nutre de los más diversos referentes culturales. "Creo que no existe el creador limpio", asevera. "Lees, ves películas, escuchas canciones, y tu vocación se va orientando en función de esos granitos de arena. Lo que sí tengo claro es que no quiero ser un escritor del siglo XIX. Me niego a seguir estructuras, ritmos y técnicas que tienen ya 200 años. Llegará un momento en que todas las historias estén ya contadas, pero no de todas las formas posibles".

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En ese sentido, el cordobés detecta una "enorme debilidad de la narrativa actual". "Estamos limando constantemente la innovación", puntualiza. Tal vez por eso, las citas que anteceden la lectura de Más de cien bestias... remiten a algunos de sus maestros confesos: Cela, Balzac, Raymond Carver. "No postulo una ruptura", matiza Gutiérrez Solís, "sino la posibilidad de ahondar en caminos que otros han abierto antes".

Entre los próximos proyectos de este joven escritor figura una colección de cuentos, Jugadores, coleccionistas y colores, que verá la luz según lo previsto entre marzo y abril del año próximo. Y ya ha comenzado a pergeñar una nueva novela: "Será un thriller muy negro, en el que quiero abandonar por un momento el sentido del humor. Tendrá una ambientación taurina y estará protagonizada por un torero psicópata que recorre los ruedos de toda España", apostilla.

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