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Una argentina rechaza un análisis de sangre para determinar si es hija de desaparecidos

La Corte Suprema de Justicia argentina ha vuelto a sorprender. Por un lado, reconoció al derecho de Evelyn Vázquez Ferrá, de 25 años, nacida en cautiverio, a negarse al análisis de ADN para comprobar si es hija de un matrimonio desaparecido durante la dictadura militar (1976-1983). Por otro, requirió a la Cámara de Casación, un tribunal inferior, que se pronuncie sobre la constitucionalidad de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final anuladas por el Congreso antes de dictar un fallo sobre la cuestión de Evelyn. Este requerimiento demoraría hasta 2004 la resolución definitiva y, mientras tanto, trabaría las acciones judiciales retomadas contra los militares amparados por esas leyes desde 1980.

Evelyn Karina fue inscrita como hija por el matrimonio Vázquez-Ferrá el 29 de octubre de 1977. Policarpo Vázquez, suboficial de la Marina y miembro del Servicio de Inteligencia Naval, con el que también colaboraba su esposa, la recibió "en el edificio Libertad, sede del comando en jefe de la Armada, de manos de un compañero al que le decían el Turco", y del que no recuerda el nombre, según confesó 22 años más tarde cuando fue procesado.

Todo indica que Evelyn nació en la maternidad clandestina de la Escuela de Mecánica de la Armada y es hija de los desaparecidos Susana Pegoraro y Rubén Bauer. Conoció la verdad el 11 de marzo de 1999, cuando entraron a la casa de sus padres en Mar del Plata, donde aún vive, para detener a Policarpo Vázquez.

La identidad legal debía comprobarse comparando el ADN de Evelyn con las muestras de la familia biológica recogidas en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Pero la mujer dijo que se haría el análisis si le aseguraban que la prueba no sería utilizada para condenar a sus padres adoptivos.

El Supremo había autorizado la extracción de sangre en casos anteriores, pero ahora, por siete votos contra uno, consideró que Evelyn ya es "mayor de edad" y, si no, quiere conocer su verdadera identidad "el Estado no puede obligarla". La Corte estima que la prueba ya no es necesaria tampoco para comprobar un delito ya confesado por sus autores.

En Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, Evelyn dice sentirse ahora "contenta y liberada". Admite que "algún día" tal vez sienta la necesidad de saber quién es. Sigue convencida de que sólo querían la prueba para condenar a sus padres. Recuerda que en la primera entrevista, la juez Servini de Cubría se puso furiosa y, según cuenta, le gritó: "Necesitamos el análisis para que tus padres queden presos". "Siempre me va a doler que lo condenen porque es mi papá y lo quiero, pero no es el mismo dolor que me produciría si lo condenan por mi análisis. Es como levantarle la mano a mi papá y pegarle, así lo siento yo".

Sus abuelas biológicas, que viven en la misma ciudad, dicen que sólo pretenden saber si es la hija de sus hijos "para verla y hablar con ella, al menos una vez".

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