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Crítica:INAUGURACIÓN DEL AUDITORIO DE TENERIFE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Viento en las velas

Pocas veces la inauguración de un auditorio había levantado una expectación semejante. El edificio para la música diseñado por Santiago Calatrava en Tenerife, al lado del mar, es, en primer lugar y visto desde fuera, una enorme escultura. Su interior catedralicio permite un juego lúdico en las relaciones entre arquitectura y música. La acústica es, en una primera impresión, nítida, transparente, aunque no especialmente brillante en la franja de sonidos más fuertes. El punto de partida es, en cualquier caso, francamente bueno. Con pequeños ajustes se optimizará, sin duda, la calidad del sonido. El barco con forma de pájaro de Calatrava alzó las velas con decisión anteayer. El viento estaba a favor. Y Tenerife fue una fiesta, con el príncipe Felipe de invitado de honor.

Inauguración Auditorio de Tenerife

Penderecki : Fanfarria real (estreno mundial), Beethoven: concierto nº 5 para piano y orquesta, Bruckner: Te Deum. Con Orquesta Sinfónica de Tenerife, Orfeón Donostiarra y Mikhail Pletnev (piano). Director: Víctor Pablo Pérez. Auditorio de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 26 de septiembre.

No es ningún secreto que la Sinfónica de Tenerife está en la élite de las orquestas
El estreno de la 'Fanfarria real' de Penderecki fue un gesto a la creación de hoy

Lo primero que hay que señalar es la lógica en la secuencia de los acontecimientos. El auditorio echa a andar cuando la Orquesta Sinfónica de Tenerife está más que consolidada en unas cotas artísticas de altura, es decir, primero ha sido el contenido y después el continente. No es ningún secreto que la Sinfónica de Tenerife está en la élite de las mejores orquestas españolas. Merecía una sede en consonancia con una trayectoria ejemplar. Víctor Pablo Pérez, su director musical, ha trabajado en firme y con criterio durante muchos años para dotar al conjunto de una personalidad definida. Algunos hitos: un extraordinario El anillo del nibelungo, de Wagner, para el Festival de Canarias; la dedicación a la obra del hispano-inglés Roberto Gerhard, con las consiguientes grabaciones discográficas e incluso la gira por Londres y el Reino Unido; la reciente grabación de la sinfonía Amerindia, del brasileño Villalobos, y, en fin, prácticamente anteayer una Sinfonía

fantástica, de Berlioz, en la Quincena Musical de San Sebastián, de las que quitan el hipo.

La orquesta llegó a la ceremonia de inauguración del auditorio sin necesidad de golpes de efecto en la confección de un programa atento a la solidez musical, sin recurrir al brillo por el brillo, con la consistencia de la música de Beethoven y Bruckner como argumento definitivo. El estreno de la Fanfarria

real, de Penderecki, fue un gesto hacia la creación actual, aunque no pasó de lo anecdótico. No se estrujó en exceso el cerebro el compositor polaco; presentando para la ocasión una obra menor, ni siquiera asistió al estreno.

Con el popular concierto Emperador, de Beethoven, demostró su musicalidad el pianista Mikhail Pletnev. Fue una versión de notable elegancia y esmerada ejecución, con un diálogo equilibrado entre solista y orquesta.

La pieza fuerte de la noche era, en cualquier caso, el Te

Deum, de Anton Bruckner. Magnífica y valiente elección. El Orfeón Donostiarra, de San Sebastián, se reencontró con sus esencias y mostró un sonido dúctil y sereno, sin necesidad de recurrir a excesos dinámicos fuera de lugar. Los pianíssimos fueron estremecedores y emotivos. El concepto musical irreprochable. Le va bien Brucker al Orfeón, como ya demostró en Berlín con la Filarmónica de la capital alemana y Daniel Barenboim hace no demasiado en la Misa en Fa. La conjunción de la Sinfónica de Tenerife y el Orfeón Donostiarra fue muy estimulante: un auténtico placer escuchar juntos a dos conjuntos de esta talla artística. El cuarteto de solistas -la elegante soprano canaria María Orán, la mezzosoprano Liliana Nikiteanu, el tenor Kurt Streit y el barítono Josep Miquel Ramón- estuvo seguro y sensible en sus cometidos vocales, contribuyendo de una manera muy eficaz a la redondez de la interpretación.

Fue una gran noche para Santa Cruz de Tenerife, para Santiago Calatrava (a quien el príncipe Felipe desvió los aplausos dirigidos a él) y, desde luego, para el director musical Víctor Pablo Pérez. El maestro está en un momento espléndido. Conjuga la técnica con la pasión y sus versiones transmiten instinto, fuerza y sutileza. Felicidades, y que cunda el ejemplo.

La Orquesta Sinfónica de Tenerife antes de su actuación.
La Orquesta Sinfónica de Tenerife antes de su actuación.EFE
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