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El último arte mexicano indaga en el dilema entre memoria y ruptura

Otra exposición reúne 21 bocetos del muralista José Clemente Orozco sobre la conquista

Aurora Intxausti

Bocetos, óleos, collages, fotografías y esculturas configuran una de las dos de las grandes exposiciones sobre arte de México que se han inaugurado en Madrid. México, identidad y ruptura (Fundación Telefónica) reúne a 10 artistas que indagan en sus obras en el dilema entre individualismo y globalización, memoria y ruptura. Una visión de la conquista (Círculo de Bellas Artes), por otro lado, muestra 21 bocetos del gran muralista José Clemente Orozco.

Las obras de los 10 artistas que se exhiben en el Museo de la Fundación Telefónica (Fuencarral, 3) forman parte de los estilos y tendencias que configuran en estos momentos el arte mexicano. Los autores indagan con sus trabajos en la búsqueda de la propia identidad en base a la diversidad y a la ruptura con el pasado. A través de sus obras representan un amplio abanico de opciones artísticas, de la pintura a la performance, lo que supone una amplia muestra de lo que están produciendo actualmente los artistas mexicanos.

Laura Anderson Barbata, Mónica Castillo, Thomas Glassford, Maya Goded, Yolanda Gutiérrez, Yishai Jusidman, Víctor Pimstein, Paula Santiago, Gerardo Suter y Boris Viskin coinciden, según la comisaria de la muestra, María Lluïsa Borràs, en "la promoción de espacios plásticos alternativos y han contribuido a la renovación del panorama artístico de México. Empezaron por poner en cuestión el mercado y el sistema establecido, buscando espacios alternativos, y acabaron por analizar la verdadera función del arte de su tiempo".

En México, identidad y ruptura se pueden contemplar una gran variedad de disciplinas artísticas. El pintor Boris Viskin recurre a una pintura matérica para evocar la memoria y la tradición. Gerardo Suter se sitúa en el otro extremo, el de la fotografía, con un trabajo eminentemente estético y simbólico que está basado mayoritariamente en la relación de la memoria y el país. Por primera vez, Maya Goded ofrece al espectador las "enyesadas", una serie de imágenes de denuncia teniendo como telón de fondo a la mujer en México.

Mónica Castillo es una artista que indaga sobre la memoria y la identidad y ha logrado realizar un documento alrededor de su rostro y de su persona, buscando en su memoria la propia identidad. Según la comisaria, María Lluïsa Borrás, Laura Anderson Barbata es una artista que ha logrado enriquecer el carácter poético y reivindicativo de sus evocacionoes de estudios etnológicos sobre las comunidades primitivas en vías de desaparición. De Yolanda Gutiérrez, Borrás señala que la escultora centra su interés en la ecología y trabaja con elementos del mundo natural a los que sabe dar un sentido a la vez reivindicativo y poético.

Paula Santiago ha ido modificando sus materiales de trabajo: inicialmente utilizaba un lenguaje extremo, empleaba el cabello y su sangre para trabajar sobre telas y encajes antiguos entrelazando lo tradicional con la modernidad. Por prescripción facultativa, tuvo que dejar de utilizar su sangre. Creador de objetos inquietantes, la obra de Thomas Glassford puede oscilar entre la frialdad y el erotismo, siempre evocando la experiencia vivida. Yishai Jusidman trabaja sobre la pintura intentando buscar soluciones a los problemas que le intrigan. Víctor Pimstein, por su parte, salió de México a los 23 años y se instaló en Barcelona en los noventa.

La comisaria de la muestra dice que es "el pintor de la fractura y la memoria no vivida sino representada, del paisaje tomado de una carta postal".

Por otra parte, un total de 21 bocetos de temple y dibujos realizados por el muralista mexicano José Clemente Orozco para la cúpula de la capilla mayor del Hospicio Cabañas en Guadalajara (México) se exponen desde ayer y hasta el 26 de octubre en la Sala Juana Mordó del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

La muestra Una visión de la conquista ofrece una lectura "ni tan paradisíaca de los indígenas mexicanos ni tan cruel de los conquistadores, a los que reconoce sus aportaciones, como el idioma", indicó el comisario de la exposición, Adrian Chalois.El Hospicio contiene en la capilla un total de 53 murales que Orozco realizó entre 1937 y 1939. "A través de contrastes, el artista expresó dramáticas actitudes humanas relacionadas con la conquista, la colonia y los tiempos modernos", dijo ayer la agregada cultural de la Embajada de México, Lucía García Noriega.

Los bocetos que se exponen, Lo científico, Lo barroco, Guerreros sentados, Cervantes y El Greco, Hernán Cortés y Felipe II, forman parte del fresco El hombre en llamas de la cúpula de la capilla, en el que algunos han visto una alegoría de los cuatro elementos y otros la metáfora del Ave Fénix o el mito de Dédalo e Ícaro.

"Orozco expresó con fuerza y emoción toda la virulencia del choque cultural y lo que supuso el peso brutal de la Iglesia cayendo sobre el mundo indígena. Con el indigenismo enmascarado, profundizó en quienes vivieron y convivieron antes de la conquista, en el dolor y la escisión que trajo la cruz, así como en los conquistadores y en ese mestizaje que permitió que hoy podamos compartir una misma lengua", señaló García Noriega.

<i>Cabeza de guerrero indígena, </i>de José Clemente Orozco.
Cabeza de guerrero indígena, de José Clemente Orozco.
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Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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