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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Divulgar deleitando

Acabo de llegar es la última entrega de los artículos que Stephen Jay Gould publicó en 'Natural History', en los cuales mezcla erudición y facilidad de lectura científica.

El 11 de septiembre de 1901 llegaba a las costas de Nueva York un emigrante húngaro, Joseph A. Rosemberg. Justo 100 años después, mientras su nieto, Stephen Jay Gould, regresaba a su casa desde Milán, dos aviones se estrellaban contra las Torres Gemelas. Entre estos dos acontecimientos se enmarcan los 31 ensayos que componen este último y, como los anteriores, delicioso libro de Gould. Quizá, desde Carl Sagan, Gould es el único con un registro tan amplio de intereses y de conocimientos. Poseía una enorme capacidad para divulgar cualquier tema que tocase y para generar interesantes polémicas. Nacido en Nueva York en 1941 y muerto en la misma ciudad en mayo de 2002, Gould publicó a lo largo de casi 30 años 300 ensayos sobre ciencia en la revista Natural History, que posteriormente han visto la luz en forma de libros. Ahora se publica la décima y última entrega.

ACABO DE LLEGAR

Stephen Jay Goulda

Traducción de Juandomènec Ros

Crítica. Barcelona, 2003

531 páginas, 29 euros

Desde un profundo conocimiento literario de Vladímir Nabokov, famoso como novelista pero antes que eso experto en mariposas, hasta la concepción del origen del mundo que figura en el vestíbulo de la iglesia de San Marcos, pasando por la utilización torticera que hace Freud de la falsa teoría de la recapitulación (un embrión atraviesa todas las fases de la evolución), todos los temas que Gould desgrana tienen la justa mezcla de erudición y facilidad de lectura. Partiendo de "trivialidades aparentes con grandes tentáculos de implicación" y con un sentido de la divulgación basado en "tratar a los lectores como iguales, no como consumidores de cosas fáciles de oír mientras están conduciendo", Gould se revuelve contra quienes consideran estos ensayos obra menor, los "investigadores que (en mi opinión) son claramente provincianos y no citan mis ensayos (aunque citan felizmente mis artículos técnicos) porque su contenido no vio su primera luz publicado en una revista tradicional, revisado por pares, para los estudiosos con credenciales".

Gould reivindica el valor

técnico de sus ensayos populares, entre otras razones porque "he colocado con frecuencia en esos ensayos descubrimientos originales que considero más importantes, o incluso más complejos, que algunos temas que inicialmente publiqué en revistas científicas convencionales". Pero, eso sí, recreándose en la narración, buscando relaciones donde aparentemente no las hay, como entre la evolución y el entierro de Marx, y, sobre todo, defendiendo apasionadamente sus ideas y haciendo divulgación sin complejos y sin ponerse abstruso para darse importancia.

Una vez más, en los 31 ensayos de este libro vuelve a sus temas favoritos para arrojar sobre ellos un poco más de luz, mostrarnos un nuevo ángulo desde el que verlos, original y a menudo paradójico, siempre apasionante. Eso, sin duda, requiere un notable esfuerzo de traducción, en general conseguido en este libro, aunque en algunas ocasiones se ve demasiado al traductor, que salpimenta el texto con demasiadas notas a pie de página no todas ellas imprescindibles. Entre otras originalidades bautiza al viejo Linneo, Carolus Linneus, como le llama Gould en el texto original y como siempre ha sido conocido, como Carl (o Karl, varía) von Linné, algo que el traductor viene haciendo en los libros de Gould desde 1999 (La montaña de almejas de Leonardo) pero no en los, muchos, anteriores.

La temible palabra que empieza con "e", evolución, fue el caballo de batalla de Gould, en sus investigaciones y en la mayoría de sus ensayos. Añadió ideas nuevas y brillantes, aunque discutibles, como todas, al cuerpo central de la teoría y, sobre todo, batalló para que dejara de ser una teoría "optativa". Ayudó como pocos en los últimos 25 años del siglo XX a sentar las bases de la nueva síntesis evolutiva que aún debe cohonestar las diferencias actuales del cuerpo doctrinal. Su obra científica más influyente, Ontogeny and Phylogeny, apareció, por casualidad, al mismo tiempo que su primer libro de ensayos, Desde Darwin, en 1977. Justo antes de su muerte, cuando preparaba la edición de este libro, y también por casualidad, aparecía su testamento científico, The Structure of Evolutionary Theory (Harvard University Press), 1.433 páginas definidas por Mark Ridley, de la Universidad de Oxford, en The New York Times, como "un magnífico resumen de un cuarto de siglo de influyente pensamiento y una importantísima publicación en biología evolutiva". Ninguna de las dos obras científicas de Gould está traducida al español.

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