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Crítica:FERIA DE SAN SEBASTIÁN DE LOS REYES | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La corrida de El Ventorrillo propició el tedio

La corrida de El Ventorrillo estuvo muy bien presentada, pero dio juego, en general, deslucido, y eso propició en parte una tarde que rayó en el tedio y la desesperanza.

Luis Miguel Encabo estuvo poco fino en el momento fundamental de la suerte suprema en su primer toro, noble y repetidor por ambos pitones. Lo que hizo de bueno con el capote, por verónicas y en un quite por chicuelinas, y la faena de muleta, aseada, acabó por desaparecer, hacerse humo de pajas que en el olvido habitan desde entonces.

En su segundo, Encabo estuvo más centrado con la muleta y, sin llegar a explotar las posibilidades del toro a fondo, dio muletazos limpios, de corto trazo y vuelo, al natural o por el lado derecho en línea recta. Puso banderillas fácil y resuelto, reunió los pares arriba sin problemas y ganó la cara las tres veces suficiente, suelto, sin mucho aparato. Y volvió a manejar la espada sin convicción. El brazo muy retrasado y a mucha distancia del morillo o la cruz del toro.

El Ventorrillo / Encabo, Marín, Pereira

Toros de El Ventorrillo, muy bien presentados, mansos, de juego irregular; 1º, noble, y 6º, manejable. Luis Miguel Encabo: seis pinchazos -aviso-; dos pinchazos y bajonazo (silencio); dos pinchazos, media estocada y tres descabellos (leves palmas). Serafín Marín: pinchazo, estocada trasera y caída (silencio); estocada trasera perdiendo la muleta (silencio). Sebastián Pereira, que tomaba la alternativa: pinchazo, estocada caída -aviso-, cuatros descabellos (ovación), y pinchazo y estocada casi entera (oreja). Plaza de San Sebastián de los Reyes, 28 de agosto, 4ª de feria. Casi media entrada.

Un susto grande se llevó Serafín Marín al recibir de capa al tercero. Le tropezó el primer lance, le pisó el percal, quiso recuperarlo y, en el intento, al tirar de la tela, se cayó en la cara del toro, que le pasó por encima sin llegar a herirlo de milagro. En el último tercio se comportó después el toro como un marrajo, y Marín, como un valiente, que aguantó miradas, parones y se cruzó en la cara del regalito, al que consintió y sacó muletazos de mucho mérito. En su segundo, nada que apuntar del capote. El toro fue manso, de poca fijeza frente a los llamados engaños, y Serafín Marín le instrumentó un trasteo de pañosa muy largo, un tanto deslavazado. Hasta cinco series de derechazos llegó a enjaretarle, así como tres tandas irregulares de naturales, para terminar con un circular por la espalda, la muleta en la mano derecha, que le fue levemente aplaudido. Un balance de escaso fuste.

Sebastián Pereira, que tomaba la alternativa, acusó la falta de rodaje, pero estuvo digno con un toro manejable, que tenía un pitón derecho de embestida larga y que resultó bastante deslucido. Molestó el aire en algunos pasajes de la faena de muleta y sufrió dos desarmes. Llegó a dibujar pases sueltos de buen trazo y se lució en los lances de saludo, en especial en una media verónica a pies juntos, de línea aromática.

En el sexto, Sebastián Pereira comenzó muy bien la faena de muleta y dio los mejores pases de la tarde, templados y de buen dibujo por los dos pitones. Un pase por alto para quedarse colocado, luego un derechazo con gusto, a continuación el pase de la firma, otro de pecho y un recorte airoso. Prometía la historia, tras esas primeras luces que despidieron torería. Sin embargo, el trasteo resultó desigual y con varios puntos muertos.

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