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Reportaje:CINE

De Palma reflexiona sobre el destino y los sueños

En 'Femme fatale', el realizador ahonda en la capacidad profética de los sueños, tomando como referencia el cine negro.

Brian de Palma, de 63 años, confiesa haber tenido a lo largo de su vida sueños premonitorios. "He tenido sueños que luego se han hecho realidad", reconoce, en una conversación telefónica desde Nueva York. "Si tienes la oportunidad de saber lo que te pasará, entonces tendrás la oportunidad de cambiarlo", asegura el veterano director de Los intocables de Eliot

Ness, y recuerda que "desde el principio de la humanidad han existido profetas". Su última película, Femme

fatale, que se estrena hoy en España, es, además de un homenaje al cine negro -aunque no en su estética pues los complicados giros de cámara son contrarios al film noir-, una reflexión sobre "el destino y la capacidad de cambiarlo" a través de señales: un sueño que tiene el personaje principal, Laure, encarnada por Rebecca Romijn-Stamos.

Lo que parece en principio una historia de venganza y chantajes, ambientada en París, pasa a ser una compleja referencia onírica. "Es la historia de un sueño", explica el director estadounidense, "y está contada con sus convenciones". Es, por tanto, una película "menos realista que otras que he hecho en el mismo género", considera. Este thriller, género predilecto del director estadounidense con títulos como Vestida para matar o Doble

cuerpo, retoma el icono de la mujer manipuladora, fría e hirientemente bella del cine negro, que teje su intrincada tela en torno al fotógrafo Nicolas Bardo, interpretado por un Antonio Banderas que De Palma califica de "extraordinario actor de múltiples registros".

El director se puso en contacto con Banderas a través de su mujer, Melanie Griffith, con la que ya había trabajado en La hoguera de las vanidades o Doble cuerpo. Según De Palma, Griffith animó al actor español diciéndole: "Debes aceptar, es importante para ti".

Diez años llevaba De Palma sin escribir el guión de las películas que dirigía, desde que en 1992 filmara En nombre de Caín. Ahora retoma su faceta de escritor de complejas tramas con esta historia, repleta de erotismo, que arranca en el Festival de Cannes, donde un grupo de sofisticados ladrones planea el robo de un tocado de diamantes en la première de la película Este-Oeste. El director Regis Wargnier y la actriz Sandrine Bonnaire hacen un cameo en el que se interpretan a sí mismos no faltos de una mirada irónica sobre los festivales de cine. La banda de ladrones de guante blanco se ve traicionada por Laure, la protagonista, que, tras llevarse consigo el botín, debe iniciar una huida que la llevará a tomar distintas personalidades y a utilizar una cadena de mentiras y traiciones.

"Laure es una manipuladora nata", explica, "es una zorra". Un personaje cargado de erotismo al que De Palma concede, gracias a la secuencia onírica del filme, "una ambigüedad y simbolismo" que no se revelará hasta los últimos minutos de cinta. Pero los sueños en Femme

fatale, como en la vida, se alimentan de lo que ven y miran los personajes. La inspiración del personaje de Romijn-Stamos para convertirse en una mujer fatal del siglo XXI es una secuencia del clásico del cine negro, Perdición, de Billy Wilder, donde Barbara Stanwyck ejerce de auténtica encarnación de mujer sensual, fría y cruel, un icono "misterioso y peligroso", según De Palma, que funciona de imán en la trama.

Brian de Palma trabaja ahora en un nuevo thriller psicológico, Toyer, basado en una novela de Gardner McKay, que comenzará a rodarse en Venecia. De París en Femme fatale a Venecia en Toyer. "Me siento atraído hacia la belleza y la arquitectura, algo que echo de menos en el cine", concluyó.

El director estadounidense Brian de Palma.
El director estadounidense Brian de Palma.EFE

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