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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

ETA en México

La detención en México de nueve presuntos miembros o colaboradores de ETA, seis de ellos españoles con causas pendientes en la Audiencia Nacional -aunque, al parecer, prescritas- y tres de nacionalidad mexicana, ha supuesto, según el ministro Acebes, un importante golpe a la estructura financiera, logística y de falsificacion de documentos de la banda terrorista en aquel país latinoamericano. En cambio, el portavoz del PNV en el Congreso ha visto algo oscuro en la operación por el hecho de que uno de los detenidos -José María Urkijo, alias Kinito- sea un antiguo confidente del ex policía José Amedo, según se desveló en 1989 a raíz del primer proceso judicial abierto por el asunto de los GAL.

Pero este hecho no resta importancia a una operación que, además de constituir un paso más en el cerco internacional a ETA tras el 11-S, muestra la creciente dificultad de la banda para moverse en su refugio latinoamericano. A ello se suma en este caso el dato inquietante de que por primera vez se ha intervenido a un comando etarra manuales para fabricar armas químicas.

Las detenciones en México han estado precedidas de la captura de otro presunto miembro de ETA en Gernika, que, al parecer, canalizaba el flujo de fondos por parte de la dirección de la banda al país latinoamericano. Las autoridades mexicanas han dado en este caso una respuesta inusitadamente rápida al requerimiento del juez Baltasar Garzón.

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Desde 1995 han sido extraditados a España desde México al menos 23 presuntos miembros de ETA merced a un procedimiento que se ha ido simplificando. Incluso si los presuntos etarras detenidos en esta ocasión no fueran extraditados por tener sus causas prescritas, su actuación no quedará impune. Según la procuraduría, los detenidos venían actuando como una terminal logística y financiera

de ETA.

En todo caso, lo más importante de la operación es que pone de manifiesto la creciente sintonía entre España y México sobre el carácter terrorista de ETA y la necesidad de combatir sus acciones. El hecho de que la red desarticulada contara con colaboradores de nacionalidad mexicana justifica todavía más la cooperación antiterrorista entre los dos países.

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