La Nina más rápida de siempre
Jivanevskaia bate el récord de España y aspira hoy a la primera medalla en 100 metros espalda
Un nuevo horizonte se abrió ayer para Nina Jivanevskaia. Clara candidata a subir al podio en los 50 metros espalda, la nadadora de origen ruso, la única esperanza española de medalla en la natación, anunció ayer, con una excelente actuación, que también opta a subirse al escalón en los 100 metros espalda. En su debut en estos Mundiales, Jivanevskaia no sólo logró su primer objetivo de clasificarse para la final del hectómetro. Lo hizo, además, de forma contundente, mejorando en 15 centésimas el récord de España que ella misma había establecido en los Juegos Olímpicos de Sydney (1m 0,89s) y pulverizando su mejor marca personal. Con 1m 0,74s, la Jivanevskaia de ayer fue la más rápida que se haya visto nunca en esta distancia. Ni siquiera cuando competía bajo bandera rusa había logrado deslizarse con tanta fluidez como la que demostró ayer. A sus 25 años, y tras una preparación exhaustiva en la piscina y en el gimnasio, Jivanevskaia parece haber alcanzado la condición óptima para protagonizar las mejores páginas de su carrera deportiva. Más que nunca, la final de hoy le brindará la primera oportunidad para corroborarlo. Porque, lejos de lo que temía, la española no tendrá que batirse con la estadounidense Natalie Coughlin, la máxima favorita. La niña prodigio de la natación mundial, la primera mujer que ha logrado surcar esta distancia en menos de un minuto (59,58s), ni siquiera logró clasificarse para la semifinal. Aquejada de fiebre, se desplomó en las preliminares.
Mientras, Jivanevskaia, ajena a la presión que habitualmente la acompaña y contenta de nadar por fin en casa, tomó buena nota de lo que no debía hacer durante las preliminares de la mañana y en las semifinales de la tarde cuajó una actuación que la acerca con paso firme y amenazante al podio de la final de hoy. Es ahí donde se librará la cruenta batalla, donde tendrá que reafirmar de verdad su candidatura a medalla. Frente a ella, tendrá a la alemana Buschschulte, que ayer se clasificó con el mejor tiempo de las semifinales (1m 0,61s), y a la británica Katy Sexton, que, pese a pasar a la final con el tercer mejor tiempo -el segundo fue el de Jivanevskaia-, ostenta la mejor marca del año con 1m 0,49s. "Creo que la alemana será mi principal rival, pero todas estamos muy igualadas", advirtió la española.
Aunque es cierto que Jivanevskaia se benefició de la ausencia de Coughlin -"un obstáculo menos", debió pensar cuando supo que la máxima favorita no había superado la criba-, no lo es menos que, tal y como nadó ayer, la española, que partía con el cuarto mejor registro de la temporada, demostró que su obsesión por prepararse en Torremolinos, sola, alejada del resto de la selección, comienza a dar los frutos pretendidos en estos campeonatos.
Y así, mientras Coughlin sufría en la piscina, Jivanevskaia, relajada, sin demasiados apuros, tomaba notas para optimizar su actuación en la final. Porque, cuando abandonó la pileta flotante del Sant Jordi por la mañana lo hizo cansada; más de lo que ella hubiera deseado. De modo que, por la tarde, en la semifinal, modificó la estrategia. Nadó un primer cincuenta ligeramente más lento -30,04s frente al 29,97s de la mañana- y apretó en la última piscina. "Me he encontrado mucho mejor que esta mañana", aseguró tras distender sus músculos en la piscina de relajación. "La final la nadaré más o menos como esta semifinal".
Con esa estrategia, muy bien situada en la parrilla de salida, y a la espera de estrenarse en los 50 espalda -en esta ocasión, ha descartado competir también en los 200-, la mejor Jivanevskaia puede colgarse hoy la primera medalla de la natación, la que representaría la quinta para España en estos Mundiales.
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