A vueltas con los bañadores
La natación no ha comenzado, pero las marcas ya anuncian los deportistas que lucirán sus bañadores durante la competición. Todas buscan a las estrellas y les ofrecen un bañador que les ayudará a mejorar su rendimiento. El diseño de estas prendas ha pasado por diversos momentos. Al principio se produjo una gran controversia sobre su utilización por considerarlos o no reglamentarios.
La Federación Internacional, modificando sus tradicionales criterios restrictivos, consintió su utilización sin más, con la única limitación de que su peso específico no fuera menor que el del agua: en ese caso sería considerado como ayuda externa al rendimiento. De todas maneras, no hay constancia de que se pesen los bañadores, aunque algunos fabricantes en la publicidad añaden una supuesta certificación de la FINA. Todavía son muchos los entrenadores que consideran estos bañadores una ayuda ilegal. Y las investigaciones no siempre añaden luz.
Inicialmente se consideró que el beneficio unía aspectos relacionados con la presión que el tejido somete al músculo en su esfuerzo (facilitando el retorno venoso y produciendo un cierto masaje) con aspectos puramente biomecánicos. La fricción superficial que produce el agua en el cuerpo del nadador podría ser reducida si en el bañador se introducen ciertas rugosidades pequeñas a imitación de la estructura de la piel de los peces. De esta manera, este tipo de resistencia podía ser reducida en comparación con la piel depilada de un nadador. Debe tenerse en cuenta que la resistencia de fricción no supera el 10 por ciento de la resistencia total. Y que este bañador podría reducir en un cinco ó diez por ciento esta resistencia, con lo cual su contribución total no pasaría del 0,05 a 0,1 %. Estos valores son bastante menores a los que la publicidad de los bañadores trata de sugerir en sus investigaciones.
Pero la observación subacuática de la competición revela otros beneficios. Fotografías detalladas de los nadadores muestran como el tejido atrapa multitud de burbujas a lo largo de su superficie. Ademas, tras la salida, de forma accidental o a veces provocada, el nadador atrapa grandes burbujas alrededor de las caderas u otras partes del cuerpo. Estas burbujas, durante el tiempo que permanecen en el bañador, modifican la flotabilidad del nadador ayudándole a mantenerse más horizontal en el agua, lo que reduce en un mayor grado la resistencia.
Nos encontramos ahora en la misma situación que con el control arbitral del reglamento aplicado a cada uno de los estilos. Los nadadores realizan acciones ilegales bajo el agua que no pueden ser observadas por los jueces que se encuentran sobre el agua. Con los bañadores ocurre que estas burbujas se suelen producir en la fase subacuática de las salidas o virajes, donde los jueces prácticamente no pueden ver nada.
El problema no tiene fácil solución y, mientras tanto, las empresas producen unos bañadores que pueden ayudar a que los nadadores naden más rápido sin que sepamos a ciencia cierta cuáles son sus beneficios.
Raúl Arellano es profesor universitario y científico
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.