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Cada día se estropean en Barcelona 500 de los 3.000 teléfonos públicos

Las cabinas sufren ataques vandálicos un promedio de 20 veces al año

Cada día quedan fuera de servicio entre 400 y 500 de los cerca de 3.000 teléfonos públicos que hay en la ciudad de Barcelona, según Telefónica, y más de la mitad se averían al menos una vez al año. De las 6.600 cabinas públicas que existen en la provincia de Barcelona, entre 200 y 500 -dependiendo del periodo del año- permanecen averiadas al menos un mes seguido, según Josep Bell, presidente del comité de empresa de Telefónica.

Cada teléfono fue violentado un promedio de 19,8 veces durante el año 2002, según Telefónica. La cantidad de aparatos rotos aumenta con ocasión de las grandes fiestas, como la verbena de Sant Joan, cuando muchas cabinas sufren destrozos a causa de los petardos o por violencia deliberada. También hay zonas más problemáticas que otras. El caso más claro es el de La Rambla, donde la cantidad de teléfonos fuera de servicio es muy superior a la del resto de la ciudad.

Básicamente, las averías se deben a dos causas: muchos teléfonos no funcionan debido a las maniobras que realizan algunas personas para robar monedas o intentar llamar gratis al extranjero. Las estrategias varían desde trucos sutiles al simple golpe o directamente el martillazo. La segunda causa son los actos vandálicos, ya no para intentar sacar un provecho económico, sino con el único objetivo de destrozar los teléfonos.

Si bien la limpieza de las cabinas ha sido asumida por su filial Capitel, Telefónica se encarga del mantenimiento y de la recaudación. Los teléfonos son controlados por un sistema computadorizado que detecta en tiempo real cuándo se avería un aparato. Si es posible, se repara la unidad en el momento a través de un control remoto. En caso de que la avería sea más importante y exija que se desplace un técnico, Telefónica puede tardar varios días en solucionar el problema.

Josep Bell, del sindicato Cobas-Ast, sostiene que el deterioro de las cabinas públicas se inició con la privatización de Telefónica. "Desde aquel momento se han cerrado 500 cabinas porque no eran rentables. Además, el mantenimiento es peor ahora por problemas de plantilla", asegura. Según este líder sindical, los empleados de Telefónica no dan abasto para reparar la altísima cantidad de cabinas que se estropean cada mes.

El negocio de los móviles

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Por su parte, muchos usuarios sostienen que el deterioro del servicio ha coincidido con el auge de los teléfonos móviles, algo que también piensa Bell. "El negocio del móvil le da más ingresos a la empresa que la telefonía pública", asegura, "eso hace que probablemente Telefónica se preocupe menos por mantener el buen estado de las cabinas". Fuentes de la empresa afirman que se trata de negocios distintos y que les interesa mantener un buen servicio en ambos casos.

El aspecto de la mayoría de las cabinas dista mucho de ser el ideal: generalmente están sucias y rayadas, y a veces ni siquiera funciona la pantalla que indica cuánto le queda de crédito al usuario. Telefónica explica que, a pesar de que las carcasas son antiguas, los teléfonos tienen incorporados sistemas tecnológicos de última generación. Tecnología que ahora impide que los extranjeros llamen gratis a su país, algo que era habitual hace poco.

Una tarea difícil

El único objetivo de Laura Carballo, de 22 años, era realizar una simple llamada desde el teléfono público ubicado a pocos metros de su casa, en Nou Barris. Pero no daba tono. Probó en el de al lado y tampoco lo logró: el número 3 no funcionaba. Caminó hasta la plaza del Virrei Amat e intentó hablar desde una tercera cabina, pero el aparato ni siquiera le reconoció la tarjeta telefónica. Buscó otro teléfono en la misma plaza; funcionaba, pero se oía muy fuerte la conversación de otro usuario. Ya cansada, localizó una última cabina, pero allí ni siquiera estaba el teléfono, lo habían robado. A la sexta fue la vencida. Diez minutos más tarde del primer intento, consiguió hacer su llamada.

Las averías hacen que los usuarios reaccionen mal y se ensañen con los teléfonos, como sucedió con un hombre de poco más de 30 años que comenzó a golpear violentamente un teléfono en la calle de Pelai. Una mujer le pidió explicaciones. "No atente contra el mobiliario urbano", le exigió. El hombre no le prestó atención; el teléfono se le acababa de comer un euro. "Es un servicio poco fiable", opina otra usuaria en la estación de Sants. "Cuando uno está en la calle y le urge hacer una llamada, no es aconsejable recurrir a un teléfono público".

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