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La posibilidad de aplazar el relevo de Xabier Arzalluz encuentra fuertes resistencias en el seno del PNV

La sugerencia lanzada el pasado día 22 por el portavoz del PNV, Joseba Egibar, sobre la conveniencia de aplazar, dada la delicada situación política de Euskadi, el relevo del presidente del partido, Xabier Arzalluz, está encontrando fuertes resistencias en el seno del primer partido vasco. Arzalluz debería dejar su cargo, en principio, en enero. Las resistencias se localizan, sobre todo, en la poderosa organización de Vizcaya, que aglutina a la mayoría de la militancia peneuvista.

Arzalluz ya ha perdido este año una batalla frente a la ejecutiva vizcaína por la elección del candidato del PNV a la Diputación de Vizcaya, al promover la permanencia de su anterior responsable, Josu Bergara. El escaso apoyo que obtuvo entre la militancia frente al candidato de la ejecutiva provincial, José Luis Bilbao, quien hoy será elegido por mayoría absoluta nuevo diputado general, llevó a Bergara a retirarse en mitad del proceso.

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La sugerencia de Egibar, que nadie cree que lanzase sin ningún apoyo, ha sido mal recibida en sectores del partido y del propio Gobierno de Juan José Ibarretxe, que no se recatan en mostrar su oposición tajante, siempre con la reserva del anonimato. En medios del Ejecutivo se señala que el relevo debe hacerse, como está previsto, en enero. "También era un momento difícil el del relevo del lehendakari [José Antonio Ardanza, en 1998, con el Pacto de Ajuria Enea roto y la estrategia de unidad nacionalista que desembocó en el pacto de Lizarra y la tregua de ETA] y pese a todo se hizo", recalcan estas fuentes. Como mucho, acceden a un aplazamiento de "dos o tres meses" por la celebración en marzo de las generales. Un aplazamiento de ese tipo, recuerdan, tiene precedentes. Así se hizo tras la anterior asamblea general del PNV, en enero de 2000, cuando se decidió retrasar la renovación de las ejecutivas regionales hasta después de las elecciones de ese año.

Una fuente alavesa del partido muestra la misma firmeza: "Soy el primero que idolatra a Arzalluz, pero ya es hora".

Otros dirigentes que conectan más con la sugerencia de Egibar ironizan cuando se les plantea esa resistencia: "Los que dicen eso tendrán ya un candidato alternativo, ¿no?"

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Ahí radica en gran medida la cuestión. La figura de Egibar, "ungido", en palabras de otro miembro del partido, por la vieja guardia, encuentra gran oposición en Vizcaya. El portavoz de la ejecutiva no ha logrado hacerse admitir en la poderosa organización vizcaína, donde se entrecruzan todas las familias y grupos que coexisten en el partido.

En esa organización, aseguran otras fuentes, hay voces que ya hablan de su preferencia por asumir a Egibar antes que renunciar al relevo. Sería una renuncia a batallar por la cabecera del partido y evitar un enfrentamiento interno, a cambio de conformar después una ejecutiva "muy distinta de la actual, una ejecutiva de verdad, con mucho peso político", lo que, en definitiva, se traduce como una ejecutiva muy controlada desde Vizcaya.

[La secretaria de la ejecutiva peneuvista, Josune Ariztondo, dijo ayer que "no hay ninguna crisis interna" sobre la posible continuidad de Arzalluz, informa Efe].

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