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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Con la Hoja de Ruta

Todas las piezas se hallan ya, aparentemente, en su casilla. Tras la destrucción del régimen iraquí y la semi marginación del presidente Arafat, la Hoja de Ruta, pergeñada por el Cuarteto que integran Estados Unidos, UE, ONU y Rusia, para la reanudación del proceso de paz, fue entregada ayer al primer ministro israelí, Ariel Sharon, y a Abu Mazen, ratificado como jefe de Gobierno el martes por el consejo legislativo palestino. Nada debería impedir en teoría que el líder israelí, que niega toda representatividad a Yasir Arafat, se sentara frente a su contraparte para hablar de paz. Y, sin embargo, el trayecto hasta la mesa de negociación se presenta de lo más proceloso.

Sharon tiene 15 objeciones que desea ver incorporadas a la Hoja de Ruta. La primera de ellas es que debe fijar un plazo de tiempo sin atentados para empezar a negociar. En contra de esta exigencia, Hamás no sólo ha declarado ya que el plan es una rendición a las exigencias de seguridad sionistas, sino que ha reivindicado el atentado que causó el martes la muerte de tres civiles israelíes, más la del propio hombre-bomba. Y aunque la Hoja parece reclamar alguna simultaneidad entre el cese de la violencia y el comienzo de la retirada israelí, así como la paralización del movimiento colonizador en los territorios, hay una evidente ambigüedad, que da margen a la interpretación. Sólo se califica de "inmediata" la necesidad de que cese el terror contra el ocupante. Abu Mazen, por su parte, se dice capaz de persuadir u obligar al fanatismo islamista a enfundar las armas con el horizonte de la prometida creación de un Estado palestino para 2005.

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Y por si las dificultades sobre el terreno fueran pocas, 83 senadores y 278 representantes norteamericanos han firmado cartas oponiéndose a que Washington presione a Sharon a que haga concesiones mientras continúen los atentados. Todo apunta, por tanto, a que la carga de la prueba va a recaer, básicamente, sobre la parte palestina.

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