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Tribuna:GUERRA EN IRAK | La opinión de los expertos
Tribuna
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La imposición de la democracia en Irak: inmoral o pura locura

La afirmación de que una forma democrática de gobierno es una mayor defensa contra la guerra y protege los derechos humanos parece ser la justificación para que el mundo democrático luche por los procesos de democratización en todo el mundo. Se puede alegar que desde la caída del muro de Berlín el mundo ha sido testigo de una multitud de guerras locales que han sido una amenaza para el orden mundial. La transformación de un sistema autocrático en una democracia es delicada y está acompañada de muchos escollos, ya que concede a grupos de interés la oportunidad de usar el frágil sistema democrático para hacerse con el poder "democráticamente".

Es evidente que la única forma real de tener éxito a la hora de adoptar la democracia es a través de un proceso gradual acompañado de cambios sociales y políticos dentro del sistema social.

"La transformación de una dictadura autocrática en una democracia requiere un cambio social básico"
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EE UU, a las puertas de Bagdad

Esto significa en realidad que los intentos de Estados Unidos de establecer un sistema político democrático en Irak después de la guerra, basándose en una estructura social desmantelada y muy inestable, es, como mucho, no realista y, en el peor de los casos, pura locura. Un esfuerzo bélico basado en derribar el régimen de Sadam, por una parte, y crear un sistema democrático, por otra, está lleno de peligros inherentes. Por añadidura, el hecho de que Irak está rodeado de enemigos no democráticos como Irán y Siria, que tienen intereses creados en el país, podría poner en peligro aún más su existencia y la del pueblo iraquí. Además, el efecto de contagio podría contribuir a la inestabilidad del ya inestable Oriente Próximo. La transformación de una dictadura autocrática en un sistema democrático de gobierno requiere un cambio social básico. Éste debe ser un proceso que tiene que evolucionar gradualmente y nutrirse con gran cuidado. No puede ser un cambio revolucionario, una imposición del exterior por parte de potencias que son impacientes y quieren "zanjar el asunto". Los socios de la coalición dirigida por Estados Unidos tienen programas diferentes o adicionales. El presidente Bush pretende cabalgar como un vaquero del "salvaje Oeste" para hacer frente a los grandes retos que tiene por delante y no "empantanarse" en un proceso de construcción nacional y reconstrucción social. Tiene que ocuparse de la economía estadounidense en su campaña para la reelección, desea ocuparse de lo que denominó los Estados del eje del mal y, aunque sea a regañadientes, tendrá que afrontar el conflicto palestino-israelí a través de su "hoja de ruta". Todos éstos son temas de gran relieve en comparación con el lento proceso de producción de cambios sociales y políticos en Irak. Estados Unidos está llevando a cabo actualmente un proceso de desmantelamiento de la estructura social de Irak; es la misma estructura que tendrá que asumir la mayor parte de la reconstrucción desde dentro una vez que la guerra haya acabado. Si el "nuevo Irak" se va a basar en la imposición externa, sus posibilidades de tener éxito serán insignificantes y el potencial de convertirse en una carga para la estabilidad de Oriente Próximo o incluso internacional se hará mayor.

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