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GUERRA EN IRAK | La situación en Egipto

Mubarak: "Vamos a tener un centenar de Bin Laden"

Egipto se niega a cerrar el canal de Suez a los barcos de guerra de Londres y Washington

"Vamos a tener un centenar de Bin Laden", advirtió ayer el presidente egipcio, Hosni Mubarak, en un discurso sobre la guerra de Irak ante su Tercer Cuerpo del Ejército. Mubarak dijo en voz alta y clara lo que piensan, en Oriente Próximo y otras partes del mundo, muchos políticos, diplomáticos y expertos: la invasión británico-estadounidense de un país árabe y musulmán sin mandato de Naciones Unidas es contradictoria con la lucha contra el terrorismo islamista.

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Los partidarios de la yihad terrorista tienen nuevos argumentos y amplían su cantera de reclutas. "Esta guerra", dijo Mubarak, ante los soldados con base en el canal de Suez, "va a tener graves repercusiones, incluyendo la unificación de los grupos terroristas. Vamos a tener un centenar de Bin Laden". Mubarak es una autoridad en el asunto. Llegó al poder tras el asesinato de su predecesor, Anuar el Sadat, por un grupo integrista musulmán y lleva más de 20 años combatiendo con dureza y hasta brutalidad esa corriente. Las organizaciones de derechos humanos calculan que hay encarcelados 30.000 islamistas en el valle del Nilo.

Egipto es la cuna de la yihad contemporánea contra EE UU, Israel y los regímenes árabes prooccidentales. Aquí arrancó la Cofradía de los Hermanos Musulmanes, la rama primigenia de todos los islamismos actuales. Pese a que su condición oscila entre la ilegalidad y la tolerancia, los Hermanos Musulmanes constituyen la principal fuerza política de oposición en Egipto y tienen un gran peso cultural y socioeconómico. Aquí también surgieron, desgajados de los Hermanos Musulmanes, grupos violentos como la Gamaa Islamía y Al Yihad, que protagonizaron horribles atentados contra occidentales, incluyendo el que en 1997 mató en Luxor a 56 turistas. Y en Egipto nacieron Mohamed Atta, el líder de los kamikazes del 11-S, y Ayman Al Zawahri, ideólogo y número dos de Al Qaeda, la organización que dirige Bin Laden.

Mubarak no es el único dirigente árabe que ha advertido amistosamente a George Bush, Tony Blair y José María Aznar de la contradicción entre la invasión de Irak y el combate contra el terrorismo islamista.

Los gobernantes de Jordania, Arabia Saudí, Líbano y Siria también han expresado su temor a que este conflicto dé munición ideológica y humana a las facciones violentas del islamismo. Las imágenes de los civiles muertos en bombardeos norteamericanos y las de la tenaz resistencia iraquí son estos días las más difundidas por la cadena Al Yazira y las demás televisiones árabes. Mubarak advirtió ayer de que esta guerra puede provocar incluso la unificación de grupos islamistas terroristas en una internacional, el sueño de Bin Laden.

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El presidente egipcio declaró que, aunque no apoya a EE UU en esta guerra, Egipto no puede cerrar el canal de Suez a los buques de guerra norteamericanos y británicos, como le piden la oposición parlamentaria y los manifestantes en las calles. Eso, dijo, sería "una violación de la legalidad internacional". "El paso de los barcos a través del canal", recordó, "es un derecho de todos los Estados, excepto si Egipto tomase parte en una guerra, según estipula el Tratado de Constantinopla de 1882".

Mubarak, tradicional aliado de Washington, aunque ahora distanciado por el apoyo de Bush a Ariel Sharon y por su guerra contra Irak, añadió que el cierre del canal de Suez a los buques de Estados Unidos y Reino Unido "llevaría a esos Estados al uso de la fuerza y nos crearía problemas".

Los egipcios que pasean con sus camellos a los turistas descansan junto a las pirámides a falta de trabajo.
Los egipcios que pasean con sus camellos a los turistas descansan junto a las pirámides a falta de trabajo.ASSOCIATED PRESS

Aznar y la amistad hispano-árabe

"Ya no entiendo nada de política", le dijo Naguib Mahfuz, premio Nobel de Literatura, a Mohamed Salmawy, director de Al Ahram Hebdo cuando el periodista le contó la posición de Aznar en la guerra contra Irak. En un artículo titulado Aznar y la fábrica española de salchichas, Salmaway cuenta cómo, hace dos años, organizó un encuentro entre Aznar, de visita en Egipto y muy interesado en conocer a Mahfuz, y el escritor. Aznar le dijo a Mahfuz que él era "uno de sus escritores favoritos" y que "había leído casi todas sus obras". También le prometió: "España siempre será solidaria con las causas árabes".

Hace unos días, Mahfuz le preguntó a Salmawy: "¿El primer ministro de España es el mismo que me visitó o es otro?". El periodista, casi el único vínculo entre el enfermo y nonagenario escritor y el mundo, le confirmó que es el mismo. Mahfuz dijo entonces: "¿No habló de la amistad entre España y los árabes, o es que yo tengo alucinaciones? ¿Por qué sigue las órdenes de EE UU?" Salmawy explicó: "Así es la política".

Publicado en Al Ahram Hebdo, el semanal en francés del más importante diario de Egipto y el mundo árabe, el artículo de Salmawy critica que Aznar se haya "alineado completamente con EE UU, a contracorriente de todos los demás pueblos del planeta", y traicionando "una larga historia de amistad hispano-árabe". El director afirma metafóricamente que Aznar ha convertido esa amistad "en carne picada que ha mezclado con cerdo para fabricar unas salchichas que le gustan mucho a Bush". Y concluye: "Permítame decirle, señor Aznar, que usted se ha situado al borde de una catástrofe. Los árabes no permanecerán con los brazos cruzados ante su fábrica de salchichas".

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