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JOSEP VILARASAU | Presidente de la Fundación La Caixa

Liberal y celoso defensor de la independencia institucional

Andreu Missé

Josep Vilarasau dejó atónitos a sus compañeros cuando en 1975 les confió su propósito de aceptar la dirección de la Caixa de Pensions que le había ofrecido su presidente, Narcís de Carreras. Los tecnócratas de los útimos años del franquismo no comprendían cómo alguien que había ocupado las direcciones generales del Tesoro y Política Financiera y destacados puestos de mando en Telefónica y Campsa podía optar por una entidad de ahorro provinciana y desconocida.

Pero Vilarasau, ingeniero, profesor de economía con el bagaje de su paso por Manchester, sí sabía a dónde iba. Con la precisión del ingeniero había estudiado meticulosamente la caja, y descubierto sus inmensas posibilidades. Aceptó el reto y empezó a remover obstáculos.

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Apoyado en el grupo de jóvenes economistas demócratas y catalanistas que anhelaban nuevos aires en la entidad e inspirado en el modelo de banca americana, inició una profunda modernización. Organizó la entidad con 10 nuevos subdirectores, constituyó un Servicio de Estudios, potenció la informática y auditó la caja. Paralelamente, empleó a fondo todas sus viejas relaciones para lograr la liberalización del sector y la equiparación legal de cajas y bancos. En los ochenta mantuvo una lucha abierta para lograr la libertad de expansión en toda España que luego tanto ha beneficiado al conjunto de las cajas. La pulsión liberalizadora le llevó a veces a bordear la ley, como en los polémicos seguros de prima única. Su afán ha sido crecer y la máxima independencia. Distante de los políticos, alejado de los cenáculos, ha cosechado enemistades por su frialdad en la exigencia de garantías a influyentes solicitantes de préstamos.

En medio de las tormentas financieras, ha buscado el refugio en Wagner y Mozart. Tras 27 años de dedicación exclusiva ha logrado consolidar la tercera entidad financiera española. Una entidad sólida, reconocida y con 80 veces más depósitos que cuando la cogió. Con un potente grupo industrial capaz de la lanzar una OPA a las primeras empresas del país y una activa fundación apoyada en unos recursos de 200 millones de euros. Una independencia y un balance que han resultado excesivos para gobiernos de cortas miras.

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