_
_
_
_
_
Reportaje:

El circo va al hospital

El Materno Infantil de Málaga organiza una función de malabaristas y payasos para los niños ingresados

-"¿Cómo lo estáis pasando?" pregunta un presentador ataviado con el riguroso traje de color estridente y pespuntes dorados.

-"Bien", contestan los críos a todo pulmón para que no queden dudas de que se están divirtiendo.

Viéndolos sonreír, nadie diría que son niños hospitalizados. Justamente, de eso se trata. De que los pequeños no echen mucho de menos su casa y sus juegos. Con esta intención, el hospital Materno Infantil de Málaga propuso al Circo Italiano -que estos días está en la ciudad- una función para los niños ingresados. Sus responsables dieron el sí de manera altruista. "¿Quién iba a decir que no ante una iniciativa tan generosa?", explicó Jorge Fernández, encantador de serpientes y presentador del circo.

A medida de que se acerca la hora de la función, los niños se van poniendo ansiosos. Hay algunos en camilla, otros en silla de ruedas y media docena que lleva el suero a cuestas. Osiris -"como el dios egipcio"- está ingresada desde hace cuatro semanas porque le han detectado azúcar. "Cuando llegué al hospital me hinché de llorar. Esto del circo está bien porque nos entretiene; ojalá viniera todos los días", comenta.

Sobre el escenario unos aprendices de acróbatas empiezan a calentar con saltos a los que poco a poco van añadiendo complejidad. Son niños, como la mayor parte del público.

Los pequeños hospitalizados quieren entablar conversación pero titubean porque deducen que si el circo es italiano, no hablarán español. "Bambina", se atreve uno. La niña acróbata les aclara que es catalana y se inicia un diálogo que se interrumpe cuando cuando una joven empieza a contorsionarse con tres, cinco y hasta 20 aros. Los niños aplauden.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Pero el tópico se cumple y las risas más sonoras estallan cuando entran los payasos. Un pequeño que lleva desde junio entrando y saliendo del hospital se estira en la butaca con un paquete de gusanitos. Entre carcajada y carcajada se zampa un puñado. Su madre está en la fila de atrás, disfrutando con su felicidad. "Es que esto les quita un poco de lo que están pasando y les anima mucho. Además, aquí hay unos voluntarios que son maravillosos", comenta. Al lado de su hijo hay un niño que ha sido trasladado desde Marruecos para recibir atención oncológica. Por su la expresión de su cara queda claro que el lenguaje de los payasos no necesita traducción. Más allá otro reconoce encantado: "Es la primera vez que voy al circo".

Un niño/acróbata se cuela entre las butacas y reparte banderines. Los críos empiezan a agitarlos mientras uno de los presentadores toca la trompeta. Uno de los pacientes simula que él también es músico y se menea al compás. Los demás, que son más de 30, hacen palmas.

Médicos, enfermeras y padres se deshacen de satisfacción al ver disfrutar a los críos. "Mañana se tiran todo el día hablando de esto", cuenta una ats que se confiesa feliz de hacer lo que le gusta "y que encima me paguen". Un matrimonio se aprieta junto a la camilla donde está su hija. La madre dice escuetamente que le parece "buena" la idea del hospital, pero no logra sacudirse el aire triste de la mirada. El presentador se despide: "Que os pongáis buenos pronto y volváis a casa". Para que la fiesta sea completa los teletubbies, spiderman y los payasos bajan del escenario y saludan a los niños. Padres, hijos y sanitarios se van encantados.

La alegría como terapia

Evidentemente la alegría no alcanza para que los críos superen una dolencia, pero todos los profesionales coinciden en que ayuda en los tratamientos y sirve como terapia.

"Es importante para su recuperación y para que los chavales no se vayan con un mal recuerdo de su paso por el hospital", resume Lina García, enfermera responsable del jardín de infancia del hospital. Como ejemplo, Lina señala a Jessica,una niña que ayer tenía que salir de fin de semana y que prefirió quedarse por la tarde para asistir a la función.

Para hacer la estancia de los niños más llevadera, el Materno dispone de una ludoteca, hace sesiones de cine, organiza talleres de papiroflexia y cuenta con voluntarios, magos y payasos que amenizan las largas tardes de hospital. Todo con un único objetivo: que los pequeños pasen un rato agradable y que la estancia no se les haga demasiado larga.

Ayer, el pediatra de guardia de la UVI, José Camacho, se escapó un momento hasta el salón de actos del Materno para ver la actuación circense. Y se mostró de acuerdo con la iniciativa: "Es una forma de que conecten con el mundo exterior, de que se olviden que están con el suero y fuera de sus casas. Además, esto permite seguir con los tratamientos sin interrumpirlos y que ellos a la vez estén contentos".

Lina es una de las encargadas de que los niños se lo pasen bien. Detalla que hacen belenes en Navidad, tronos en Semana Santa y cruces en el mes de mayo. "Con los niños tiene que trabajar gente especial y los voluntarios lo son. Es una labor muy bonita y la disfrutamos".

Entre quienes ayudan desinteresadamente hay voluntarios de Cruz Roja, payasos de la Fundación Teodora y otras personas altruistas y anónimas que tratan de aliviar no sólo a los niños, sino también a sus padres. Jaime López, presidente de la Asociación de Amigos del Hospital Carlos Haya (al que pertence el Materno), es uno de ellos.

Ayer no podía faltar a la función, que duró poco más de una hora: "Estas actividades sirven de terapia para los críos porque los distrae y les hace olvidar que están ingresados en un hospital".

Entre pacientes, padres y sanitarios, el salón de actos estuvo casi lleno. Y eso que, según las enfermeras, muchos niños se habían ido de fin de semana para pasar el puente con su familia. Seguro que a los que se quedaron, la tarde de ayer se les hizo muy corta.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_