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LA MUJER EN LA UNIVERSIDAD | Aulas

La mujer sólo manda en clase

La presencia femenina en los órganos de gobierno universitarios andaluces es aún residual

El número de alumnas supera desde hace años al de alumnos en las aulas de las universidades andaluzas. Sin embargo, la presencia femenina en los órganos de gobierno de las instituciones académicas sigue siendo aún residual.

A finales de la década de los 90, el número de alumnas matriculadas en la universidad española consiguió no sólo igualar, sino superar al número de alumnos varones. Así, en el curso 1999-2000, el número de alumnas que accedían por primera vez a los estudios universitarios en Andalucía fue superior al de alumnos varones en todas las universidades de la comunidad, superioridad numérica que se dio tanto en las carreras de ciclo largo como en las de ciclo corto (31.559 mujeres frente a 25.787 varones). Sin embargo, a pesar de la reciente feminización en las aulas, conforme se avanza en los diferentes peldaños del profesorado universitario hasta llegar a la cátedra, la presencia de la mujer queda reducida a porcentajes mínimos, en ocasiones casi testimoniales.

Éste fue uno de los temas abordados en el seminario Mujer, Ciencia y Sociedad organizado recientemente por la Universidad de Jaén (UJA) y que contó con la presencia de María Antonia García de León, autora de Las Académicas (Instituto de la Mujer, 2002), que junto a otras investigadoras ha realizado un estudio sobre la trayectoria académica de la mujer en la universidad española.

Confilcto género-poder

Como dato, García de León reflejó la situación anómala que se contempla si se comparan el crecimiento de los catedráticos universitarios frente al de las catedráticas entre los años 1990 y 2000. El número de mujeres catedráticas crecía en algo más de 500 pasando de las 318 en 1990 a las 827 en el 2000, mientras que el de catedráticos se incrementó en más de 2.000, desde los 4.007 a los 6.044 contabilizados a finales del 2000. Todo ello es un claro reflejo del problema, que dentro de la Universidad se contempla en el conflicto que plantea el binomio género y poder, indicó García de León.

Si se baja un escalafón, los datos del curso 1999-2000 reflejan que el número de profesores titulares (4.289) casi duplica al de sus compañeras (2.013). Las universidades de Córdoba (541) y Sevilla (574) son las instituciones donde ejercen más profesoras titulares. Casi la misma proporción se da en la categoría de docentes asociados, donde las mujeres copan 2.079 plazas frente a las 3.995 ocupadas por varones. En el único peldaño del escalafón donde se registra casi una paridad hombre-mujer es en el de profesor asociado (212 profesores frente a 205 profesoras).

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Estos datos de las universidades andaluzas son fiel reflejo de la tendencia nacional. La vicerrectora de Extensión Universitaria, Carmen Rísquez, es la única mujer dentro del equipo de Gobierno de la Universidad de Jaén y reconoce que todavía hay "mentes y escuelas" en la Universidad que no son capaces de asumir que la mujer pueda estar "igual de preparada o más que un hombre, para acceder y ascender en la carrera académica".

Para Rosario Valpuesta, rectora de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, esto está relacionado con una Universidad que tradicionalmente "ha sido y es muy masculina". Tanto los niveles de dedicación así como la visualización del poder en la Universidad, responden "a cánones masculinos que dejan al margen a una mujer que tradicionalmente ha recibido una educación alejada de los conceptos de competitividad y poder", añadió Valpuesta, una de las cinco rectoras existentes en el conjunto de la Universidad española. De ahí que sea necesario un "nuevo concepto de poder" que no excluya a las mujeres, insistió Valpuesta.

Este cambio, de "carácter cualitativo más que cuantitativo", está ligado a un cambio en la dirección y selección de los conocimientos, así como en la educación que, desde un punto de vista social ha venido distinguiendo los saberes tradicionales de los hombres, de los saberes "típicos" de las mujeres, encaminados tradicionalmente hacia el estudio de las Humanidades, puntualizó Alcázar Cruz, profesora de la UJA.

El resto de las universidades sí cuenta con la presencia de la mujer entre los primeros puestos de poder, pero se observa que éste suele estar orientado "a las parcelas relacionadas con la extensión universitaria, biblioteca, y estudiantes", resaltó Carmen Rísquez. "Se vuelve a reflejar esa selección de saberes y conocimientos a los que parece que la mujer no tiene acceso", señaló la vicerrectora de Extensión Universitaria de Jaén. La Universidad de Almería, viene a ser la otra cara de la moneda con respecto a la de Málaga, ya que no hay representación femenina en ninguno de sus siete vicerrectorados.

La transparencia en los procesos de selección y promoción del personal, la sensibilización y la formación en igualdad, así como el recurso a expertos en integración del género que puedan asesorar sobre verificación de políticas y prácticas desde la perspectiva de género, fueron algunas de las vías de actuación aportadas por los participantes en el seminario de la Universidad de Jaén, que abogó por la necesidad de la feminización, no sólo del mundo universitario, sino de la sociedad en su conjunto para el progreso de la misma.

La excepción malagueña

Dentro de la distribución de poder en las puestos de mayor responsabilidad en la gestión de los centros universitarios andaluces, la Universidad de Málaga se revela como una excepción. Sus estatutos le otorgan tres vicerrectorados y los tres están dirigidos por mujeres. Además, Adelaida de la Calle, vicerrectora de Investigación y Desarrollo Tecnológico, será una de las candidatas a rectora en las próximas elecciones. De la Calle echa en falta la puesta en marcha de políticas y acciones que permitan la compatibilidad entre la vida privada y profesional en el desarrollo de la carrera académica de las mujeres.

Además, defiende el plan de promoción de cátedras que en los últimos años se ha venido desarrollando en el campus malagueño, demostrando que el rector, Antonio Díaz de los Ríos, "ha creído en el principio de igualdad y competencia como único baremo" en el acceso a las cátedras ofertadas.

El plan malagueño ha permitido a las opositoras a cátedra competir en igualdad de condiciones con respecto a los hombres, viéndose sometidas a una evaluación "objetiva y en igualdad de competencia" de sus currículo, méritos académicos y científicos, llevada a cabo por la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva, explicó la Vicerrectora malagueña.

También en la Administración educativa andaluza se ha producido en los últimos años un vuelco en los puestos de poder. Además de la consejera, Cándida Martínez, tres de las direcciones generales de la Consejería de Educación están a cargo de mujeres.

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