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Columna
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Como el aire de la cometa

El talento de los artistas bilbaínos, hermanos Fernando y Vicente Roscubas (Palma de Mallorca, 1953), progresa a ritmo creciente. En octubre mostraron sus últimas creaciones en la galería Altxerri de San Sebastián y ahora han trasladado parte de ellas, junto a otras nuevas, a la galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbao.

La exposición es variada como el aire de una cometa. Conviven lo lúdico y lo profundo. Se dan cita estilos de diferente factura. Prima la gama diversa de materiales. El recorrido por lostres espacios -dos en la primera planta y uno en la baja-, crea una atmósfera proclive a la perplejidad, el encantamiento y la sorpresa.

Sorprende gratamente ver repartidos por el suelo y una pared de la planta baja seis montones de 4, 8, 10, 15, 20 y 40 unidades de manillares de bicicletas de carrera, con citas de color fucsia, blanco y amarillo verdoso, al tiempo que en ese mismo ámbito cuatro cajas simulan su condición de archivos que contienen risibles reclamos publicitarios: bilbaíno experto en artritis / mujeres con furgoneta propia / sillón de dirección / dinero al momento / regalo horno, entre otros avisos chispeantes...

Ya nada más acercarnos a la galería los artistas nos alertan para que entremos en su particular peculiar vaivén de juegos e ironías. En grandes letras de acero pulido se anuncia un deseo: VENDO COLECCIÓN PANZA. Enfrente de ese deseo se presenta una instalación con casi un centenar de pequeñas figuras en madera pintada de la imagen de Cristo de los siglos XVII y XVIII, y entremezclado con el muñeco de Michelín y tres dibujos a línea de su enigmático rostro, con el aditamento de un aparato minúsculo con imagen de vídeo incorporada...

Sobre el fondo de la entrada, una gran superficie elíptica, conformada por más de un millar y medio de pequeños espejos circulares de múltiples colores, llena la pared permitiendo que todo lo circundante se espejee y reparta colorido a raudales. A su lado se hacen reflexibles los tubos de neón en rosa suave que formalizan una instalación donde los números 56 más 57 dan como resultado el equívoco sumando de 106. La carcajada del número...

La exposición se completa con óleos figurativos de reducidas dimensiones y sus réplicas correspondientes en escayolas acuareladas. El tema de esa figuración se nutre de las artes decorativas. En ese punto creemos ver la mano del pompier que lleva dentro de sí uno de los Roscubas. Contrariamente, en los siete potentes y neoexpresionistas dibujos, fechados en 1977, se pone de manifiesto cómo era el carácter que habitaba en la mano del otro Roscubas. El talento en sus manos.

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