"No cambio este Goya por un Oscar ni por nada"
Fueron los Goya de la subversión, del no a la guerra, del nunca máis, del grito libre y a la cara de la gente del cine contra un presente que no les gusta. Y como tal, todo estuvo medido, hasta los premios, porque en medio del acto de protesta, que fue una gala en La Primera de TVE y horario de máxima audiencia, se alzó la alta figura de Fernando León, que es un madrileño nacido, no en vano, en mayo del 68, y su cine comprometido con los cinco premios de Los lunes al sol: "Ésta es una película hecha con convicción, en la que el equipo ha estado implicado. Si te dedicas a este oficio más vale que sea por algo que vaya más allá del hecho de trabajar o ganar dinero. Rodar es difícil, duro y tiene que haber una motivación que esté más allá", asegura este director que huye de lo cómodo. "Pretendo que cada película que empiezo sea como la primera, trabajar con esa tensión me gusta".
"Mejor recordar esta ceremonia por las presencias que por las ausencias"
"Cine político es 'Air force one', ese que se va a ver con palomitas y resulta una fascistada"
Así, contando historias que no sabe resumir -"no sé hacer sinopsis", dice-, de gentes que deambulan por sus vidas con futuros y pasados inciertos, que aman, se indignan, que son humillados, que beben, que mueren, se ríen y tratan de exprimir los pequeños placeres de sus desgracias en su Familia, en su Barrio o dejando correr el tiempo sentados en Los lunes al sol, León ha llenado una de las estanterías de su casa con cuatro goyas -uno como director novel por Familia, dos por guión y dirección de Barrio y el de ahora-, para que siga divirtiéndose con ellos su gata Lupe: "Es a la que más le gustan los premios en casa", dice.
Él no les hace ascos. "No los cambio por nada, con esto no comercio", dice. ¿Ni por un Oscar? "Que no, que por nada", dice orgulloso y abrazándose a la estatua.
Los Oscar... Menudo trago. Es lo que toca ahora si el 11 de febrero consigue colarse en la lista de candidatos a la mejor película extranjera. Anuncia, un tanto escéptico, que irá con otra indumentaria, sin la camiseta verde y el pantalón negro modelo explorador que lucía el sábado por la noche en la gala más glamourosa del cine español. Menuda fotografía. Fernando León con esmoquin, o vestido de marca, para no perdérselo: "Eso es lo que más pereza me da. Intento ir tranquilo y lo más cómodo posible a los sitios. Quieras que no, esas cosas influyen, aunque no deba decirlo, pero la que debe ir bien arropada es la película, no yo", suelta.
Allí, si tiene suerte, puede encontrarse con Pedro Almodóvar, que parece que cuenta con posibilidades para arrancar alguna candidatura estrella en los Oscar de este año. El manchego no apareció por la ceremonia de los Goya presintiendo el desprecio de la Academia hacia Hable con ella, ganadora del Goya a la mejor música -Alberto Iglesias- el sábado pasado.
¿Teme que la ceremonia se recuerde más por las ausencias que por las presencias? "No voy decir nada sobre este asunto. Plantear esto en términos de confrontación es algo pesadísimo. Prefiero no entrar ahí, me incomoda, quita energía y tiempo que necesito para otras cosas. Mejor recordar esto por quienes hemos venido, yo no me meto, el que no quiera venir que no venga y ya está", asegura.
Lo que importa es la película. "Ha sido de las más vistas del año, querida y apreciada". Defiende que al público se le den productos incómodos y no tiene intención de desmarcarse del tono de denuncia que le ha convertido en un referente del cine social. "¿Desmarcarme? ¿Cómo se hace eso? No tengo ninguna intención de abandonar este camino. Me considero un ciudadano indignado más, pero que tiene la suerte de agarrar una cámara y hablar de lo que me preocupa".
Discute que su cine sea más político que otros aparentemente más inocentes. "Político es Air force one, ese cine que se va a ver con palomitas y resulta ser una fascistada, eso es cine infinitamente más político que Los lunes al sol".
Pero el suyo es un camino que tiene sus astillas y sus peligros al fondo, aunque difusos. Peligros como el de la censura más paralizadora de todas, la propia: "Existe la censura política algo, porque va unida a la económica, que es la que impide hacer películas así porque se cree a priori que no van a dar resultados, además no sólo estamos los directores o productores, están los distribuidores, los exhibidores a los que hay que preguntar que aquí, en España, hay varias películas que no se estrenan porque dicen que son malas, pero ¿cuántas de fuera se ven que no son buenas?", dice. Sin embargo no es ésta la barrera más castrante: "Lo peor es cuando aparece la autocensura, cuando te autoconvences de no escribir algo porque piensas que no vas a conseguir que lo produzcan, ni que lo distribuyan, ésa es la más peligrosa porque no se ve", advierte a quienes se encuentren en esta encrucijada.
Ahora está escribiendo un nuevo guión que no se atreve a adelantar. "Hasta que no consiga el primer tratamiento no me atrevo a hablar de ello, porque puede que quede en nada". Decían que tenía algo que ver con el mundo de la prostitución. "Bueno, es una historia de chicas, pero no sabría contarlo todavía. Si al final se consolida el camino que estoy siguiendo será una cosa de chicas más que de señores con barba, en la que también se hable de la amistad, pero todavía está muy verde", insiste.
Se lo contará a Elías Querejeta, que ha sido su productor desde el principio. "Con Elías trabajo muy cómodo, él apoya estos proyectos suicidas que le presento. Recuerdo que para contarle Barrio le mandé una carta de tres folios que empezaba con el típico 'Querido Elías', dos puntos. Era un crimen comercial, una declaración de intenciones, sin secuencias, con ideas vagas, pero inmediatamente me contesto que lo veía clarísimo y que las cosas como la de ese chico que vendía pizzas sin moto, corriendo, era lo que debía ir desarrollando".
Y pese a que no sabe contar sus películas -"no sé cómo describir Los lunes al sol, y los reclamos que veo como sinopsis en los periódicos me parece que pueden echar al público atrás, como ese que dice que trata de un grupo de parados que deambulan sin rumbo por una ciudad industrial"-, el caso es que se la recibe en todas partes con clamores. Así lo comprobó en el Festival de San Sebastián, donde triunfó, en Estados Unidos, donde se ha visto la película, en Sundance y Palm Springs, y espera que sea igual ahora en Italia y Francia, donde la presenta en los próximos meses. "En EE UU la reacción fue la misma que aquí, entendían los mismos chistes y se indignaban con las mismas cosas. Ha provocado debates intensos y polémica", asegura. Son buenos presagios para la que se le viene encima.
Un director serio y obsesivo
El sábado también fue noche de gloria para Javier Bardem y Elías Querejeta, protagonista y productor de Los lunes al sol. Ninguno se separaba de su Goya y los dos miraban y se abrazaban a Fernando León, el centro de todos sus sueños cumplidos, a quien ambos acompañarán ahora a Hollywood. Bardem, que dijo que no a una oferta de Steven Spielberg para hacer de malo en Minority report a cambio de crear a este Salva marrullero, protestón, fantasmote, de cuajo y sabiduría, curtido por los golpes de la vida, contaba cómo le había sorprendido su trabajo. "Creí que era un director que dejaba mucha libertad, pero no, es el más concreto, serio y obsesivo de los directores con los que he trabajado", decía en medio de la vorágine de felicitaciones.Metido todavía en su papel de parado, el actor, que es de los privilegiados a los que no les faltan ofertas, trataba de concienciar: "Es una suerte trabajar y una gran responsabilidad para los que podemos hacerlo". Pero confesó que había rechazado cosas: "Hay algunas ofertas de fuera, pero todo es muy malo. Y en España hay pocos guiones, estoy esperando que me ofrezcan algo bueno", aseguró. Por lo menos como Los lunes al sol. "El placer y la magia de esta película es que la gente la entiende bien e igual en todas partes".Sobre Almodóvar, Bardem terció. "Se ha creado una pelea mediática entre León y Almodóvar, que es uno de los mejores directores del mundo, pero las dos películas, la nuestra y Hable con ella, tienen destinos distintos", dijo.Tampoco Querejeta entró al trapo de Almodóvar. "No comento, cada uno es muy libre de producir sus ausencias y sus presencias; hasta ahí podíamos llegar". Pero sí entró a definir a León, a quien ha apoyado en sus proyectos desde el principio: "No le he apoyado", subraya; "simplemente, nos entendemos bien, discutimos, es mi modo de trabajar", asegura.También su modo de hacer las películas que le gusta ver y que también calan hondo en el público, aunque hablen de cosas desagradables: "Hay una tendencia que se ha desarrollado según la cual se cree que el espectador está próximo a la deficiencia mental. Yo tiendo a pensar que el público es alguien como yo, a quien le gusta ver las mismas cosas que a mí me preocupan y que hablan de relaciones humanas, amor, desamor, conflictos; lo que ha sido el arte y la cultura desde los griegos, vaya".
Babelia
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