_
_
_
_
_
Tribuna:LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA | AMENAZA DE GUERRA | La zona de conflicto
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bush, en el Rubicón

El autor analiza la decisión de atacar Irak y afirma que la victoria debe ser rápida.

George W. Bush sigue diciéndole al mundo que está abierto a una solución pacífica en Irak, aunque actúa como si creyera que no existe tal cosa. Aquellos que han visitado recientemente la Casa Blanca se quedan impresionados por la determinación del presidente en este asunto. Sea cual sea el tema que vienen a discutir, el paquete de incentivos económicos, temas del discurso del estado de la Unión, los apuros fiscales de los Estados americanos, la política comercial, nombramientos judiciales, los nuevos rivales demócratas que quieren desbancarle dentro de dos años, Bush lleva rápidamente la conversación al tema de Irak y a la urgencia, como a veces lo expresa en privado, de "acabar con esto". Esta semana su impaciencia se hizo pública: las inspecciones se estaban convirtiendo en "la reposición de una mala película", declaró, "y no me interesa verla".

Aunque la guerra sea rápida y contenida, es seguro que la posguerra será desordenada y cara
Más información
Bush da un ultimátum de "semanas" a la ONU
EE UU controlará temporalmente Irak tras su "liberación" del régimen de Sadam

Algunos amigos y asesores del presidente han señalado, de manera educadísima, los peligros de ir a la guerra, especialmente ahora. Osama Bin Laden y Al Qaeda siguen sueltos y ansiosos de explotar lo que presentarán como la última cruzada de los infieles. El punto muerto en el conflicto árabe-israelí actúa a favor de las estrategias de Osama y Sadam por igual. Entretanto, a medio mundo de distancia, Corea del Norte utiliza la preocupación estadounidense por Irak para acelerar su propio programa de armas nucleares y misiles balísticos. Bush escucha estas advertencias con una combinación de lenguaje llano y respuestas escépticas que dejan claro que sencillamente no se lo traga. Parece convencido de que, si la guerra marcha bien, privará a los futuros terroristas de armas biológicas, químicas y nucleares made in Bagdad; barrerá de Oriente Próximo a uno de los enemigos más peligrosos de Israel, y así, tal vez, hará que la paz sea más probable a la larga; echará del Golfo a un tirano que ha intimidado a sus vecinos árabes, y enviará la señal de que Estados Unidos tiene la firme intención de derribar cualquier régimen que considere una amenaza para la paz mundial.

Así, Bush parece haber llegado a la orilla de su propio Rubicón, el punto en el que siente que ha oído suficientes argumentos en contra de lo que sus instintos le dicen que tiene que hacer. Entiende que es la consecuencia de una decisión, no sus motivos, lo que determina la forma en que ésta será juzgada. Quiere poner fin al debate con la acción y disipar las dudas con el éxito. De modo que la pregunta se convierte en ¿qué constituirá un éxito que justifique la mayor apuesta de la Administración de Bush?

A corto plazo, el requisito esencial es que la guerra no se alargue ni se extienda. Una vez que los primeros misiles de crucero estadounidenses hagan impacto en las baterías antiaéreas iraquíes, los búnkeres de mando y los palacios presidenciales, Sadam intentará arrastrar a Israel al conflicto y así agitar las pasiones de la calle árabe con la esperanza de encender la mecha de una conflagración en toda la región de Oriente Próximo y quizá en una parte tan alejada como Indonesia. La zona de peligro más inquietante es el sur de Asia. Una ola de protestas contra la guerra en Pakistán podría barrer al presidente Pervez Musharraf y llevar al poder a radicales que tendrían sus manos sobre las únicas armas nucleares listas para su lanzamiento en el mundo islámico. Esto, a su vez, podría incitar a India a poner en práctica su propia versión de la doctrina preventiva que la Administración de Bush hizo famosa y puso de moda el pasado otoño.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Para evitar una cascada de consecuencias indeseadas, Bush debe usar la potencia de fuego que está reuniendo en el Golfo como una terrible espada rápida que decapite a Sadam de un solo golpe. Aunque la guerra sea rápida y contenida, es seguro que la posguerra será desordenada, prolongada y cara. Mantener bajo control un país grande, fraccionado e inicialmente descabezado exigirá ocupación extranjera y reconstrucción a escala masiva. Estados Unidos, que no puede acometer la tarea por sí solo, recurrirá a un consorcio de organismos regionales y mundiales. La disposición de otros a unirse dependerá en gran medida de que sientan que tuvieron voz y voto en la decisión de ir a la guerra en primera instancia y si se percibe que la operación ha sido autorizada por la ONU. Ello justifica el que Bush refrene su impaciencia con el Consejo de Seguridad y actúe en conjunción con ese organismo mientras el enfrentamiento continúe, aunque ello signifique retrasar la guerra.

A largo plazo, los juicios sobre lo acertado de la actuación de Bush este invierno en Irak tendrán en cuenta la forma en que se dirija la política exterior estadounidense en todo el mundo durante el resto de esta legislatura. La mejor secuela de otro despliegue más de la destreza militar del tío Sam sería un período en el que la habilidad diplomática y el liderazgo estadounidenses volvieran al primer plano, especialmente en Oriente Próximo.

Si, en lugar de eso, un triunfo aplastante en Irak fortalece la propensión de la Administración a rechazar de plano las opiniones del resto del mundo, Estados Unidos podría encontrarse con pocos amigos y aliados cuando tropiece con problemas en algún campo de batalla futuro o mismamente en el territorio ocupado del Irak posterior a Sadam.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_