'Los viejos marineros', de Jorge Amado
Toda la sensualidad y alegría de vivir del escritor brasileño más popular del pasado siglo
En 1997, Mario Vargas Llosa escribía un hermoso artículo sobre Jorge Amado en el que, entre otros muchos comentarios, señalaba que "ese disfrute de los pequeños placeres, al alcance del ser anónimo, que vibra en todas sus historias -saborear una copa de cerveza helada, una conversación sabrosa, elogiar un cuerpo deseable que pasa, cultivar amistades fraternas, ver un ave que rasga el cielo inmutable- es intenso y contagia a los lectores, que acostumbran a salir de esas páginas convencidos de que, sean cuales fueren las ruines circunstancias en las que vive, siempre habrá en la vida humana un lugar para la diversión y otro para la esperanza", un breve extracto del artículo del escritor peruano que, sin embargo, resume y resalta las características esenciales de la obra de Amado, el escritor brasileño más popular del pasado siglo. Sus inquietudes sociales y políticas, su larga militancia comunista, su atracción y reivindicación de la dignidad de los más humildes, su constante e indiscutible alegría de vivir y su intenso amor por su ciudad, Bahía, y sus gentes que, en su caso, es un intenso amor por la sabiduría y cultura populares, por el mestizaje, se convirtieron en las permanentes referencias de su vida y su obra. Los viejos marineros (1961), la novela que podrán comprar mañana los lectores de EL PAÍS por tres euros, es un canto a la imaginación, a la sensualidad y a todos los placeres, reales o ensoñados, que permiten romper el fatalismo o la desesperanza.
La crítica y los lectores
Por alguna razón, buena parte de la crítica literaria brasileña fustigó siempre que pudo a Jorge Amado. Alfredo Bosi, uno de los críticos más prestigiosos del país, escribió por ejemplo que su obra era un perfecto ejemplo de "populismo literario". Otros críticos, como Antonio Candido templaban mejor sus palabras. Amado, por su parte, contestaba sin resentimiento: "No reconozco a más críticos que mis lectores". Los lectores hacía tiempo que habían emitido su juicio. Los capitanes de arena, libro publicado en 1937, ya ha vendido sólo en Brasil casi seis millones de ejemplares. Otros escritores como Vargas Llosa o João Ubaldo Ribeiro le dedicaron repetidamente grandes elogios.