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Absueltos los cinco acusados de vender un cuadro atribuido a Goya

La Sección Tercera de la Audiencia de Madrid ha absuelto de un presunto delito de estafa a los cinco acusados de vender un cuadro atribuido a Goya a un coleccionista de arte por 330.556 euros en 1999. Los ahora absueltos son Miguel T. y su padre, Enrique T., propietarios de una tienda de antigüedades; Margarita S., dueña de una galería de arte; Joaquín Héctor A., experto en inversiones, y Julián Andrés M., intermediario de la venta.

En 1995, Miguel T. y su padre, propietarios del boceto Retrato de la Infanta María Isabel, que entendían "podría haber sido pintado por Goya", acudieron al experto en arte José Luis M. y M., profesor de Historia del Arte en la Universidad Autónoma y autor de numerosos libros sobre Goya, para que lo analizara. La sentencia argumenta que el profesor, que falleció el 1 de enero de 1998, estaba considerado como "uno de los grandes especialistas en pintura española del XVIII".

Éste expidió un informe en el que señalaba que el cuadro era una "obra original de Goya". Un año después, Miguel T. decidió vender la obra, y para ello se puso en contacto con Julián Andrés M., agente inmobiliario. Éste le presentó a Margarita S., quien le habló del cuadro al economista Joaquín Héctor A., a través del cual conoció al comprador, Marcial F. G. La galerista se reunió entonces con Marcial F. G. y le mostró el cuadro con el correspondiente certificado. Ese día, dice la sentencia, se produjo una llamada al profesor experto en Goya, en la que ratificó su informe.

"Burda imitación"

Una vez que se iniciaron los trámites de la venta, Margarita S. encargó una tasación del cuadro, que fue valorado en 480.809 euros, aunque la galerista fijó el precio final en 330.000 euros. La Audiencia considera que este precio fue aceptado por el comprador, que "conocía la tasación". Una vez en posesión del comprador, la obra fue analizada por Manuela Mena, jefa del departamento de Pintura Española del Siglo XVIII y Goya del Museo del Prado, y José Manuel Pita Andrade, ex director de la pinacoteca, quienes afirmaron que era una "burda imitación".

La sentencia fija que, para que exista delito de estafa, los acusados tendrían que haber sabido que el cuadro no había sido pintado por Goya y que el informe del profesor era falso. La Audiencia considera que hay un dato fundamental para "avalar la ignorancia" de los propietarios sobre la "incorrecta" atribución a Goya de la autoría de la obra: no "controlaron las comprobaciones que la galerista o los posibles compradores pudieran realizar". Además, establece que los propietarios no se "pusieron de acuerdo" con el profesor para que éste les emitiera un informe favorable sobre la autoría del cuadro.

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La sentencia explica que se han documentado casos en que se producen "retractaciones sobre autorias de cuadros" y que en 1970 otro experto ya había atribuido a Goya la autoría de este boceto. Es decir, sería un cuadro que una vez estuvo catalogado como pintado por el genio aragonés.

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