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Entrevista:JOSÉ GÓMEZ MATA | Empresario y mecenas

'Si devuelves a la sociedad parte de lo que te ha dado, te sientes mejor'

José Gómez Mata (Vila-real, 1940) está convencido de que el hombre tiene una deuda con la sociedad. Y lo aplica, porque uno es sobre todo lo que hace. Bajo su patrocinio, y en memoria de su mujer, Ana Viñes Rubert, arranca hoy en Valencia el Simposio Internacional sobre el Cáncer. Pertenece a la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados y le hacen feliz las aventuras que supongan una aportación social. Con esa misma filosofía produce 50 millones de kilos de pollo de gran calidad al año y ha impulsado la finca de naranjos más vanguardista de la Comunidad Valenciana con garantía de cultivo exento de productos tóxicos. El resultado es sorprendente: mientras que la producción media de Vila-real es de 1.000 kilos, su finca de Les Trencaes, con 600 hanegadas, obtiene 6.000. Es una experiencia pionera, tanto por su instalación (cubierta con lonas de fibras transpirables que protegen del granizo y del viento, y regulan el clima mediante humidificación) como por su proceso y resultado.

'Me emociona hacer una producción cítrica sostenible, sin agresión química y rentable'
'Se nos va a juzgar mal por permitir que un futbolista gane más que un investigador'

Pregunta. Su finca de naranjos es muy singular.

Respuesta. Lo es, pero es posible hacerla en todas partes. Es una forma de producir cítricos de calidad caros y rentables para el productor. Vamos hacia un mercado europeo caro, por lo tanto entiendo que se ha terminado aquello de hacer las cosas baratas, de prisa y mal.

P. ¿Es verdad que ha sometido a la mosca del Mediterráneo?

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R. La instalación nos permite un control rápido de las plagas. Controlamos a la mosca con un sistema no agresivo mediante un captador de machos: se desactiva su actitud sexual y la hembra no se reproduce. Además, utilizamos depredadores naturales, porque toda plaga tiene el suyo. El sistema de la agresión química que nos han enseñado no es sostenible, porque lo estamos envenenando todo y al final dejaremos los terrenos estériles. Estamos cultivando el depredador natural de cada plaga, porque si nosotros vamos contra la naturaleza con productos químicos creamos un paréntesis de terror biológico.

P. ¿La realidad no va en contra?

R. A menudo los medios de comunicación han ayudado a que la gente lo entienda mal. La gente entiende que una manzana sin una mota es muy buena aunque sea áspera o agria. Bueno, pues podría ser un poco menos bonita y ser más buena y más natural. Y no tener residuos tóxicos. Deberíamos rechazar aquel producto susceptible de alterar la biología natural.

P. ¿El minifundismo frena esa agricultura avanzada?

R. El minifundismo no puede seguir, pero toda transformación profunda requiere un liderazgo. Se está produciendo una demanda de un producto de más garantía, de más calidad y seguridad, pero alguien debe dirigir esa agrupación de parcelas, manteniendo la propiedad, para hacer una producción en ese sentido. Quizá, para evitar que los propietarios queden diluidos y se sientan copartícipes, habría que hacer fincas de 100 hanegadas, con una dirección técnica colectiva y una orientación comercial adecuada. Eso sólo lo puede liderar alguien que lo entienda, que tenga fuerza económica y ganas de ayudar. Y que no sea político, porque ya no le votarán. En la historia los grandes cambios los lideran unas personas; si no están esas personas no se produce el cambio.

P. ¿De dónde le viene esta pasión agrícola?

R. Soy de Vila-real y aquí parece que el que no tiene unos huertos no está bien acabado. Es una vocación tardía, pero no me siento agricultor. Tengo la suerte de tener un colaborador que lo vive tan a fondo que habla con los naranjos. A mí me gusta la naturaleza y estoy convencido de que no puede seguir el ritmo de destrucción producido por el nivel de consumo. Me parece emocionante hacer una producción sostenible, sin agresión, con calidad y que sea rentable, porque además hay que ganar unas perras. Me da ganas de seguir luchando.

P. Usted procede de la banca.

R. De muy joven, pero a partir de los 23 años me dediqué a la empresa. Desarrollamos la tecnología americana de producción industrial de pollos en suelo cuando en España la gente comía una media de un kilo de carne al año. Pero mi vocación era financiera. Yo lo que quería es ser hijo de Botín, pero mi padre no era Botín. En mi casa no había medios. El atractivo del mundo financiero era la rapidez con la que puedes ganar dinero. Entonces descubrí que se podían hacer quinielas y los jueves por la noche hacíamos diez triples, cuando todavía no se habían inventado: 60.000 combinaciones a mano, una a una. Había que buscar un equilibrio entre la inversión y el riesgo. Eso me permitió iniciar en serio la empresa avícola Florida y luego invertir en valores de bolsa, que si lo haces bien puede resultar muy rentable.

P. Y también ser un mecenas.

R. En efecto, porque el dinero financiero te resulta más cómodo de ganar y también te resulta más cómodo de dar. Entiendes que, aparte de los impuestos, debes retornarle a la sociedad una parte de lo que la sociedad te da a ti, porque te sientes mejor. Hemos apoyado alguna cosa social en beneficio de gente modesta. O hemos ayudado a la basílica de San Pascual con las campanas y el carrillón. Mi mujer estuvo siempre muy próxima a esos criterios. Cumpliendo su deseo, y en su memoria, hacemos el Simposio Internacional sobre el Cáncer. Lo que pretendemos es instaurarlo en Valencia y que tenga carácter bianual. Que sea en Valencia y no en Madrid, siendo un puente aéreo más, lo encarece mucho, por lo que ahora sería bueno que se sumara más gente al proyecto.

P. ¿No se hace suficiente contra el cáncer?

R. El cáncer lo asumimos como una fatalidad y no le plantamos cara. Me parece que no se está haciendo todo lo que se puede, entre otras razones porque no le plantamos cara. Una de cada tres personas sufrimos el cáncer y es la segunda causa de muerte en el mundo occidental. Y va a más, porque en los próximos años vivimos más años. Es cierto que cada vez se curan más cánceres, pero también lo es que cada vez el cáncer está agrediendo más. La victoria es cada vez más del cáncer. El Estado hace lo que puede, pero la sociedad no hace mucho. Y a la vez la sociedad nos va a juzgar mal por permitir que se pague más a un futbolista que a un investigador. Yo no puedo resolver el problema, pero hacer el simposio en Valencia, cuando hay muchas presiones para que se haga en Madrid, supone traer un acontecimiento de altura tecnológica. Ya lo hemos hecho. Ahora lo importante es que tenga continuidad.

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