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Tribuna:EL CONFLICTO EN LA FUNDACIÓN OTEIZA
Tribuna
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Otra vuelta de tuerca

El llamado 'sector crítico' de la Fundación Oteiza censura diversas actuaciones acordadas por la mayoría del patronato que gestiona el legado del escultor en Altzuza.

En una situación de abierto cisma y con un dictamen judicial que gravita sobre la Fundación Oteiza, el sector presidido por don Juan Huarte y dirigido por la Consejería de Educación y Cultura del Gobierno de Navarra está adoptando acuerdos y llevando a cabo acciones de profunda trascendencia que constituyen un atropello a la voluntad del fundador, Jorge Oteiza. En definitiva, mediante la habitual política de hechos consumados, se pretende condicionar de modo fundamental el devenir de la Fundación. Aunque amordazados por una mayoría que propicia don Juan Huarte haciendo un uso abusivo e impropio de su voto de calidad, nos vemos en la obligación de denunciarlos.

En primer lugar, la irrupción, desmantelamiento y traslado de los enseres y documentos privados que Jorge Oteiza conservaba en su casa de Altzuza, realizado el pasado 22 de julio, raya el allanamiento de morada. Una cosa es que años atrás Oteiza manifestara que estaba de acuerdo en su rehabilitación y otra muy diferente que haya autorizado ahora semejante dislate, cosa que, insistimos, nunca ha hecho. La operación, realizada bajo la dirección de don Alberto Rosales y el visto bueno del presidente, señor Huarte, y el secretario. Don Juan Ramón Corpas, constituye una intolerable falta de respeto al fundador y un paradigma de chapuza en el aspecto puramente técnico. El traslado a Alcalá de Henares (¡!) se realizó sin adoptar las mínimas medidas de seguridad. No se suscribió la preceptiva póliza de seguro. No se permitió a los técnicos de la Fundación la inexcusable planificación previa, ni la debida supervisión pormenorizada del vaciado de armarios, cajones y estanterías. Si han desaparecido o no objetos y documentos, tal vez nunca lo sabremos porque no se embalaron ordenadamente previo inventario con el necesario control.

'Se está desvirtuando sistemáticamente el espíritu del legado fundacional de Oteiza'

En cuanto a la colección escultórica, en estos momentos se encuentra en Altzuza amontonada en el suelo; y en concreto, el Laboratorio de Tizas -alma del legado oteizano-, se ha depositado en una estancia que, más que adolecer del adecuado microclima, literalmente chorrea humedad. Cualquiera de estos hechos pondría los pelos de punta al conservador de museo más laxo. A ellos les da igual.

Este cúmulo de irresponsabilidades hizo que don Carlos Martínez, funcionario del Gobierno de Navarra en comisión de servicios en la Fundación desde marzo de 1993, cursara a todos los patronos un descargo explicativo. Con tal decisión estaba cumpliendo estrictamente con su deber, al tiempo que correspondía a la confianza que Oteiza había depositado en él al entregarle un juego de llaves de su propia casa. Durante estos nueve años el señor Martínez ha realizado impecablemente su trabajo, implicándose en él más de lo exigible laboralmente, y además en unas condiciones tercermundistas. Contando en los últimos años con la excelente colaboración de la museóloga doña Pilar del Valle de Lersundi, el señor Martínez ha velado con eficacia por la conservación y ordenamiento del conjunto del legado, ha realizado el inventario y la clasificación de la obra escultórica, biblioteca, revistas, documentos, cartas y manuscritos de Oteiza a plena satisfacción. Pues bien, el pago que ha obtenido del Gobierno de UPN ha sido la denegación de la prórroga de la comisión de servicios. Dicho sea en román paladino, ha sido depurado sin explicaciones.

Esta arbitraria decisión, a pesar de su evidente y grave repercusión en la Fundación, no ha sido consultada al fundador (que en condiciones normales de salud nunca lo hubiera permitido) ni a los demás patronos. Además de constituir una flagrante injusticia, esta medida de la Consejería de Educación y Cultura supone una irresponsabilidad inaudita, difícil de entender para quien no se mueva en clave totalitaria y de pura estulticia. Mientras se nombra director y se otorga plenos poderes a don Alberto Rosales (cuya ineptitud, ya conocida, se ha puesto más flagrantemente de manifiesto desde su nombramiento en marzo pasado: no hay dirección ni proyecto de Fundación-Museo; toda su energía se concentra en dar el perfil de peón fiel de los designios e intereses del grupo que le nombró), se prescinde del señor Martínez no por incapacidad o negligencia, sino porque en su día cuestionó la idoneidad de dicho nombramiento, porque se ha conducido de manera estrictamente profesional y porque ha sido ante todo leal al compromiso con Oteiza y al espíritu de su legado. Es decir, se le fulmina por no ser dócil y acrítico con el sistema (...).

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Con el claro objetivo de inaugurar el Museo, a toda costa, antes de las próximas elecciones, al grupo en cuestión ha constituido últimamente el equipo que ha de hacerse cargo de la planificación y diseño de la exposición del legado. La designación del matrimonio de arquitectos Darío Gazapo y Concha Lapayese, junto a los hermanos, también arquitectos, Vicente y Marisa Sáenz Guerra (esta última vocal del patronato, lo que le inhabilita para trabajo remunerado alguno), no ha sido mediante concurso sino por el procedimiento digital. Ellos han presentado su presupuesto, un único presupuesto, que ha sido aprobado de inmediato; algo insólito en cualquier obra pública. No dudamos de la competencia profesional de este equipo en su especialidad, la arquitectura, pero el diseño interno del Museo es un empeño mucho más complejo, en el que deben participar, junto al director, un museólogo, un historiador del arte, un conservador-restaurador, un pedagogo, un responsable de seguridad, entre otros, sin olvidar el asesoramiento de un experto en estudio, investigación, difusión y marketing, otro de actividades culturales, un administrador-gerente, un diseñador gráfico, un iluminador, un informático, un documentalista, etc. Todo esto se había contemplado en diversas reuniones del patronato, pero no ha existido el necesario debate ni una discusión contrastada. Por otro lado, presentamos hace dos años un proyecto de Diseño de Funciones, herramienta imprescindible para la puesta en marcha de cualquier institución, que fue menospreciado por el presidente e ignorado por los demás patronos del sector dominante.

En otro orden de cosas, se da la extravagante circunstancia de que la cátedra Jorge Oteiza de la Universidad Pública de Navarra ha sido creada mediante convenio firmado entre la UPNA y el Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Navarra, al margen de la Fundación (según el señor Corpas, la Universidad 'desconfiaba' de ella). En tanto que ignoramos si existe un proyecto de dicha cátedra, su director, don Pedro Manterola, oferta ya para el presente curso 2002-2003 algunos créditos de libre configuración. Esta es la dimensión experimental y de investigación, este es el modo que tienen de poner en práctica la voluntad del artista reflejada meridianamente en los estatutos fundacionales. Pura fachada, simple paripé ajeno al espíritu y la voluntad del fundador expresados en los estatutos que, no lo olvidemos, son la constitución de la Fundación y, por tanto, de obligado cumplimiento.

Como miembros de la Fundación Jorge Oteiza no podíamos permanecer impasibles ante estos hechos que afectan al presente y al futuro de la Fundación y que el conjunto de la sociedad debe conocer. La raíz de todo ello es algo que cada día que pasa es más evidente: que en una Fundación privada, como es la de Oteiza, se está desvirtuando sistemáticamente el espíritu del legado fundacional por la intervención abusiva, sectaria y preñada de sentido político de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra, cuyo responsable es don Juan Ramón Corpas. Esta realidad es tan clamorosa que hasta lo ponía de manifiesto recientemente, con toda naturalidad, la nueva directora del Museo de Navarra y responsable del Patrimonio Arqueológico de Navarra, doña Camino Paredes (entrevista del Diario de Noticias, 1-9-2002). Sobran más comentarios.

Además de Jaione Apalategi, firman también el artículo José Ángel Irigaray, Xabier Morras y Juan Antonio Urbeltz,vocales del Patronato de la Fundación Oteiza. Carlos Catalán es albacea artístico del escultor.

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