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Entrevista:JEFFREY IMMELT | PRESIDENTE DE GENERAL ELECTRIC | ENTREVISTA

'La 'nueva economía' nunca ha existido'

La llegada del último responsable de GE parece haber acelerado las inversiones en España

A los 46 años no sólo dirige la primera empresa del mundo por capitalización bursátil, sino que ha relevado al mítico Jack Welch, algo a lo que trata de restar importancia cada vez que se le plantea.

Pregunta. Va a cumplirse un año de su gestión al frente de General Electric (GE), un periodo marcado por los acontecimientos del 11 de septiembre, unos días después de su nombramiento.

Respuesta. Si nos centramos en GE, el volumen de negocio va a crecer un 15%, a pesar de la recesión económica mundial. Nuestros resultados también van a mejorar. Ahora bien, cuando llegamos al primer aniversario de mi nombramiento, podemos apreciar que la composición de nuestros negocios y la estructura de la empresa es diferente. Hay menos personal administrativo y más en ingeniería de ventas, de cara al cliente. Tenemos más programas técnicos, nuevos productos, nos hemos expandido en China y en Europa. Hay nuevos negocios de servicios, y algunas estructuras organizativas dentro de la compañía son diferentes. Por todo ello, éste va a ser un ejercicio muy bueno y, en todo caso, no nos hemos frenado por los acontecimientos del 11 de septiembre y sus consecuencias. La empresa va adelante, alcanzando sus metas. Va a ser un año muy bueno, un año de éxito.

'Hemos aprendido que es muy importante estar en Bruselas y en el futuro vamos a tener muchas oportunidades que tratar con Monti'
'Reducir las letras y aumentar la deuda a largo plazo nos proporciona una gran flexibilidad en un momento de gran incertidumbre'

P. La última vez que hablamos tenía que hacer frente a una importante reducción de su plantilla, dejándola en manos de sus respectivas compañías filiales. ¿Qué ha ocurrido finalmente?

R. El número de empleados en los diferentes negocios varía enormemente. Es preciso ubicar a GE en su contexto y, desde esa posición, plantearse la gestión, pues cada negocio tiene que ser competitivo en su mercado. La división de motores de aviación, por ejemplo, tiene menos personal que hace un año como consecuencia del 11 de septiembre, que ha cambiado drásticamente el sector de las líneas aéreas. Pero el negocio médico tiene más personal que hace un año, porque la industria está creciendo un 10% anual. Ahora, en una reunión de ventas, hay más personas que hace un año, porque queremos crecer y alcanzar un inmejorable servicio de atención al cliente. Por lo tanto, es preciso evaluar cada situación, cada negocio, cada país y cada tarea, caso por caso, pero, en todo momento, necesitamos ser competitivos.

P. Una de las tareas más importantes a las que se enfrentaba el año pasado era la enorme deuda de la compañía. ¿Ha conseguido reducirla o sólo la ha reajustado?

R. Bueno, sucedieron dos cosas casi de forma simultánea. Tras el 11 de septiembre, en los mercados bursátiles norteamericanos la deuda a largo estaba en una situación impredecible y la parte más líquida de los mercados de capital la constituía el papel de empresa, las letras comerciales, mucho más asequibles. Por ello, dado que habíamos generado activos en GE Capital a final de año, contamos más con el papel comercial que con la deuda. Después sucedió lo de Enron, que planteó serias dudas sobre la liquidez del mercado. Por nuestra parte, siempre habíamos pensado cambiar la estructura de nuestro endeudamiento, con menos a corto plazo y más a largo, por lo que al inicio de 2002 teníamos una estrategia bien definida de cara a los mercados de capital: queríamos reducir las letras comerciales en un 25%-35% y aumentar la deuda a largo a niveles superiores a los que teníamos.

Esto es lo que hemos estado haciendo este año, con un coste de 100 millones de dólares, pero que nos ha proporcionado una enorme flexibilidad de financiación en un momento de gran incertidumbre, por lo que ha merecido la pena, y con creces. Ahora estamos encantados con nuestra situación: las cosas están sucediendo según habíamos previsto y nos encontramos en una magnífica posición.

P. ¿Hay un antes y un después en la gestión de las grandes corporaciones tras el caso Enron?

R. Creo que la mayoría, el 99% de las grandes empresas del mundo, no tiene nada que ver con Enron. Lo que ocurrió allí es insólito y, si lo que se afirma al respecto resulta ser cierto, entonces es algo terrible, una verdadera tragedia. Pero la mayoría de las empresas del mundo, y GE desde luego, defiende la ética, la honradez, la confianza. Por eso, no creo que puedan hacerse comparaciones. El miedo que el caso Enron ha desatado hará que se cambien las normas de contabilidad impuestas por los gobiernos. Lo que no quiero es que alguien pueda pensar, por un solo momento, que las cosas que sucedieron, o que dicen que sucedieron, en Enron podrían ocurrir en GE, en IBM o en cualquier otra gran empresa, eso es imposible.

P. En 2001, GE desplazó a Microsoft en el ranking de capitalización bursátil, algunos analistas lo interpretaron como el regreso a la economía tradicional y el desplazamiento de lo que se ha denominado la nueva economía...

R. No creo que haya una economía tradicional y una nueva economía. Sólo hay una economía; la nueva nunca existió. Lo que cuenta son modelos de negocio, ideas de negocio, cosas que funcionan. GE posee nueve negocios industriales líderes en sus mercados y con posiciones muy sólidas. Tiene cinco divisiones de servicios muy importantes, la mayoría inventados por nosotros, como otros muchos en las últimas décadas. Contamos con un magnífico cash flow y con excelentes posiciones en los mercados; damos satisfacción a los clientes y tenemos un personal fantástico. Ahora bien, ¿qué era la nueva economía? No tengo ni idea. Lo que importa es el modelo de negocio, su calidad, rentabilidad, cultura y su gente. Es lo que se compra cuando se compra GE. La nueva economía nunca existió.

P. Usted se ha manifestado como un claro defensor de la globalización, un movimiento que parece tener cada vez más detractores a juzgar por las reacciones ante las reuniones de las organizaciones económicas internacionales.

R. Lo que defiendo realmente es la localización. Las empresas han de integrarse y ser más locales. En mi opinión, las buenas empresas globales hacen tres cosas: primero, enfocan su actividad totalmente en el cliente y controlan sus resultados de forma local; es decir, atienden a las necesidades de los clientes locales. En segundo lugar, realizan inversiones en todo el mundo con vistas al largo plazo. Invierten en capacidad, en calidad y en sistemas que permitan que los lugares donde se invierte puedan ser competitivos globalmente. En tercer lugar, invertimos en personas y en sus comunidades, al garantizar que toda persona que trabaja en GE recibe una excelente formación para estar en condiciones de competir globalmente. Invertimos en las personas. Ahora bien, esto es lo que yo hago. Yo no puedo intervenir en las leyes españolas, que es asunto de ustedes. Lo que sí puedo es, de acuerdo con esa legislación, decidir si me interesa o no invertir aquí, si éste es un lugar donde podemos crecer o no. Puedo tomar esta decisión, pero no es mi interés cambiar la cultura española, ni decir a nadie lo que debe hacer. Estoy aquí como invitado; para desarrollar negocios y regiones, pero como invitado. Mucha gente piensa que las multinacionales quieren cambiar las leyes y transformar las comunidades, pero no es mi caso. A mí me corresponde decidir, según lo que veo, si algo me vale o no me vale.

P. ¿Qué lecciones han sacado de su frustrada fusión con Honeywell? ¿Cree que la Comisión ha tenido los mismos criterios en decisiones posteriores como Airtours y First Choice?

R. Echando la vista atrás vemos que no había más que dos filosofías distintas: la de la Comisión Europea, por una parte, y la nuestra, que compartió el Gobierno de Estados Unidos, por otra. Nunca pensamos que el comisario Monti nos tratara injustamente; sólo tuvimos un desacuerdo lógico y legítimo que terminó en el fracaso del acuerdo con Honeywell.

Pero no se puede cambiar la filosofía de nadie. Aprendimos que es importante tener una presencia en Bruselas, si quieres entender lo que va a ocurrir en Europa, no ayer, sino en el futuro. Por eso, Nani Becalli, nuestro primer hombre en Europa, tiene ahora sus oficinas allí. También aprendimos que es muy importante cultivar nuestra imagen y que la gente conozca mejor a GE. Esto también sirvió para reforzar nuestro convencimiento de que debemos mirar a Europa como un lugar para desarrollar nuestras capacidades, así que, de alguna manera, nos ayudó a mejorar para el futuro.

Con la experiencia de lo ocurrido, me parece que lo mejor que puede resultar es que se lleve a cabo una convergencia de las normativas de Europa y Estados Unidos. Algo de esto hemos visto en los últimos seis meses y realmente no puedo decir más, porque no estoy dentro del proceso, pero seguro que tendremos muchas en el futuro más oportunidades de tratar con el comisario Monti.

La apuesta española de General Electric

Hace ya algún tiempo que andan a la caza y captura de las empresas del mercado español que encajen con sus intereses; sin embargo, hasta las recientes adquisiciones de la filial eólica de Enron en España y las grandes inversiones en el centro de plásticos de Cartagena, que este año superarán los 2.000 millones de dólares, apenas sí habían mostrado interés por algún fabricante de turbinas. Los dos viajes que Immelt ha realizado en estos nueve meses parecen haber acelerado este proceso. Y son varios los frentes en los que están demostrando una mayor actividad: tratamiento de aguas, energía eólica, seguros, financiación de proyectos y de consumo o el sector inmobiliario, en el que piensan invertir unos 1.000 millones de dólares -es uno de los aspirantes a la adjudicación del lote de 31 edificios de Telefónica-. Esperan alcanzar incluso un crecimiento medio del 10% en las ventas... Pregunta. ¿En qué sectores tienen mejores perspectivas? Respuesta. Bueno, si se observa el crecimiento en España referido a clientes, parece probable que sus principales negocios serán los de las grandes infraestructuras, como la generación eléctrica, equipos médicos, motores de aviación; en suma, negocios claves para completar la infraestructura de España. Nosotros queremos trabajar como socios con los hospitales, las aerolíneas y las grandes eléctricas en su expansión por el mundo. Son lo suficientemente importantes como para seguir invirtiendo en nuestros clientes. En Cartagena, General Electric Plastics continuará creciendo. Finalmente, pensamos que General Electric tiene en España grandes oportunidades en las áreas de consumo y del mercado inmobiliario. También en el sector de la generación eólica existen excelentes posibilidades de crecimiento. Creo que éstas son las áreas claves.

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