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Reportaje:

El artista contra pronóstico

Almería rinde homenaje a Jesús de Perceval, alma e inspirador del Movimiento Indaliano

La Almería de los años 40, deprimida y provinciana, contó con un pequeño milagro muy anterior al actual de los invernaderos y la agricultura intensiva bajo plástico. Un milagro que permitió que se hablara de Almería estética y culturalmente en el panorama nacional mucho antes de que la provincia fuera conocida por sus producciones agrícolas. Se trataba de un milagro artístico que encarnó el pintor Jesús de Perceval (Almería, 1915-1985) y su genio, capaz de crear el Movimiento Indaliano. La ciudad rinde tributo estos días al hombre excéntrico, polifacético, apasionado, polémico, campechano y culto que ejerció de visionario y embajador cultural de una tierra huérfana.

La mayor de las obras de Perceval, amén de su ingente producción pictórica y escultórica, consistió en hacer posible lo insólito en el páramo cultural de hace casi setenta años: despertar una inquietud artística. El pintor, que obtuvo la primera medalla de oro de la Exposición Universal de París en 1937 y cuya brillante y dilatada labor artística fue premiada en 1967 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, tuvo siempre ciertos gestos de líder.

Su visión cosmopolita frente al mundo provinciano que le rodeaba le permitió aupar el nombre de la provincia en campos en los que nuca había sonado, como lo demuestra el éxito de la exposición en el Museo Nacional de Arte Moderno de Madrid en 1947 junto a todos sus discípulos. Supo ganarse a los poderes fácticos locales y a personalidades influyentes de aquella España franquista a través del Movimiento Indaliano, cuyas orientaciones estéticas reivindicaban el resurgimiento del Mediterráneo con unos criterios estéticos basados en la importancia del dibujo y la limpieza de trazo, del color y la luminosidad, además de entender la pintura bajo una temáticas focalizadas: el barrio cubista de La Chanca y sus terrados o el pueblo de Mojácar.

Como defiende la comisaria de la muestra retrospectiva que puede verse hasta el 6 de junio en La General, María Dolores Durán, lo indaliano apostaba por ir 'más allá' de la realidad formal para entrar en la percepción de la imagen reverberada por la inusitada luz del entorno almeriense. 'El Movimiento Indaliano y la tertulia del mismo nombre es la vía por la que Perceval canaliza todas sus inquietudes recogidas no sólo del arte, sino de la compañía de literatos, arqueólogos, filósofos, historiadores o músicos y que conforman un mundo abigarrado de ideas'.

Una obra, tres etapas

Su obra vive tres etapas diferenciadas que se inician con su relación profesional con los pintores Morcillo y Arteta. Las líneas y las figuras alargadas se repiten en su trabajo en estos años. La amistad que le une a Dalí en torno a los década de los sesenta propiciará algunas obras surrealistas como Precipicio, Acecho o Caballero campestre. La curva será también una temática repetida en su producción posterior, hasta llegar al ingente número de cabezas, pintadas la mayoría en los setenta. 'No por repetidas dejan de asombrarnos por los delicados matices que, una a una, les hacen diferentes y cautivadoras. A esta etapa se añaden sus maternidades y sus mojaqueras que demuestran la maestría en el tratamiento de las telas, la luz, los contrastes y el blanco como color', apunta Durán.

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La edición de un catálogo editado por la Diputación de Almería y La General de Granada que aglutina por vez primera casi toda la producción del artista completa la exposición retrospectiva de su obra, que también pasará por las ciudades de Baeza y Granada. El homenaje se produce 17 años después de su muerte y cuando la situación de Almería está en las antípodas de la que vivió el artista.

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