La Natividad aguarda el fin de cinco semanas de asedio

El Ejército israelí mantuvo hasta última hora de ayer el cerco en torno a la basílica de la Natividad de Belén, mientras se negociaba un acuerdo definitivo para trasladar a terceros países a los milicianos palestinos acusados por Israel de participar en actividades terroristas. A primera hora de la mañana, los soldados israelíes volvieron a montar todo el dispositivo de asedio en torno al complejo religioso que había comenzado a desmontarse parcialmente.

Las grúas volvieron a elevar los observatorios para los francotiradores y la localidad cisjordana quedó sellada. Los blindados israelíes recorrieron las calles de Belén anunciando en árabe por los altavoces que no se podía pasear por las calles y que seguía vigente el toque de queda. Los militares israelíes estaban autorizados a disparar contra todo aquel que estuviera en la calle sin permiso. El Ejército utilizó para transmitir el mismo mensaje los altavoces de la mezquita de Omar, desde los que se llama a la oración y que habían permanecido mudos estos días. Momentos después, sólo soldados y periodistas transitaban por las desiertas calles de la ciudad.

A pesar de esto, una docena de vecinas de Belén trataron de llegar hasta la Natividad hasta que los soldados les impidieron el paso. 'Queremos ver a nuestros familiares, no sabemos lo que está pasando', declaraba una portavoz mostrando su frustración por el alargamiento de una situación que duraba ya cinco semanas y que el pasado miércoles parecía resuelta. 'Esos hombres deben salir de la iglesia, pero para quedarse en Palestina', decían las manifestantes, que se oponen a las negociaciones. Los soldados, visiblemente más agitados que en días anteriores, les ordenaron que volvieran a sus casas. A última hora de ayer fuentes palestinas aseguraron que un religioso había sido detenido por los soldados israelíes cuando trataba de introducir alimentos en la basílica.