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COYUNTURA INTERNACIONAL
Columna
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¿Se puede cerrar la brecha digital?

Uno de los aspectos que pone en entredicho el crecimiento de la economía europea a medio plazo es la pobre evolución de su productividad. Mientras que en Estados Unidos esta variable experimentó una aceleración de casi un punto porcentual en el periodo 1995-2001 en relación al periodo 1990-1995, la productividad europea ha registrado una ralentización de casi la misma magnitud.

La masiva adopción de las nuevas tecnologías en Estados Unidos se ha evidenciado como uno de los factores de mayor importancia para explicar la favorable evolución de su economía. Los estudios empíricos señalan que las principales ganancias de productividad de Estados Unidos se han producido en el sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). Ello se debe al continuo progreso técnico en los procesos de producción, reforzado por el hecho de que este sector utiliza a su vez otros bienes tecnológicos como inputs intermedios. Pero, además, estas industrias han sido pioneras en la adopción de nuevos procedimientos organizativos (outsourcing, gestión de inventarios...) que les han permitido alcanzar mayores cotas de eficiencia productiva. La menor importancia de las TIC en Europa que en Estados Unidos puede representar una restricción en el corto plazo a la obtención de ganancias de productividad semejantes a las estadounidenses y, por tanto, al cierre del gap (brecha) de productividad existente entre ambas economías.

Para cerrar la brecha digital se requiere mayor difusión de las TIC y un entorno económico más flexible

En este contexto, la difusión de las nuevas tecnologías se revela como un factor de particular importancia. Las orientaciones de la política europea en este ámbito quedarán recogidas en el Plan e-Europe 2005 de próxima aprobación, cuyo objetivo es lograr el pleno desarrollo de la Sociedad de la Información. El gran reto de los países europeos es trasladar estas grandes líneas estratégicas a políticas efectivas adaptadas a las carencias y realidades de cada país. Pero, además, también se ha de dar prioridad a otras cuestiones que influyen sobre las estructuras económicas y que impiden que las nuevas tecnologías lleguen a una amplia capa de la población.

Un entorno en el que exista la suficiente movilidad del capital y del trabajo, que no imponga excesivas trabas burocráticas a la iniciativa empresarial, que vele por la libre competencia y que fomente la innovación tecnológica, se ha constituido como determinante del éxito estadounidense en adaptar los procesos productivos habituales a las nuevas posibilidades que brinda la tecnología. Por tanto, Europa difícilmente acortará la brecha digital y de productividad con Estados Unidos si no avanza hacia un entorno económicamente más flexible.

Carmen Hernansanz es economista-jefe de Banca, Sistema Financiero y Nueva Economía del Servicio de Estudios del BBVA.

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