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Cáncer de útero: nuevos datos sobre sus causas

El uso prolongado de anticonceptivos orales y un alto número de embarazos elevan el riesgo

El cáncer de cérvix, el más frecuente de los tumores del tracto genital femenino, tiene siempre su origen en una infección por el virus del papiloma humano (VPH), que se transmite a través de las relaciones sexuales. Sin embargo, la presencia de este virus no siempre causa lesiones en el cuello uterino que degeneran en un tumor maligno. Entre los factores que elevan el riesgo de este tipo de cáncer en mujeres infectadas por el virus del papiloma figuran el uso prolongado de anticonceptivos orales y el elevado número de embarazos, según se desprende de dos estudios internacionales en los que han participado investigadores españoles.

La infección por el virus del papiloma humano se incluye entre las infecciones de transmisión sexual más comunes. Durante las primeras relaciones sexuales, 'el 70% de las mujeres han tenido contacto con este virus: algunas lo contraen y otras sólo presentan anticuerpos', explica Francesc Xavier Bosch, jefe del Servicio de Epidemiología y Registro del Cáncer del Instituto Catalán de Oncología. La prevalencia de la infección por este virus es especialmente alta en los países pobres, donde las mujeres tienen además un elevado número de hijos.

Las mujeres que toman la píldora más de cinco años presentan un riesgo tres veces mayor
El riesgo se cuatriplica en las mujeres con el virus del papiloma que han tenido siete partos

La mayoría de las mujeres (el 80%) elimina totalmente y de forma espontánea la infección, 'que suele pasar inadvertida porque no da ninguna señal'. Pero en algunos casos, afirma Bosch, el virus permanece en fase latente durante décadas y puede entrar en una fase de expresión activa y causar lesiones en el cuello del útero que pueden derivar en un tumor maligno.

¿Por qué unas mujeres con el virus desarrollan cáncer y otras no? Los investigadores sugieren que existen varios cofactores que elevan el riesgo de aparición del tumor maligno, entre ellos el tabaco, los estados de inmunodepresión, el elevado número de embarazos y el uso prolongado de contraceptivos. Dos estudios internacionales, cuyos resultados ha publicado la revista The Lancet este mes de abril, demuestran que las sospechas sobre la influencia de los dos últimos factores en la aparición del cáncer de cérvix no son infundadas.

Se trata de dos investigaciones de la International Agency for Research on Cancer (un organismo de la Organización Mundial de la Salud) en las que han participado científicos del Instituto Catalán de Oncología, entre ellos Francesc Xavier Bosch.

En la investigación sobre los anticonceptivos orales participaron 2.000 mujeres afectadas por el virus del papiloma humano. Los estudiosos observaron que las mujeres que tomaron contraceptivos hormonales durante más de cinco años presentaban un riesgo tres veces superior de desarrollar cáncer de cérvix que las que no usaban este método de contracepción. Cuando el periodo de uso de anticonceptivos era de más de 10 años, el riesgo llegaba a cuadruplicarse. A la vista de estos resultados, los investigadores aconsejan que las mujeres que toman contraceptivos orales durante periodos prolongados se incluyan en programas de detección precoz de cáncer de cérvix.

En la segunda investigación, que relaciona el número de embarazos con el riesgo de cáncer de cérvix, han participado más de 2.000 mujeres de cuatro continentes, todas ellas con el virus del papiloma humano. La investigación concluye que las mujeres afectadas por el virus con siete o más embarazos tienen un riesgo cuatro veces superior de contraer la enfermedad que las que no han tenido ningún hijo. En relación con el conjunto de mujeres, el riesgo de las multíparas es 1,6 veces superior.

Ambos estudios arrojan nueva luz a las investigaciones que se están realizando desde hace años sobre este tipo de cáncer, después del gran salto que supuso descubrir su origen vírico.

Los avances científicos han permitido mejorar y extender los programas de prevención y detección precoz, aunque lamentablemente sólo se benefician de ellos los países desarrollados. Ahora, el reto de los investigadores es el desarrollo de una vacuna contra el papiloma.

Francesc Xavier Bosch explica al respecto que en los próximos meses se ensayará una vacuna en Costa Rica, que si se de demuestra eficaz constituiría la principal herramienta para prevenir el cáncer de cérvix. 'Los experimentos con animales han dado muy buenos resultados, y esto nos abre muchas esperanzas', afirma Bosch. El cáncer de cuello uterino es el más frecuente de los tumores del tracto genital femenino. En España se diagnostican unos 2.000 nuevos casos al año, de los que la mitad resultan mortales. En el mundo, aparecen 500.000 nuevos casos anuales, el 75% de ellos en los países en desarrollo.

Médicos del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, durante una exploración ginecológica.
Médicos del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, durante una exploración ginecológica.SILVIA T. COLMENERO

Diagnóstico precoz

La mortalidad por cáncer de cérvix desciende de forma sostenida desde hace años en los países desarrollados gracias a la extensión de los programas de detección precoz. Los conocimientos que se están adquiriendo sobre este tipo de tumores han abierto el debate sobre la necesidad de modificar la estructura de los cribados y dilatar su frecuencia. Según Francesc Xavier Bosch, existe un cierto consenso en que a partir de los 30 años, la mujer debe someterse cada tres años, o incluso cada cinco, a una prueba citológica (que permite determinar si existe lesión en el cuello uterino) y al test que detecta la presencia del virus del papiloma. El resultado de estas pruebas determinará la necesidad de exploraciones más completas para descartar o confirmar un tumor. Bosch explica que el test del VPH puede dar un número elevado de falsos positivos si se realiza en edades tempranas, pues en la mayoría de los casos la infección por el virus del papiloma humano desaparece espontáneamente sobre todo a partir de los 30 años. Uno de los retos de las autoridades sanitarias es extender la cobertura de los cribados a las mujeres que escapan de los programas porque no van periódicamente al ginecólogo o han dejado de hacerlo después de haber tenido hijos y haber entrado en la menopausia. Para captar a este sector de la población, que suele pertenecer a capas sociales desfavorecidas, el Instituto Catalán de Oncología y el Departamento de Sanidad de la Generalitat han impulsado una campaña en los ambulatorios de la zona centro de Cataluña.

Circuncisión preventiva

La circuncisión protege al hombre de la infección del papiloma humano y, por tanto, reduce el riesgo de transmisión del virus a su pareja y de que ésta desarrolle cáncer de cérvix. Se trata, pues, de una práctica que constituye una doble protección (para el hombre y para su compañera), según ha demostrado una investigación en la que han participado 1.913 parejas y cuyos resultados ha publicado recientemente la revista The New England Journal of Medicine. La investigación tiene especial relevancia porque 'es la primera vez que se analiza el riesgo de cáncer de cérvix femenino a partir del rol del hombre en la aparición de esta enfermedad en las mujeres', explica Xavier Castellsagué, jefe clínico del Servicio de Epidemiología y Registro del Cáncer del Instituto Catalán de Oncología, que ha participado en la investigación. Durante la relación sexual, el prepucio del pene se retrae y su mucosa queda totalmente expuesta a las secreciones vaginales, lo que facilita la infección. La circuncisión, al eliminar el prepucio, reduce las posibilidades de entrada del virus del papiloma humano. Otros estudios recientes han demostrado que la circuncisión reduce también el riesgo de transmisión del virus del sida (VIH). Por esta razón, los investigadores apuntan que la práctica de la circuncisión podría considerarse una medida potencial para minimizar la transmisión de estas dos enfermedades infecciosas en zonas donde no existen otras herramientas para combatirlas, como los países de Africa subsahariana.

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