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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un nuevo 'Decamerón'

Ajenos a toda escuela generacional y menos preocupados por las posibilidades del legendario erotismo boccacciano que por la imprescindible salvaguardia ética frente a la pornografía global, tres autores apuestan por el relato breve como instrumento de conocimiento, demostrando un sorprendente dominio de los aperos de la creación. Novelista y traductora, Berta Vias Mahou recorre los escenarios de la memoria sentimental con una precisión sobrecogedora que materializa en lo poético lo que la realidad es incapaz de garantizar. Ladera norte es un libro maduro, sensual y lleno de luz en el que se dan cita los contextos urbanos, las búsquedas de la felicidad y un original análisis de las máscaras (literarias o no), todo ello sutilmente trabado con referencias como esas leves marcas que parecen accidentes del paisaje emocional pero dibujan una fuerte -y muy atractiva- identidad lírica en medio del espeso magma editorial. Vias expresa una concepción de la lectura y la escritura liberadora 'como el acceso a otro mundo'.

Malagueño de Madrid, el poeta Juan Manuel Villalba inicia con Un mundo secreto la publicación de su obra narrativa con diez miradas de distinto corte, dos de ellas hiperbreves (Dos niños raros), al interior del hombre y el resultado es una personal sinestesia de infancia y confesiones que enlaza con una larga tradición contra la obscenidad de la vida cotidiana. Dolor, deseo y voluntad rescatan al niño, al aprendiz de poeta, al animal herido o al hombre solo de las fauces de una existencia mecánica que sólo esta esperanzada poética de la resistencia puede descodificar.

La más joven de esta tríada, Irene Jiménez, ha incluido algunas piezas premiadas en concursos en esta decena de fecundas lecciones de literatura titulada, como uno de sus singularísimos relatos, La hora de la siesta. En un continuo homenaje al fulgor de Borges, Cortázar o Yourcenar (a cuya biografía consagra Tres, cuatro cosas), los cuentos de Jiménez destilan una contagiosa pasión por los libros y extienden al contexto del lector toda la magia, el misterio y las dudas a que está sometido el trabajo del artista. Además, la joven escritora hace gala de una excelencia estilística y argumental a la que se suma, en títulos como Luna de papel o Despedida, un impresionante descenso a los infiernos sentimentales que no deja ninguna duda sobre la hondura y el calado de su apuesta.

Como escritores que ya no quieren saber nada del artificio o la pirueta y como exploradores de subtextos en los que la ética y la pasión reclaman su lugar frente al pragmatismo imperante, estos tres jóvenes narradores anticipan, como mínimo, buenas perspectivas para el cuento. Y mientras algunos discuten sobre lo que darán que hablar ellos, sobre todo, dan la satisfacción, intensa y rara como sus mejores relatos, de leer.

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