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Tribuna:DEBATE SOBRE EL CARME
Tribuna
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Un museo imprescindible

José Luis Díez Ripollés

No es ningún descubrimiento afirmar que la escuela valenciana fue sin duda el foco artístico más fecundo y esplendoroso del panorama artístico español de la segunda mitad del siglo XIX, tanto en número de artistas como en la calidad de sus obras, que protagonizaron en muy buena medida los acontecimientos artísticos, exposiciones, monumentos públicos y encargos decorativos más relevantes realizados en todo el país en las décadas de entresiglos.

En efecto, es difícil encontrar en cualquier otra región una cantera tan abrumadora de primeros nombres del arte español decimonónico, algunos ya sobradamente consagrados por la historia del arte a nivel nacional e internacional, pero muchos otros apenas recordados por referencias en manuales de arte, artículos de época, estudios bibliográficos de mayor o menor entidad o, en el mejor de los casos, tímidas exposiciones que casi nunca han permitido hacer una valoración cabal, completa y objetiva de su verdadera dimensión.

Ello se ha debido, en buena medida, a la ausencia de un espacio museístico adecuado para mostrar el arte valenciano de esta época en toda su dignidad y esplendor, viéndose constreñido hasta ahora a unas pocas salas del Museo de Bellas Artes de Valencia que, aunque ha hecho en estos últimos años un importante esfuerzo por encontrar un hueco a los maestros del siglo XIX en su exposición permanente es, con todo, claramente insuficiente.

Las personas que tenemos algún tipo de responsabilidad en el mundo de los museos de titularidad pública sabemos hasta qué punto repercute la recuperación de un artista, escuela o género por parte del museo emblemático de una ciudad, una Comunidad o un Estado de cara a su consideración posterior en los tratados de historia del arte, en los circuitos de las grandes exposiciones antológicas e incluso en el coleccionismo y el mercado artístico.

Por todo ello, es de justicia reconocer la sensibilidad que ha demostrado la Generalitat Valenciana en su proyecto de crear un gran Museo dedicado a la pintura de este periodo de la Historia del Arte; apuesta decidida y pionera que sitúa a Valencia en la cabecera absoluta de toda España en la recuperación del arte de entresiglos, y cuyos precedentes más conocidos hay que buscarlos fuera de nuestras fronteras.

No es fácil encontrar una decisión política tan firme y convencida en este tipo de proyectos museísticos de gran envergadura, que requiere un gran esfuerzo a muy distintos niveles, pero cuya repercusión cultural, social y ciudadana es incuestionable, suponiendo a medio plazo un impulso fundamental a la consideración que Valencia se ha venido ganando a pulso desde hace tiempo como baluarte de la mayor y más diversa oferta cultural y artística de toda España.

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Por otra parte, la recuperación del Convento del Carmen como sede para el futuro Museo del siglo XIX cumple espléndidamente las peculiares necesidades que tiene el arte de esta época, en el que abundan los lienzos de grandes formatos y los bocetos de esculturas monumentales. Así, la amplitud de sus espacios interiores y la nobleza de su arquitectura lo convierten en un continente especialmente idóneo para ese uso, como ya vienen demostrando las exposiciones sobre arte decimonónico que se han celebrado en este espacio. Además la situación estratégica del edificio le incardina a la perfección en el discurso museístico desplegado a lo largo del cauce del río, ya que las colecciones permanentes que se colgarán entre sus muros enlazarán en el fututo de forma natural con los fondos del Museo de Bellas Artes, que le servirán de preámbulo, y las colecciones del IVAM, que le servirán de colofón y portal de la modernidad.

Si a todo ello se suman además los beneficios que supondrá esta operación en cuanto a la revitalización cívica del entorno urbano de la zona y, lo que es primordial, para la recuperación de una importantísima parte del patrimonio artístico valenciano, hoy injustamente disperso o relegado a la oscuridad de los almacenes, queda disipada cualquier duda u objeción que pudiera surgir ante este ambicioso proyecto, que merece sobradamente un apoyo incondicional y decidido por parte de los distintos sectores sociales comprometidos en su éxito, por el que hemos de felicitarnos todos.

José Luis Díez es jefe del departamento de Pintura y Escultura del Siglo XIX del Museo del Prado.

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