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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Acaban presos

La detención ayer en Guipúzcoa de diez presuntos miembros de ETA, entre los que podrían estar los asesinos del concejal socialista Juan Priede, y la captura de abundante material destinado a cometer nuevos atentados, fue saludada con alivio por todas las fuerzas políticas vascas. No siempre fue así. Hubo un tiempo en el que los nacionalistas estimaban que la acción policial era contraproducente para el objetivo de hacer entrar en razón al mundo de ETA, e incluso se oponían a la concesión de extradiciones de los activistas detenidos en Francia.

Ahora, como entonces, sigue habiendo diversas propuestas sobre la mejor manera de acabar con el terrorismo de ETA, pero todas ellas coinciden en considerar que una condición necesaria para ello es la eficacia policial en la detención de sus comandos y de los dirigentes emboscados en Francia o Bélgica. Ya sólo el brazo político-electoral, Batasuna, utiliza el argumento de que las capturas no sirven para nada porque a un comando detenido le sucede otro. Es cierto que ocurre, pero cada vez es menor el periodo transcurrido entre la entrada en acción de un comando y su detención. Desde el final de la tregua han sido detenidos 249 activistas: los jóvenes forjados en la violencia callejera a los que les dan una pistola tienen motivos para suponer que pronto estarán en la cárcel.

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Para que no den ese paso es necesario acabar con la sensación de impunidad que durante años ha rodeado a las estructuras de coacción del nacionalismo radical, consideradas legítimas por los dirigentes de Batasuna. A ello pueden contribuir algunas reformas legales en curso, incluyendo las que permitirían la disolución judicial de Batasuna, y el cambio en la forma de actuación judicial, que ha pasado a considerar a las tramas civiles parte del entramado terrorista.

Una vez más, entre los detenidos ayer están personas que figuraron en listas electorales de Batasuna o que pertenecieron a su rama juvenil. Que dos o tres activistas de ETA, o hasta dos decenas de ellos, hayan pertenecido a Jarrai o sus sucesores, o a las otras estructuras del entramado legal, no bastaría para considerar que existe una relación orgánica entre esas estructuras y la banda, pero cuando son ya más de un centenar sería de ciegos negarse a ver esa relación, así como el papel de cantera de pistoleros que cumplen tales estructuras.

'La vía policial es la mejor medida política', dijo hace seis meses, tras otra redada importante de ETA, el portavoz del Gobierno vasco. Y el respaldo a las reformas legales y decisiones judiciales destinadas a acabar con la impunidad del entramado civil que permite la renovación de los comandos, podría añadirse hoy.

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