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CRÓNICAS DEL SITIO
Columna
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Se vende Bilbao

Un amigo de mis padres solía invitarnos a champán porque habían subido las felgueras. El hombre era marxista y gracias a su hábil manejo de la dialéctica materialista había logrado dominar los secretos de la bolsa. Esta habilidad le duró hasta el día en que entró Ullastres en el Gobierno y puso en marcha el plan de estabilización. Las felgueras se hundieron hasta el fondo de una mina adonde no llegaba la dialéctica. Y se acabó el champán.

Ahora las cosas han cambiado. Nadie piensa que el marxismo sirva para predecir el futuro, desde que los marxistas se mostraron incapaces de predecir el suyo. Pero las varitas y los pases mágicos no han desaparecido. Sólo ha cambiado el ritual. En los tiempos actuales se empieza por descorchar el champán y sólo entonces, impulsadas por sus burbujas, suben las cotizaciones. Todo estriba en producir suficientes burbujas. Entre tantas, alguna empieza a hincharse y entonces todos ganan. Más tarde la burbuja explota y pierden los de siempre. Pero unas horas antes, los listos ya se habrán ido con el champán a otra parte.

Donde unos ciudadanos ven amenazas, otros ven 'oportunidades económicas'

Parece que la crisis ha quedado atrás y nos hemos olvidado de la última burbuja que estalló. Así que los próceres de Bilbao y Vizcaya se han subido al avión.

-¿Y adónde van?

-A la costa Azul, a vender Bilbao.

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En Cannes, alquilan medio hotel Palm Beach, lo llenan de canapés y botellas de champán francés, despliegan una gran alfombra roja en la acera e invitan a alcaldes de otras ciudades y a todo el que pasa por allí. A lo grande, oye, que somos de Bilbao.

Van a vender Bilbao, que como todo el mundo sabe, viene por toda la orilla desde Santurce a Basauri.

-Pero ¿cuánto terreno posee este alcalde?

-No, mujer. Los terrenos ni siquiera son nuestros. Pero como la iniciativa privada no tira, pues tenemos que tirar nosotros.

-Que van a tirar el qué. ¿No será el dinero de los contribuyentes?

-Es que no entiendes. Primero hay que vender la imagen. El alcalde no vende terrenos. Ni que fuera un especulador. Él hace relaciones públicas.

-Claro, con champán en el Palm Beach de Cannes yo también haría relaciones, públicas y hasta privadas.

Los resultados no se han hecho esperar. El fax instalado en la habitación del hotel ha empezado a sonar, expulsando solicitudes de información. Un jeque árabe se ha mostrado más que interesado en comprar el Puente Colgante para instalarlo en su jardín de Las Vegas. Y un americano nos quiere comprar la grúa Carola.

En cualquier caso, nos ha dicho el alcalde: 'Ahora Bilbao va a ser más conocido en el mundo'. No tan conocido, me dice mi amigo Rafa que es muy viajado.

-Lo que el alcalde está promocionando es su propia imagen, porque se acercan las elecciones y los votos del PP en Bilbao vienen ya rozando a los del PNV.

-Para eso -replico a mi amigo- el alcalde no necesitaría ir a Cannes. Le bastaría comprarse una gorra de béisbol y sacarse una foto sobre las ruinas del edificio de La Bolsa de Bilbao, abrazado a un bombero y a un municipal.

Pero reconozco que la proximidad de elecciones motiva mucho a los alcaldes. Hace años, el alcalde Gorordo nos vendió un circo, que tampoco era suyo, sacando a pasear sus elefantes por la Gran Vía de la villa.

Siempre habrá gente envidiosa que critique a los demás por gastarse en champán el dinero que no tienen. Pero al menos este acalde apuesta también por la ciencia y el trabajo serio. Ahora mismo Arthur Andersen le está terminando un estudio sobre 'áreas de oportunidad'. Que mientras algunos ciudadanos se empeñan en ver a su alrededor amenazas, otros sólo ven oportunidades económicas. Cuestión de talante. Y si surgiesen dudas sobre la solvencia de don Arthur, pensemos que en el caso de que alguien pretenda estafarnos, ahí estará Gorordo al frente del Tribunal de Cuentas. Vigilando. Ahora sí que podremos dormir tranquilos sabiendo que nuestro dinero está en buenas manos.

He encontrado en la ganbara una revista bilbaína, amarilla tras un siglo de dormir en un baúl. Me hace pensar que un siglo no es nada cuando hablamos de Bilbao: 'Coitaos, siempre coitaos, pero con el cuchillo en la mano', dice en su manifiesto inicial. Pero no hay que preocuparse ya por esa revista: Duró poco. Mucho menos que los coitaos, que siguen gozando de perfecta salud.

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