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EL DEFENSOR DEL LECTOR
Columna
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Matar, abatir, asesinar...

Sabido que el lenguaje no goza de la presunción de inocencia, habrá que convenir que el de los periódicos permanece en lógica y perpetua sospecha.

Podría decirse que es un derecho fundamental del lector el analizar los textos con talante inquisitivo tratando de descubrir si, bajo apariencia informativa, se ocultan cargas que sesgan y pervierten el propósito que se supone.

La experiencia terrorista de nuestro país ha provocado largos debates sobre el lenguaje de los periódicos para afrontar ese fenómeno. Se han dado pasos, pero, incluso para escribir de algo tan desgraciadamente nuestro, falta camino por recorrer. El lenguaje terrorista se ha colado en los entresijos de la información, y seguimos hablando con pasmosa ingenuidad de comandos legales -lo hace incluso el Gobierno y la policía en sus informaciones- o de violencia callejera.

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El asunto adquiere proporciones más agudas cuando se trata de un conflicto internacional, como el que mantienen palestinos e israelíes, donde se mezclan, indisolublemente, acciones que pueden calificarse de guerra regular, enfrentamientos entre uniformados, ataques a militares o policías, atentados contra civiles, niños muertos en acciones militares y así hasta recorrer toda la gama del horror.

Desde hace tiempo -y en alguna ocasión se ha mencionado de pasada en esta columna-, el Defensor recibe cartas de protesta, procedentes de simpatizantes de ambos bandos.

Son más numerosas, conviene decirlo, las que piensan que el periódico mantiene una política informativa de sesgo favorable a los palestinos, pero, por encima del planteamiento general, abundan los reproches porque en determinada ocasión se ha escrito 'muerto', 'abatido', 'asesinado'.

Si las víctimas son niños, la indignación de algunos lectores se dispara, y si el periódico habla entonces de muertos, o emplea expresiones como 'alcanzados por...' o 'abatidos por...', encuentran en ellas la confirmación de sus sospechas de parcialidad hacia uno u otro bando en contienda.

La realidad es más compleja.José Manuel Calvo y Berna González Harbour, redactor jefe y jefa, respectivamente, de la sección de Internacional, han respondido al requerimiento del Defensor para que expliquen a los lectores su actitud ante un conflicto que encona las relaciones internacionales, la vida de millones de personas y no pocas conciencias.

'Tratamos de eliminar, aunque no siempre lo consigamos', afirman, 'cualquier intención en las palabras y ser absolutamente imparciales en un conflicto que afecta a tantas sensibilidades como el que está enfrentando a israelíes y palestinos. La prueba es que recibimos quejas de ambas partes, y siempre con el mismo argumento: ¿por qué unos mueren y otros son asesinados? Por qué unos matan y otros asesinan?'.

'Por ello', prosiguen, 'nuestra intención -que a veces se tuerce cuando se buscan sinónimos o se deslizan términos equivocados- es la de utilizar las palabras más apropiadas, con voluntad de descripción: matar, abatir, acribillar..., para referirnos a las víctimas de ambas partes'.

'Hay casos en los que la premeditación de la acción nos lleva a aplicar directamente la palabra más delicada, 'asesinato'. Por ejemplo, en el caso de los asesinatos selectivos que lleva a cabo el Ejército de Israel para acabar con líderes de Hamás o de otros grupos palestinos que, según el Gobierno, están preparando atentados terroristas. El Gobierno israelí asume esos asesinatos dentro de su lucha antiterrorista, y los grupos de derechos humanos y la diplomacia internacional utilizan también la expresión'.

'Parece obvio', concluyen, 'que un atentado cometido por un kamikaze con un cinturón cargado de explosivos que entra en un restaurante lleno de civiles es un asesinato. En los demás casos, deberíamos atenernos siempre a las formas más imparciales'.

Evitar toda sospecha

El Defensor, consciente de que la casuística hace muy difícil, si no imposible, trazar un cuadro de certezas que pueda consultarse en cada caso, ha trasladado la cuestión a Fernando Savater, catedrático de Filosofía y que ha dedicado a la ética una buena parte de su largo esfuerzo intelectual.

En su opinión, el periódico debe evitar 'toda sospecha de que se emplean términos disculpatorios, aunque el propósito resulta especialmente difícil cuando, por ambas partes, hay víctimas uniformadas, muertos en combate, víctimas civiles en golpes de mano'.

Como norma general, acepta que 'cuando las víctimas son soldados uniformados o se producen en un enfrentamiento armado, la expresión 'matar' o 'muerto', parece justificada'.

Inmediatamente, advierte que, para algunos, 'toda guerra es un crimen, pero esa postura no aclara nada ni permite adoptar una postura ante el lenguaje que usemos para describir la realidad que se vive'.

Savater se inclina por 'reservar el término asesinato para muertos civiles, sobre todo si son buscados directamente, y, en ese caso, puede hablarse también de terrorismo'.

La asunción del término 'asesinatos selectivos' por parte del Gobierno de Israel la entiende como un claro 'propósito intimidatorio'.

El cruce diabólico entre acción y reacción que cada día ofrece el enfrentamiento lleva a concluir, dice Savater, que 'es casi imposible discernir, en muchas ocasiones, cuándo un mismo ejecutante tiene carácter de combatiente o de terrorista'.

En último término, esa incitación a 'evitar toda sospecha', si sirve de alerta, puede ayudar a no violar la última frontera, la de la muerte, la que más parece encrespar el ánimo del lector en torno al conflicto.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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