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Reportaje:

Partículas pequeñas, daños grandes

Las esporas de ántrax son un ejemplo de la peculiar física microscópica

Las partículas muy pequeñas pueden flotar indefinidamente en el aire y propagarse de forma invisible. Su comportamiento peculiar pero bien conocido, por los estudios realizados sobre contaminación y enfermedades como la silicosis y la tuberculosis, se acomoda a las armas bacteriológicas, como en los actuales casos de ántrax (carbunco).

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Hasta que las esporas de ántrax (carbunco) comenzaron a extenderse por correo, pocas personas prestaban atención a estas minúsculas partículas que se expanden de manera casi invisible por la atmósfera, se infiltran en los edificios y penetran profundamente en los pulmones. No así los especialistas en medio ambiente, que llevan décadas estudiando partículas muy similares a las formas más peligrosas del armamento biológico.

Desde el polvo de carbón, que causa silicosis, hasta las gotitas llenas de bacterias que expanden la legionela, pasando por el humo que inhalan los fumadores pasivos o la simple contaminación atmosférica, las partículas de aproximadamente 0,05 micras hasta 10 o 20 micras son desde hace tiempo centro de atención de dichos científicos. Una micra es la millonésima parte de un metro.

Esas diminutas partículas se estudian en las ciencias medioambientales y en el armamento biológico prácticamente por las mismas razones. Una vez liberadas, las partículas de ese tamaño pueden mantenerse flotando casi indefinidamente y se filtran en edificios mal sellados, aumentando enormemente las posibilidades de que las personas las inhalen.

Es más, la peculiar física microscópica compartida por todas esas partículas asegura que algunas de ellas, dentro de una gama de tamaños muy específica, consigan colarse por el vello protector de la nariz, evitar las pegajosas paredes bronquiales y depositarse en las cavidades más profundas de los pulmones, donde pueden hacer mucho daño.

Comportamiento

'Una partícula es una partícula', afirma Joe Mauderly, toxicólogo del Instituto de Investigaciones Respiratorias Lovelace de Albuquerque. El patógeno del que la partícula pueda ser portadora no tiene prácticamente nada que ver con el sitio al que va a parar. 'El hecho de que sea una cuestión biológica no cambia realmente el comportamiento de las partículas en cuanto a concentración o deposición respiratoria', dice William Nazaroff, profesor de ingeniería medioambiental en la Universidad de California, en Berkeley.

Una vez que la partícula aterriza, su composición exacta -ya sea inocua, química tóxica o biológicamente infecciosa- adquiere su importancia. Por supuesto, se sabe mucho también sobre ese proceso, especialmente por el estudio de la legionela, la tuberculosis y otras enfermedades bacterianas que se transmiten por el aire en partículas con un tamaño, y eso no es coincidencia, de varias micras.

La existencia de todo este conocimiento, en bibliografía de libre acceso, es de doble filo, afirman los científicos. Puede privar a la guerra bacteriológica de parte de su misterio, pero también muestra lo ampliamente disponible que está buena parte de la información necesaria para diseñar ese armamento.

Para muchos especialistas en medio ambiente, que han advertido de que las partículas contaminantes de ese tamaño suponen un riesgo para la salud humana si se introducen en el interior de los edificios, la amenaza bioterrorista es una razón más para mejorar la calidad del aire dentro de los edificios, con potentes filtros y otros métodos.

Esa propuesta, como cualquiera que pudiese conducir a nuevas normativas industriales, será con toda probabilidad controvertida, en especial porque los edificios se han construido para ser menos permeables al aire exterior, y los sistemas de ventilación se han mejorado en los últimos años. Por lo tanto, algunos investigadores sugieren que las nuevas mejoras sean voluntarias. 'Deberíamos conseguir que las aseguradoras bajasen ligeramente el precio de los seguros de vida si se ha introducido ese tipo de equipos', ha dicho Matthew S. Meselson, profesor de biología y experto en armas biológicas de Harvard.

Dejando aparte los efectos sobre la salud, lo que no es controvertido es la física de las partículas diminutas. Aparte del patógeno específico, la física de cómo flota en el aire cualquier tipo de partículas y se introduce en los pulmones ayuda mucho a explicar el funcionamiento de las armas biológicas.

'En resumen, las partículas no sólo tienen que ser pequeñas', explica Richard Spertzel, antiguo inspector de armamento y biólogo de la Comisión Especial de Naciones Unidas, 'también tienen que ser lo suficientemente pequeñas para flotar en el aire y para introducirse en los pulmones'.

Flotando en el aire

La forma en que se pueden expandir las partículas por una habitación o edificio una vez liberadas, resulta ser muy compleja, explica el especialista estadounidense William Nazaroff. Considérese, por ejemplo, la carta portadora de ántrax (carbunco) que fue abierta en el despacho del senador Tom Daschle, en el Edificio Hart del Senado de EE UU y que contenía esporas de ántrax especialmente tratadas para diseminarse fácilmente. Según Nazaroff, en uno o dos minutos, las partículas liberadas del sobre podrían extenderse por la habitación por procesos de los que la mayoría de las personas apenas son conscientes. Los seres humanos, que a ese respecto son 'aproximadamente equivalentes a una bombilla de 75 vatios', provocan constantemente columnas de aire caliente. Otras corrientes provocadas por la ventilación o por las variaciones de temperatura cerca de las ventanas pueden hacer que se diseminen las partículas. El sistema de ventilación también puede ayudar a diseminarlas. A menudo el aire entra directamente en los despachos a través de las rejillas de ventilación y se retira mediante las rejillas de aspiración de los pasillos, explica Nazaroff. Eso significa que las partículas pueden viajar por los corredores e introducirse en los despachos cercanos antes de ser absorbidas, o incluso propagarse a través de las paredes si hay pequeñas diferencias en la presión atmosférica en despachos adyacentes. Esos procesos podrían explicar porqué dos trabajadores de despachos cercanos al de Daschle resultaron afectados.

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