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Crítica:CRÍTICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pequeño gran cine

Ya son incontables las películas chinas -unas de Taiwan, otras de Hong Kong y otras de China Continental- que cautivan a los públicos más dispares en los grandes festivales del mundo y luego llegan con cuentagotas al público occidental, cada día más saturado por una estragante e invasora oferta de cine rutinario de Hollywood, que no llega a la altura del zapato de las calidades y de la riqueza formal y emocional de estas pequeñas grandes joyas del cine de ahora.

Una de estas maravillas de la orfebrería cinematográfica china es La bicicleta de Pekín, que sin disidencia alguna ganó en el último Festival de Berlín el Oso de Plata, el Gran Premio del Jurado y el destinado al mejor actor joven, que fue a parar al alimón a las manos de los dos formidables protagonistas del filme, Li Bin y Cui Lin, dos muchachos, dos auténticas furias de su oficio, que dan una estremecedora y vigorosa lección de eficacia fotogénica y de alta escuela interpretativa.

LA BICICLETA DE PEKÍN

Director: Wang Xiaoshuai. Intérpretes: Cui Lin, Li Bin, Zhou Xun, Gao Yuanyuan, Li Shuang, Zhao Yiwei, Pang Yan, Zhou Fangfei. Género: drama. Francia-China, 2001. Duración: 113 minutos.

Dirigidos por Wang Xiaoshuai -un realizador excepcional, aunque todavía se encuentre en la rampa de ascenso hacia la plenitud de su oficio en busca de un mayor afinamiento de su elegante estilo-, estos dos jóvenes actores, escoltados por el admirable engarce como conjunto de una docena de muchachos veinteañeros como ellos, nos arrastran por un camino de seda a los vericuetos de la mala vida en los pozos sin fondo del paro y la delincuencia en Pekín. El laberinto urbano y anímico por donde estos muchachos nos mueven alcanza condición de escenario total, de territorio de representación del mundo, gracias a la pantalla de alta precisión conceptual que desprende la mirada afilada y perspicaz de Xiaoshuai.

Es La bicicleta de Pekín una historia apasionante, que revienta de vida y que, sin ser en absoluto plagiaria, recupera algunos hilos argumentales de la legendaria Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica y Cesare Zavattini. Y algo del fondo de este genial filme italiano se mueve en las formas de esta pequeña obra maestra del cine chino.

Se trata nada menos que de la expresión del hormigueo de una sociedad en pleno trance de mutación, que busca frenéticamente una salida para sus enormes atolladeros. Y aventura individual y aventura colectiva se funden y se enriquecen recíprocamente en esta hermosa e inteligente película.

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