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LA CRÓNICA
Columna
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El padre de la novia

No sé yo si por estos lares valencianos había mucha expectación a propósito de la comparecencia del ex asesor musical del presidente de la Generalitat, Jaime García Morey, ante la comisión parlamentaria investigadora del asunto Gescartera. Poca o mucha, este era el episodio político más relevante de una semana, como ésta, sumida en la resaca del debate de política general celebrado en las Cortes. El molt honorable no ha considerado oportuno ni necesario dar la cara a este respecto ante los diputados autonómicos y, en consecuencia, sólo nos quedaba la posibilidad de que el afamado melódico nos relatase en el citado foro el intríngulis de sus relaciones con el presidente Eduardo Zaplana.

Por fortuna, el referido asesor no se ha pertrechado tras el consabido derecho constitucional a no contestar las preguntas de sus señorías y, de sus respuestas, se desprende más o menos lo que intuíamos: que su nombramiento fue el resultado de una ligereza, de ese minuto tonto que tiene hasta el personaje más avisado, como sin duda es el titular del Ejecutivo. Su peripecia en este asunto -decimos de Morey- es el fruto de una afortunada carambola. Según ha confesado, fue instalado en la dirección general de ese multimillonario chiringuito financiero -y pagado con un sueldo opulento- por el mero hecho de ser padre de Laura, la compañera sentimental del amo del cotarro, Antonio Camacho. Y ahí se mantuvo, como un 'florero', a tenor de sus palabras. Ni cortaba, ni pinchaba. Se limitaba a leer prensa deportiva y cobrar una nómina sustanciosa.

Lo mismo, prácticamente, que hacía en su condición de asesor presidencial en la Comunidad Valenciana, con la salvedad de que no percibía un duro por un cargo que, al parecer, jamás ejerció. Y raramente podía hacerlo siendo así que ni siquiera conocía personalmente a Zaplana, al que sólo había visto una vez. Tal distanciamiento nos invita a inquirir qué razón determinó su designación como experto musical y artístico. No nos sorprendería que en todo ello tuviese mucho que ver la citada paternidad, a la vista de los atributos personales y el poderío de su hija. Una malicia que únicamente puede bullir a falta de otras explicaciones, que en nuestra opinión pudieron y debieron darse compareciendo en las Cortes para desactivar las interpretaciones perversas.

En realidad, y en lo que este episodio concierne, no hay mucho más que rascar. El mismo secretario general de los socialistas, Joan Ignaci Pla, que el jueves pasado pronunció una conferencia en el club diario Levante, apenas incidió en este traspié. Se atuvo, eso sí, a otros muchos, reales unos, ponderados otros, aunque discutibles, y demagógicos los restantes. Como cumple en una andanada política y combativa. Mezclar déficit y flaquezas estructurales históricas con otros y otras provocadas a lo largo de este sexenio de gobierno popular puede ser movilizador, pero dista mucho de la templanza y rigor que el PSOE quiere infundir a su labor de oposición. Diríase que el citado dirigente ha pretendido enmendar o completar con un toque de contundencia el estilo atemperado -y valga el amable eufemismo- de su portavoz parlamentario en las Cortes, Ximo Puig. A pesar de esta reserva, debemos celebrar la reaparición pública del líder socialista, de quien últimamente no teníamos noticia.

No obstante esta plausible y reverdecida acometitividad de sus críticos, es obvio que el presidente Zaplana está lejos de sentirse tocado y puede mirar -y de hecho mira- con displicencia a sus adversarios. En estas condiciones, y señor como se siente de todos los recursos y resortes, es cada vez más impensable que renuncie a un tercer mandato, ése por que el que pretextará que se sacrifica a fin de colmar los aludidos -y en buena parte evidentes- déficit del País Valenciano. Una percepción -la del tercer mandato zaplanista- que ya ha calado en la comunidad política indígena de todos los colores. Nadie apuesta por lo contrario, al margen del protagonista, obligado a mantener vivas las expectativas.

Y una pregunta final: ¿será condenado a las mazmorras el presidente del PP de Elche, Manuel Ortuño, por haber reclamado, junto a PSPV y EU, más inversiones para la ciudad? Este tipo es un dolor de cabeza para su partido. Pero es coherente.

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¿IMPROVISACIÓN?

Entre otras propuestas e iniciativas legislativas, el presidente del Ejecutivo anunció en el reciente pleno de las Cortes cierta reordenación del Consell, concretamente en lo tocante al ámbito sociosanitario, esto es, los trastornos de la personalidad, drogodependencias y etcétera. Un universo que, sin estar dejado totalmente de la mano de Dios, necesita ser rescatado de su actual condición subalterna. ¿Pero en qué consiste esa reforma? ¿Fue una improvisación de cara a la galería? ¿Se tiene claro el nuevo modelo, pero no hay un duro para invertir en tal capítulo? Predicar no es dar trigo.

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