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Reportaje:

Secuelas del desastre

Jivanévskaia se preparó sin entrenador para los Mundiales de natación

España volvió a cosechar un sonoro fracaso en su actuación en los Mundiales disputados en Fukuoka (Japón). Esta vez, ni siquiera Nina Jivanévskaia, la rusa nacionalizada española, logró la medalla de bronce en 100 metros espalda que salvó los muebles en los Juegos Olímpicos de Sydney. Fue cuarta. Se preparó toda la temporada sola, sin entrenador, porque prefiere, de momento, seguir en Torremolinos, donde reside con su marido. La Federación Española intentará ahora convencerla de que vaya a un Centro de Alto Rendimiento o, al menos, donde pueda tener un técnico día a día, porque parece claro que esta temporada ha bajado su rendimiento.

El problema, sin embargo, es más de fondo, pues aparte de ella, que nació y se formó en Rusia (como lo hizo en Estados Unidos Martín López Zubero, la anterior estrella de la natación española), la cuestión es que la cantera española apenas da frutos destacados.

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Náufragos y con problemas

A Fukuoka fue ya, salvo la propia Nina (también séptima en 50 espalda) y Mireia García (en 200 mariposa), justamente las únicas que acabaron entre las ocho finalistas, un grupo joven con bajo nivel mundial, y que por marcas sería aún peor si pudiesen participar en los campeonatos más de dos nadadores por prueba de los países potentes. El quinto lugar del relevo de 4x200 libres femeninos (gracias también a las descalificaciones de Australia y EE UU), no puede engañar. Ni su récord nacional, ni el de Laura Roca (2m 00,77s) en la primera posta, porque después fue 18ª individual. Del resto, bastante hicieron Carballido, Elizalde, Noriega y Morales con superar sus marcas, pero siempre con puestos lejos incluso de las semifinales. Los demás, ni eso.

En Fukuoka falló hasta la figura, Jivanévskaia, que hubiese justificado entonces el mal endémico de la natación española. El título del waterpolo es otra cosa.

A diferencia del atletismo, el salto a la élite tiene aún muchos impedimentos en natación. El deporte acuático no ha solucionado la transición de unos jóvenes estudiantes a la Universidad o a la busca de su futuro profesional. Cuando pueden acabar de progresar, se pierden. Y no ayudan unos clubes demasiado clásicos, anclados aún en la pacata lucha por los Campeonatos de España, que es un un fin muy corto para el gran nivel. Mucho deberían cambiar las cosas en dos años, porque los próximos Mundiales son en Barcelona 2003, antes aún que los Juegos de Atenas 2004, y las penurias se notan mucho más en casa.

Rafael Blanco, presidente de la FEN, reconoce: 'Los clubes están en plena renovación, pero los nadadores que han ido a Japón se entrenan en Centros de Alto Rendimiento. Casi todos son jóvenes y los chicos no han estado bien'. Se trató de escudar en que el waterpolo, que también pertenece a su federación, ha brillado, o que la natación sincronizada mantiene su nivel sobre los sextos puestos mundiales. Pero que vayan mal los saltos, que también han ido, no es tan grave como en natación, el deporte que le da nombre.

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