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LA CRÓNICA
Columna
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Historias de editores

Este por ahora penúltimo capítulo de una historia de concentración gigantesca se inició el 23 de marzo de 1998. Bertelsmann anunció, durante el Salón del Libro de Londres, que había comprado la norteamericana Random House, la editorial en lengua inglesa más importante del mundo. Causó estupefacción, primero porque las negociaciones se llevaron en absoluto secreto, y segundo porque el grupo alemán ya poseía en Estados Unidos el grupo Bantam Doubleday. Ambas editoriales se unificaron bajo el nombre de la primera y bajo su égida quedaron también las filiales que tenían en Canadá, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Suráfrica. Pronto se supo que el mago de Random House, Peter Olson, sería el nuevo responsable de la división de libros de Bertelsmann, el primer no alemán que llegaba al centro del corazón de Gütersloh, donde fue fundada, en 1835, la editorial alemana Bertelsmann. El siguiente paso fue anunciar que la división de libros del grupo alemán se denominaría Random House, con el objetivo de diferenciar muy claramente los libros del resto de los negocios del grupo.

Las editoriales que fundaron Juan Grijalbo, José Janés y Germán Plaza, reunidas hoy en el gigante Bertelsmann

La onda expansiva llegó a España en mayo de 2000: el Grupo Bertelsmann para España, Latinoamérica y Portugal dejaría de llamarse así. Se convirtió sencillamente en Grupo Plaza & Janés, pero duró poco. El baile, este año, ha sido muy movido. Apenas habían colocado el nuevo cartel en el edificio de Travessera de Gràcia cuando, en octubre pasado, se dijo que de Plaza y de Janés, nada, y que sería Random House. Pero como Bertelsmann está moviendo ficha muy deprisa, eso tampoco fue definitvo. Los alemanes rompieron su idilio con Planeta e iniciaron un noviazgo con el grupo italiano Mondadori, que posee en España Grijalbo, entre otras firmas. El noviazgo ha acabado en boda (una joint venture al 50%), eso sí, a la espera de que la Unión Europea apruebe el nuevo matrimonio. Y ya hay nuevo nombre: Random House Mondadori.

Hay miedo a la superconcentración, pero también un poco de nostalgia por los nombres de aquellos tres queridos editores que tanto se la jugaron: Germán Plaza, José Janés y Juan Grijalbo. Pero parece que no se perderán del todo. Las actividades de Bertelsmann en España se agruparán en torno a Plaza & Janés. Dicen en broma en la editorial que es posible incluso que en el nuevo cartel conste en grande Random House Mondadori y en más pequeñito, Plaza & Janés. Y quizá lo mismo pasará en México, con el nombre de Grijalbo y en Buenos Aires, con el de Sudamericana. Pero todo es Bertelsmann, no se olviden.

De aquellos tres editores innovadores, sólo queda vivo, y muy vivo, uno, Juan Grijalbo, que hace unos 15 días cumplió 90 años. 'Estoy contento y orgulloso de que mi nombre siga en México'. Grijalbo, el editor rojo, se fue al exilio en 1939, a México, donde fundó su imperio editorial. Regresó a España en 1960. En 1989, vendió el 60% de sus acciones a Mondadori, y en 1992, el resto. 'Deseo que Mondadori tenga éxito. A mí me han tratado muy bien. Mientras viva, me mandarán un ejemplar de cada novedad que publiquen'.

Ve la fusión complicada. 'Sólo les deseo que les vaya bien. Pero no les va a ser demasiado fácil porque siempre que hay una unión de este tipo hay que armonizar criterios diferentes. Claro que tienen a un hombre muy inteligente, el consejero delegado, Riccardo Cavallero. Él conoce muy bien España, Estados Unidos y Latinoamérica. Pero además de lo complejo que va ser el nuevo matrimonio, lo de vender libros en español en Norteamérica les va a resultar verdaderamente difícil. Hay muchos hispanos, pero tienen muy bajo nivel cultural y todo lo que ganan lo envían a sus países. Espero que Cavallero tenga éxito'.

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Grijalbo, aunque vendió sus acciones, no se ha estado quieto. Montó la editorial Serres, de libros infantiles y juveniles, que lleva su hija Poppy. 'Yo ya voy poco a la oficina, tengo derecho a estar un poco jubilado, ¿no? Pero Poppy es muy inteligente, tiene muy buenas relaciones con América, desde México hasta Chile, y ya tenemos beneficios después de estar algunos años cubriendo sólo gastos'.

De salud está muy bien. 'Perfecto, no me duele nada. Pero repito lo que comentó Gastón Azcárraga, el padre del Azcárraga de Televisa, cuando jugábamos al golf en México: le dijeron que parecía que por él no pasaban los años y don Gastón respondió: 'Eso es lo jodido, que no pasan, se quedan dentro'. Pues yo, lo mismo'. Grijalbo, que hace gala de un humor excelente y sigue fumando puros habanos, es muy coqueto. Ayer iba vestido como un dandi: pantalones rojos, zapatos también rojos, camisa a tono, en rosa subido, y pañuelo al cuello. Ve las cosas con la tranquilidad y la sabiduría de la distancia. Ha sobrevivido en mucho a sus colegas Germán Plaza y José Janés, que, probablemente, jamás soñaron que sus editoriales acabarían en el mastodonte Bertelsmann. Ambos fueron muy emprendedores y merecen que sus nombres no se pierdan en el olvido. Janés, que empezó como periodista, fundó Quaderns Literaris en 1934 y la Biblioteca de la Rosa dels Vents en 1938. Comprometido con la República y apasionado por Cataluña, sufrió una grave persecución. La guerra se lo llevó todo por delante, pero el volvió a la carga con Emporium y luego con la editorial Janés. Considerado el mejor editor de la posguerra, creó un impresionante catálogo, que fue como una luz en las tinieblas. Murió en un accidente de coche en 1959 y sus fondos fueron adquiridos por Germán Plaza, que se comprometió, y lo cumplió, a quedarse también con los trabajadores de Janés y unió su nombre al suyo.

Plaza obtuvo un impresionante éxito con las novelas de El coyote, de José Mallorquí; creó la inolvidable Enciclopedia Pulga, contó con la valiosísima aportación del editor Mario Lacruz y en 1958 sacó una gran colección de bolsillo. Murió en 1976 y poco después sus herederos vendieron la editorial a Bertelsmann.

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