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Reportaje:

Sobrevivir a la ronda del Mig

El Ayuntamiento prepara ocho rampas metálicas provisionales que alivien el tráfico en la zona de obras

¿Cómo fue el tráfico en el primer día de cortes de tráfico en la ronda del Mig? De manual. Y lo que dice el manual es que los dos o tres primeros días la cosa va fatal. Luego los conductores ya van por otros lados.

Los automovilistas reaccionaron ayer de mil maneras a los cortes. Los hay que se perdieron. Hubo quien soportó (nada estoicamente) un buen rato de atasco. Otros optaron por seguir las recomendaciones municipales y buscar vías alternativas donde pudieron comprobar que el aparcamiento en doble fila o la carga y descarga en carriles reservados al transporte público son una norma si no de obligado, sí al menos de frecuente cumplimiento. Y no faltaron los que recorrieron todo el tramo, con sus desvíos por los laterales de la ronda incluidos, para darse cuenta de que los carriles habilitados para el tráfico estaban ocupados por el propio Ayuntamiento o, en su defecto, por las empresas contratadas. Hierros para hormigón, coches con distintivo municipal se comían parte del espacio destinado, supuestamente, al tráfico.

Para no hablar de carteles que inducían a recorridos imposibles. Un conductor que entraba en Barcelona por la Diagonal se fió de un letrero que le indicaba 'Zona Franca, itinerario recomendado', señalándole que entrara por la calle de Sabino Arana. Pagó cara la confianza: cortado el acceso con una herrumbrosa valla, no tuvo otro remedio que entrar en la ronda en dirección contraria a la que pretendía, hasta divisar la inhóspita belleza de la plaza de Prat de la Riba, donde pudo dar la vuelta para incorporarse al atasco general.

Y esto no acaba así. Esto se hincha y dura y dura: hasta 15 meses.

Los responsables municipales creen que lo primero que tienen que asumir los conductores es que la ronda, mientras duren las obras, no será una vía de tránsito, sino, como mucho, una vía interior para movimientos cortos dentro del propio distrito. Pretender utilizarla para ir, por ejemplo, de Guinardó al aeropuerto es un error. El desvío lógico en este caso es la ronda de Dalt.

Dentro de la ciudad, los desvíos que el automovilista debería tomar son la calle de Numància, para entrar hacia la zona del Eixample; y las calles de Urgell y Entença, en el caso de que se pretenda salir. Lamentablemente, ayer estas calles estaban muy cargaditas de coches aparcados en doble fila, aunque se trata de una forma de aparcamiento que no es obligatoria.

Y así pasará el verano.

Septiembre tiene que traer cierto sosiego a los automovilistas porque se supone que estarán terminadas las rampas de metal que permitirán habilitar un carril más en el tronco central de las rondas. No será como si funcionaran al completo, pero mejorarán la situación actual. Mejora que debe acompañarse de un pulido a los carteles y de una limpieza general del espacio de los laterales. Estas rampas permitirán efectuar cuatro entradas y cuatro salidas provisionales justo en las zonas de obras.

Pero lo mejor, lo verdaderamente idóneo para superar la etapa de obras, los duros 15 meses, es emplear el transporte público (cuando lo haya). De hecho, los técnicos en circulación defienden que la mejor disuasión para un conductor es un buen atasco. Barcelona tiene 15 meses para comprobar la veracidad de esta tesis.

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