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Bull se divide en dos para recuperar la rentabilidad La multinacional francesa de tecnología segrega sus actividades de servicios e infraestructuras y recorta un 10% de su plantilla

Patricia Fernández de Lis

Bull se desintegra. La multinacional francesa de ordenadores por excelencia ha decidido, después de 68 años de historia, dividir la compañía en dos para recuperar sus cifras de ventas y beneficios, que caen desde hace dos años, y adaptar su modelo de negocio a la nueva era de los servicios para y por Internet. La compañía ha segregado sus dos líneas básicas de ingresos: la clásica, la venta de ordenadores, quedará bajo el paraguas de Bull Infraestructura y Sistemas, y la moderna y de mayor crecimiento, los servicios, será parte de una nueva empresa llamada Integris. La idea es 'darle autonomía a estos dos negocios, porque los procesos, el perfil de los empleados, la cultura y los clientes son muy distintos', explica Cyrille du Peloux, presidente de Integris. Ambas compañías siguen siendo propiedad al 100% de la matriz.

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Bull se desengraba. Las ventas cayeron un 2,3% en 2000 respecto a 1999, y tuvo unas pérdidas netas de 243 millones de euros (unos 40.400 millones de pesetas). Además, su negocio de servicios estaba creciendo más rápidamente que el de la venta de sistemas e infraestructuras, y en 2000 la venta de soluciones ya era su principal negocio (1.711 millones de euros frente a los 1.077 de los sistemas). Por eso, la compañía decidió seguir el camino de IBM -que creó IBM Global Services-, y segregar su actividad más dinámica, los servicios, en una compañía independiente.

Recorte de plantilla

Integris ha aprovechado para reestructurar su plantilla, recortándola en un 10%, unos 1.000 trabajadores de 10.000. El recorte afecta a Francia, Alemania y Reino Unido. 'Nuestra intención es seguir contratando gente', dice el presidente de Integris, aunque preferiblemente más joven que la que había. 'Es más un refresco que una reducción', añade.

Y es que no es lo mismo vender máquinas que cerebros, insisten en Bull. Desde el punto de vista de la plantilla, por ejemplo, la compañía de productos tiene mayores costes indirectos y una organización muy centralizada, 'pero en los servicios hay que poner el énfasis en tu negocio local, porque las operaciones se realizan sobre el terreno, con los clientes', dice el presidente de Integris.

La necesidad de reducir costes y los distintos tempos de los negocios de la tecnología y los servicios son la razones básicas del divorcio, pero no las únicas. En el mundo de los negocios, y más aún en un submundo tan inestable como el tecnológico, las relaciones esporádicas son mucho más comunes, y suelen ser más efectivas, que los matrimonios para toda la vida. 'En ciertos negocios', explica Du Peloux, 'necesitábamos asociarnos con otras compañías y, si queremos crecer en los servicios, debemos tener la posibilidad de realizar esas asociaciones, e incluso joint-venture'.

Queda la duda de si la segregación es una ventaja para los clientes. La mayor parte de las empresas necesitan equipos, programas y servicios de consultoría, es decir, soluciones completas, y Bull ahora está dividida en dos. 'Para el cliente, lo importante es la calidad de servicio, y nuestra relación con él no cambiará', explica Du Peloux. Bull Infraestructura y Sistemas e Integris mantendrán cierta relación especial, de socios preferentes, no exenta posiblemente de problemas si Integris decide recomendar a un cliente que adquiera equipos de un competidor de Bull. 'Sí, podemos elegir sistemas de otras empresas, pero eso ya ha ocurrido en el pasado, y nuestro interés está en las necesidades del cliente', insiste Du Peloux. 'A veces es más sencillo', concluye, 'mantener relaciones cuando hay contratos por medio'.

En el divorcio, Integris se lleva la parte del león, es decir, la mayor parte de los empleados y los ingresos, pero pierde un nombre con mucha historia. Para la compañía, este teórico problema se convierte en ventaja en determinados países como Francia, donde Bull está ligada, en buena parte, con su pasado estatal. 'Somos claramente una compañía Bull, y no lo ocultamos', dice Du Peloux. 'Pero el nombre de Integris es una forma de empezar de nuevo en las mentes de clientes y empleados'.

Los objetivos de Integris y Bull Infraestructura y Sistemas, en su primer año separados, son recuperar el crecimiento en los ingresos y cerrar 2001 con beneficios.

Crecimiento en España

'Iberia es distinto'. Cyrille du Peloux insiste en que los problemas financieros y la reestructuración de plantilla de Bull no afecta a la filial española de la multinacional. Bull España lleva creciendo tres años en ventas y empleo, desde 1998, y la compañía ya realiza el 70% de sus ventas en servicios, es decir, en la parte del negocio que ahora queda bajo la marca de Integris. En España, Bull Infraestructura y Sistemas estará dirigida por Pablo Galíndez, mientras que Mariano González, actual director general de Bull, dirigirá Integris, y trabajará también como presidente de las dos entidades. A pesar de que el negocio español va bien, González reconoce que a Integris le queda el reto de captar clientes entre las telecos, uno de los fuertes de Bull a nivel mundial (trabaja para France Télécom o Deutsche Telekom).

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Sobre la firma

Patricia Fernández de Lis
Es redactora jefa de 'Materia', la sección de Ciencia de EL PAÍS, de Tecnología y de Salud. Trabajó diez años como redactora de economía y tecnología en EL PAÍS antes de fundar el diario 'Público' y, en 2012, creó la web de noticias de ciencia 'Materia'. Los fines de semana colabora con RNE y escribe, cuando puede, de ciencia y tecnología.

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